Venganza en directo

CAPÍTULO 3: LA MAÑANA DESPUÉS DEL APOCALIPSIS

Lara no recordaba cuándo se quedó dormida. Ni siquiera estaba segura de haber dormido en absoluto.

El despertador no sonó —no había necesidad, porque su teléfono vibraba con tanta insistencia que parecía estar intentando escapar por su cuenta de la mesita de noche. Vibración. Pausa de tres segundos. Vibración de nuevo. Como un código Morse enloquecido que transmitía un único mensaje: "Tu vida ha terminado".

3:47 de la mañana.

Lara sacó una mano de debajo de la manta —su único escudo contra la realidad— y tanteó el teléfono. La pantalla se iluminó con tanta intensidad que tuvo que cerrar los ojos. Cuando finalmente se obligó a mirar, los números en la pantalla parecían irreales. Como esos que ves en una pesadilla, donde las matemáticas no tienen sentido, pero de alguna manera sabes que todo está mal.

1,847 mensajes sin leer.

Parpadeó. La cifra no cambió.

Instagram: 3,234 nuevos comentarios.

Twitter intentó cargarse y simplemente se rindió, mostrando un mensaje de error. Demasiada actividad para procesar. Incluso la aplicación no podía soportar la magnitud del desastre.

—Esto es un sueño —susurró Lara en la oscuridad de su dormitorio—. Solo un sueño muy, muy malo.

Se pellizcó el brazo. Dolía. Mucho.

Entonces no era un sueño.

Todo esto era real.

Entonces todo lo de ayer realmente había sucedido. El directo. El escándalo. El charco. Y ese momento horrible, espantoso, cuando yacía en el asfalto mojado mientras cuatrocientas mil personas observaban cómo su vida perfecta se desmoronaba en píxeles.

Lara se obligó a abrir Instagram. Tal vez no fuera tan grave. Tal vez la gente lo entendiera. Tal vez ellos...

@TravelWithLara Seguidores: 851,430

Cerró los ojos, contó hasta tres y volvió a abrirlos.

Seguidores: 851,301

Justo ante sus ojos. Menos ciento treinta personas en tres segundos.

Parpadeó de nuevo.

850,987

El contador descendía como el odómetro de un coche que retrocede a toda velocidad. Mil. Dos mil. Tres mil. La gente se daba de baja más rápido de lo que ella podía procesar los números.

—No —susurró—. No, no, no...

Pero el "no" no detenía el contador. Nada lo detenía.

Con dedos temblorosos, abrió los comentarios bajo su última publicación: esa foto idílica de un atardecer con el pie de foto sobre "encontrar magia en lugares inesperados", que había subido tres horas antes del desastre. En ese momento le había parecido tan poético.

Ahora parecía una cruel ironía.

@kristina_beautyx: ¿Todo era mentira? ¿TODO? Pensé que eras real... Emoji de corazón roto.

@maksym_travels: #FakeLara trending worldwide. Merecido, manipuladora.

@sofiia_22: Tengo 16 años. Eras mi ídolo. Quería ser como tú. Ahora no sé en quién creer. Gracias por destruir mis ilusiones.

El último comentario dolió más que los demás. Lara imaginó a una chica de dieciséis años, acostada en su cama en algún lugar lejano, también sin dormir, también mirando su teléfono, también sintiendo cómo su mundo se resquebrajaba como un cristal roto.

—Lo siento —susurró Lara a la pantalla—. Lo siento tanto...

Pero la pantalla no respondía. El teléfono simplemente seguía vibrando. Una y otra vez.

Deslizó hacia abajo. Alguien había creado un meme con su caída, en decenas de versiones. Lara en el charco con el texto "Cuando te das cuenta de que toda tu carrera se va por el desagüe". Lara en el charco junto al Titanic hundiéndose: "Encuentra las 5 diferencias". Lara en el charco con la cara de un político: "Rating político tras un escándalo".

Twitter, que finalmente cargó, era aún más tóxico.

#LaraLiar — tendencia nº1 en el mundo.

#FakeInfluencer — nº3.

#PuddleQueen — nº7, con un emoji de corona y gotas de agua.

Hizo clic en el primer hashtag. Error. Un enorme error.

@honest_blogger: ¿Cuántos "influencers" más nos mienten cada día? #LaraLiar es solo la punta del iceberg. Todos son falsos.

@mama_of_three: Mi hija lloró toda la noche. Confiaba tanto en @TravelWithLara. Gracias por romperle el corazón a mi niña por unos likes.

@restaurant_critic_ua: Jan es un héroe. Expuso el engaño. Pero ahora su restaurante está siendo atacado por los fans de esta mentirosa. No es justo.

El último tuit hizo que Lara se detuviera.

Jan.

No había pensado en él. En lo que le estaba pasando. En cómo sus cuatrocientos mil fans (exfans) ahora atacaban su negocio.

Sus dedos abrieron Google y escribieron "Restaurante Sabor de Hogar reseñas".

Google Reviews: 2.1 estrellas de 5 (era 4.8 hasta ayer).

Últimas reseñas:

Una estrella. "El dueño es un grosero y un maleducado. ¡Atacó a una chica inocente!"

Una estrella. "¡Apoyo a Lara! ¡Boicoteen este lugar!"

Una estrella. "¡Cómo se atreve a tratar así a una mujer! ¡Sexismo!"

Dos estrellas. "La comida no está mal, pero después de ese video... no puedo comer ahí con la conciencia tranquila".

Lara dejó caer el teléfono sobre su pecho y se quedó mirando el techo.

Él tenía razón. Solo estaba defendiendo su restaurante de una intrusa que robaba contenido. Dijo la verdad.

¿Y ella? Ella mintió a cientos de miles de personas.

El teléfono vibró de nuevo, esta vez con una llamada. Número desconocido. No respondió. Luego otra. Y otra más. Periodistas, probablemente. O haters que habían conseguido su número.

Los mensajes de los patrocinadores comenzaron a llegar ya a las cuatro de la mañana. Profesionales, fríos, definitivos.

PureGlow Cosmetics: "Estimada Lara, debido a los recientes eventos, nos vemos obligados a terminar nuestro contrato publicitario. Según la cláusula 4.2 del contrato..."

TravelSmart Luggage: "Valoramos nuestra colaboración, sin embargo, la marca TravelSmart no puede asociarse con situaciones controvertidas..."

VitaBoost Supplements: "La confianza es la base de nuestra marca. Lamentablemente..."




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