Todos se callaron, mirando a la pequeña mujer que sostenía la cuchara como un general con una espada.
—En mi panadería —dijo en voz baja pero firme—, no gritamos. Hablamos. Como personas. —Miró a Jan—. Incluso cuando estamos enfadados. —Luego a Lara—. Incluso cuando tenemos miedo. —A Mía y Félix—. E incluso cuando creemos que sabemos más.
Dejó la cuchara y sirvió té a todos.
—Ahora. Beban. Coman. Respiren. Luego hablaremos normalmente.
Nadie se atrevió a contradecirla.
Félix fue el primero en hablar tras el tenso silencio.
—Bien, miren. —Extendió sobre la mesa una impresión, el mismo plan misterioso—. Recibimos este correo de un remitente anónimo. "Solución para la crisis", algo así.
Mía sacó su propia copia.
—Nosotros también. Un plan idéntico.
Lara tomó el papel y comenzó a leer. Sus ojos se abrían más con cada línea.
—¿Esto... esto es ese plan de un romance falso?
—No falso —corrigió Mía—. Escenificado. Hay una diferencia.
—¿Cuál? —gruñó Jan, también leyendo su copia.
—Falso es mentira. Escenificado es... controlado. Dirigido. —Mía señaló los gráficos—. Miren las cifras. Casos similares muestran un 80% de recuperación de reputación en un mes con la estrategia adecuada.
—Estrategia en la que fingimos estar enamorados —Jan esbozó una sonrisa escéptica por primera vez en la conversación.
—Estrategia en la que muestran una evolución —corrigió Félix—. De conflicto a entendimiento y tal vez... a algo más. A la gente le encantan las historias de transformación.
Lara dejó el papel a un lado.
—Esto es manipulación.
—Esto es relaciones públicas —Mía se encogió de hombros—. Toda la industria del entretenimiento es manipulación de emociones. Solo estamos siendo honestos al respecto entre nosotros.
—Entre nosotros —repitió Jan—. Pero no con el público.
—El público quiere una historia —Félix se inclinó hacia adelante, gesticulando con las manos—. Ahora la historia es: "Ella es una mentirosa, él es un grosero". Una mala historia para ambos. Pero si cambiamos la narrativa a "Ellos encontraron un terreno común"...
—Todos felices —concluyó Mía—. Tus patrocinadores regresan. Las reservas se recuperan. En un mes, "terminan amistosamente" y cada uno sigue con su vida. Todos se olvidan de ustedes, pero se olvidan en una nota positiva.
Jan se recostó en la silla, cruzando los brazos sobre el pecho.
—¿Y realmente creen que esto funcionará?
—No tenemos muchas otras ideas —dijo Félix con honestidad—. Hermano, los inversores te dieron dos semanas.
—Lo sé.
—Dos semanas para mostrar algo positivo. Algo que cambie la narrativa.
Jan guardó silencio, apretando con tensión el tenedor para el strudel, al que aún no había tocado.
Lara miraba sus manos. Temblaban. Las escondió bajo la mesa.
—¿Y si... —su voz salió baja— y si simplemente... nos disculpamos? Públicamente. Cada uno por separado. Sin todo este... espectáculo.
Mía negó con la cabeza.
—Las disculpas simples no son suficientes. Internet tiene memoria corta para lo bueno y larga para lo malo. Las disculpas se olvidan en un día. Una historia de amor es contenido para semanas.
—Esto no es una historia de amor —dijo Jan con brusquedad—. Es un acuerdo de negocios.
—Que parece una historia de amor —corrigió Félix—. Para el mundo exterior.
Clara, que había estado escuchando en silencio, finalmente habló.
—¿Y si se vuelve real?
Todos se giraron hacia ella.
—¿Qué? —Jan parpadeó.
—Una historia de amor. —Clara sonreía mientras cortaba el strudel—. ¿Y si, al fingir estar enamorados, realmente... —hizo un gesto elegante con la mano— ...comincerete a sentire qualcosa? (¿empiezan a sentir algo?)
—Nonna —Jan pasó al italiano—. Esto es absurdo.
—Habla —dijo ella con suavidad— para que todos entiendan.
Él suspiró.
—Esto es ridículo. No vamos a... —se detuvo, sin mirar a Lara—. No habrá sentimientos. Es un acuerdo de negocios.
—Por supuesto —Clara asintió, pero había un brillo en sus ojos—. Un acuerdo de negocios.