Venganza de bachillerato

Capítulo 4 ~ Viviendo el bachillerato.

Suspiro al finalizar de vestirme con el uniforme del bachillerato privado. —Muy bien... pues hay que hacerlo. Soy una chica adolescente, con rumbo a su último año en bachillerato...—veo a mi madre que apenas va llegando. —Me siento tan nerviosa en mi primer día—rio irónicamente...

Mi madre llega y me ve desde la puerta de mi habitación. —¿Cómo estás?—me pregunta.

Sonrió de lado. —Puedo acostumbrarme. Quizás el único detalle es que aquí todos allí se conocen... pero me adaptaré. No veo peligro—camino hacia mi madre. Al estar frente a ella me abraza. —Eres igual de linda que tu madre...—me halaga.

Sonrió y cierro los ojos al recordarle. —Soy linda, así como lo fue ella y como lo eres tú—beso su mejilla.

Mi madre me confirma que el desayuno está listo. Me preparo panqueques con frutos rojos. —Delicioso—respiro ese aroma característico. No veo a mi padre, eso me parece curioso. —¿Dónde esta?...

Mi madre toma asiento conmigo en la mesa. —Trabajando, nena. El siempre está trabajando—tuerce la boca.

Me parece curiosa su expresión, hasta cierto punto me hace gracia. —¿Hay algún problema?—le preguntó antes de iniciar a comer.

Ella niega y ríe. —Es solo que pasa todo su tiempo en el trabajo, y es entendible. Está bien que trabaje, por eso y muchas cosas más tiene dinero—comenta mientras toma su tenedor y degusta su ensalada de frutas.

Yo comienzo a comer mis panqueques. —Está vida que él lleva es buena. Me gusta. Me siento cómoda aquí... y me agrada. También...—sonrió pícaramente. —Note que él te gusta... ¿cierto?—le observó que sonríe involuntariamente, sus ojos le delatan pues solo dan algunas vueltas, como si estuvieran en confusión.

Asiente. —Es tu padre, obvio que me gusta—intenta evadir el tema.

Le veo con incredulidad mientras como mi frambuesa. —Sabes a qué me refiero, salgámonos del papel por unos minuto... me alegra verte enamorada, hacía mucho tiempo que no sentías algo así por alguien, y eso está bien. Todos merecemos ser felices...—sentenció con felicidad.

Me ve con seriedad. —Sí. Me gusta. Hubo algo antes entre él y yo, pero sucedieron cosas, y pues después sucedió lo de tú madre, nos fuimos y el resto es historia—concluye mientras continúa comiendo.

—Es buena persona. Me agrada llamarle papá, es extraño... pues llevo muchos años sin decir esa palabra—rio. —En fin... cambiando de tema. ¿Qué puedo esperar del bachillerato?

Me muestra la pantalla de su teléfono. —Aquí tengo tu acta de nacimiento y toda tu información. Recuerda. Eres Andrea, una chica de aquí de Los Ángeles. Vives con tus padres y tienes 17 años. Estoy segura que te preguntarán eso cuando te pidan que te presentes... te cambiaste de escuela porque tu madre decidió enviarte a un colegio privado, aparte que nos cambiamos de casa. Que buena madre soy...—sonríe y hace una pose como si le estuviesen echando flores.

Termino de comer mi bocado de panqueque. —La mejor—concluyó.

Continuamos charlando sobre los posibles temas a ver en la escuela. Después de unos minutos subo a mi habitación para agarrar la mochila, tomo mi iPhone y pequeño bolsillo con maquillaje.

Me causa emoción volver a bachillerato, pero esa emoción desaparece un poco cuando recuerdo el motivo por el cual estoy aquí. Trataré de disfrutar, sin quitar mis ojos de encima de Alejandra, la hija de Emma. Ella no me conoce, y quizás pueda hacerme su amiga, saber más de su madre y de ella, y con suerte, tener información detallada sobre por qué realmente asesinaron a mi madre. Cuelgo mi mochila del lado derecho de mi hombro, me veo al espejo, me veo bien. Incluso me siento como una nueva chica. Salgo de mi habitación y bajo las escaleras para encontrarme con mi madre.

—¿Lista para irnos?—toma las llaves del auto y sus lentes.

Suspiro. —Estoy lista—sonrió.

...

Unos muros de ladrillo rojo se ven y rodean a los edificios que hay dentro. Veo a varios chicos con uniformes, bastantes alumnos caminando por la cera en dirección a la puerta principal del bachillerato. La mayoría parecen conocerse entre sí, pues algunos ya llevan algunos años en el mismo salón, sin mencionar que deben de haber varios que se conocen desde fuera de la escuela.

Algunos llegan en autos, bajan e ingresan a la escuela.

—Yo que realice la escuela con maestros privados... me hace ver que esto es nuevo para mí—exclamó mientras veo por la ventana del auto.

Mi madre ríe. —Algo bueno sale de esto. Vivirás la experiencia...—comenta mientras se detiene en la orilla donde hay una señalamiento para descender. Suspira. —Suerte. Lleva tu iPhone, cualquier cosa llámame y vendré...—comenta mientras abro la puerta.

Asiento. —A ver cómo me va, mami—me acerco y beso su mejilla. Bajo del vehículo, esa sensación de nerviosismo y alegría se hace presente.

—Ten buen día, nena—me desea antes que yo cierre la puerta.

Camino por la cera, mezclándome con el resto de compañeros. Estar en una escuela con uniforme en Estados Unidos es raro, pues en el pasado cuando estudié aquí en el país y mi vida no había cambiado, podía ir con ropa común.

Voy con mi sonrisa puesta mientras camino e ingresó a la instalación. Dentro de la misma hay caminos de piedras que con llevan a los edificios, quioscos y a mesas. En los caminos de piedra, están acompañados de árboles enormes, pareciera una zona boscosa, también de bancas que están durante el camino, supongo que sentarse ahí, y con los árboles encima; es lo mejor del mundo.

Volteó a todos lados, buscando algún rostro familiar, y también para percatarme si es que alguien me ve. Pero no, nadie aquí me conoce.

Al rededor de los caminos de piedras, hay césped. Camino sobre el mismo y observo todo a mi al rededor. Es una sensación familiar, pues hace casi una década estaba estudiando, después pasé a hacerlo, pero con maestros privados.



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En el texto hay: adolescentes, amor adolecente, suspenso amor

Editado: 05.11.2024

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