Venganza en directo

CAPÍTULO 6.1: LA PRIMERA PUESTA EN ESCENA

Lara llevaba treinta minutos frente al armario y todavía no podía decidir qué ponerse.

—Es solo una sesión de fotos —se decía a su reflejo—. Una sesión normal, escenificada, completamente profesional. Con un hombre que apenas te soporta. Para cientos de miles de personas que o te odian o esperan que vuelvas a meter la pata. Sin presión alguna.

Su teléfono volvió a sonar. Mía. La novena vez en una hora.

—Lar, ¿dónde estás? ¡Quedamos a las diez!

—Lo sé, es solo que... —Lara miró el montón de ropa sobre la cama—. ¿Qué se pone la gente para citas falsas?

—¡Algo natural! ¡Desenfadado! ¡Como si no estuvieras intentando verte demasiado bien! —Mía hablaba como si fuera la respuesta más obvia.

—Mía, me he cambiado siete veces. Todo parece o "me esfuerzo demasiado", o "no me esfuerzo en absoluto", o "esto lo saqué del armario de otra persona por error".

Un suspiro al otro lado de la línea.

—Vaqueros y un suéter. El crema que te compré para tu cumpleaños. Te ves en él como si salieras de un anuncio de cosas para un hogar acogedor.

—¿Un anuncio de hogar acogedor?

—Lara. Vístete. Sal del apartamento. Jan ya está ahí.

—¿Él... —el corazón le dio un vuelco— ya está ahí?

—Sí. Llegó quince minutos antes. Parece que se está preparando para ir al dentista. —Mía hizo una pausa—. De hecho, ambos parecen como si fueran a una ejecución. ¡Y esto debería ser lindo, no con caras de sufrimiento!

Lara se puso rápidamente el suéter crema, vaqueros y zapatillas.

—¿Maquillaje?

—Mínimo. Natural. Como si acabaras de despertarte y te vieras divina.

—Nadie se ve divino al despertarse. Es un mito creado por la industria de la belleza.

—Entonces crea tu propio mito. —Mía sabía cómo motivar—. Quince minutos, Lar. Si no, voy y te saco yo misma.

La línea se cortó.

Lara se miró en el espejo. Maquillaje mínimo: máscara de pestañas, un poco de rubor, brillo labial. El cabello suelto, algo ondulado (se había secado al natural porque no había tiempo). Se veía... normal. Tal vez incluso bien.

Pero se sentía como si fuera a un examen para el que no había estudiado.

El teléfono volvió a sonar con un mensaje de un número desconocido:

"Respira. Solo respira. Esto pasará más rápido de lo que parece. — Jan"

Lara se quedó mirando la pantalla. ¿Él... él le había escrito? ¿Cómo consiguió su número?

Escribió una respuesta:

"¿De dónde sacaste mi número?"

La respuesta llegó de inmediato:

"Félix lo consiguió de Mía. Parece que están conspirando contra nosotros."

A pesar de todo, Lara sonrió.

"Parece que sí. ¿De verdad ya estás ahí?"

"Sí. Este café tiene un espresso muy bueno. Voy por la tercera taza."

"¿Estás nervioso?"

Una larga pausa. Luego:

"Terriblemente."

Por alguna razón, esa honestidad hizo que todo fuera un poco más fácil.

"Yo también. Salgo ahora."

"Nos vemos. Intentemos no matarnos."

Lara soltó una carcajada en voz alta, la primera risa genuina en tres días.

El café "Luz de Luna" era un típico local hipster de Kiev: paredes de ladrillo visto, mesas de madera con un desgaste "vintage", plantas en macetas, un letrero de neón en la pared que decía "Good vibes only". El lugar perfecto para fotos de Instagram.

Mía lo había elegido por una razón: mucha luz natural, un fondo estético, suficientes personas para que todo pareciera natural, pero sin multitudes.

Cuando Lara entró, sus ojos encontraron a Jan de inmediato. Estaba sentado en una mesa junto a la ventana, de hecho con una taza de café, mirando su teléfono. Llevaba una camisa azul oscuro con las mangas remangadas y vaqueros. Se veía... bien. Muy bien, si era honesta.

Lo cual era irritante.

¿Por qué no podía verse tan nervioso como ella se sentía?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.