Venganza felina

El fuego

Mientras el asesino me perseguía un grupo de ratones formaron un círculo, miraban al sujeto desmayado en el asiento. Su larga cabellera cubría sus ojos y buena parte de su cara, deshumanizándolo. Aunque, ante la mirada del asesino, nadie era un ser humano.

  • —¿Seguimos con el plan? — preguntó uno de ellos.
  • —No lo sé. Se supone que deberíamos seguir una vez hayamos dejado que ese humano se fuera. Pero mírenlo — señaló el cuerpo desmayado de la víctima —. No parece querer irse.
  • —¿Qué hacemos ahora? — preguntó otro ratón.
  • —Sugiero que sigamos con el plan.
  • —Pero eso no es lo que nuestro líder, Pascal, nos encomendó. Tenemos que seguir las órdenes de Pascal.

Uno de los ratones rompió el círculo y se puso en el centro del mismo.

  • —Aquí entre nosotros. Respóndanme con toda la sinceridad que cabe en sus pequeños cuerpos. ¿A alguno de ustedes le importa una mierda lo que ha estado diciendo Pascal en las últimas semanas?

Todos se quedaron en silencio. Nadie se atrevió a responder, incluso aunque estuvieran lejos de los oídos de su líder. Eso le dio la oportunidad al ratón del centro de seguir hablando.

  • —No me malinterpreten. Pascal es un estupendo líder. Mejor dicho, ERA un estupendo líder. Pero las cosas cambiaron una vez decidió juntarse con esa maldita gata, con la cual tenemos que compartir nuestra comida, seguir sus malditos planes de venganza y arriesgar nuestras vidas por algo que no nos compete ni nos interesa. Simplemente ya no se preocupa por nosotros.

Ninguno de los ratones dijo nada, pero eso no quería decir que no estuvieran de acuerdo con su postura. Se podían ver varios rostros peludos de hocicos grandes asintiendo.

  • —No sé ustedes, pero yo tengo miedo de comer a su lado.

Todos estuvieron de acuerdo. Hasta cierto punto lo entiendo. Debe ser muy complicado comer cuando tienes a una criatura que te supera en tamaño y que puede comerte sin problemas. Sin contar que las raciones son más pequeñas. Entre chillidos y quejas hacia Pascal el ratón del centro fue ganando notoriedad.

  • —Yo, Nerol, propongo que dejemos de lado a Pascal y a esa gata sarnosa. Declárenme su líder y les prometo que conduciré a la manada a un lugar donde haya comida abundante y un techo cálido sobre nuestras cabezas. Viviremos a nuestro propio ritmo.

Los ratones saltaron de alegría ante las promesas de Nerol, el único ratón en toda la manada que tenía una cicatriz en la cabeza. Todos, salvo por uno.

  • —No quiero importunar esta prematura celebración — interrumpió dicho ratón —. Pero te recuerdo que Pascal te salvó la vida.

Nerol no se sorprendió ante ese argumento. Soltó una pequeña risita de confianza y siguió hablando. Estaba preparado para ese y cualquier otro comentario similar.

  • —Es cierto, pero ¿De quién me salvó la vida? — Todos se quedaron en silencio — ¡Así es! — exclamó —. De esa maldita gata. La gata que ahora vive con nosotros. La gata por la cual Pascal ha decidido intercambiar nuestras vidas con tal de que pueda vivir un poco más de tiempo.

Efectivamente. Nerol era el ratón que me estuve a punto de cenar, y una de las principales razones por las cuales Pascal y yo nos conocimos.

  • —Pascal me salvó la vida y no voy a olvidarlo. Es algo que se lo agradeceré por toda mi vida. Pero como líder es un cero a la izquierda. Es egoísta y negligente. Esa es una verdad objetiva. Necesitamos un cambio si queremos sobrevivir. ¿Quién está conmigo?

Todos los ratones gritaron "YO" al mismo tiempo.

  • —Está decidido. Desde ahora yo soy el nuevo líder de la manada. Luego se lo diremos a Pascal — todos escucharon el ruido de una lámpara estrellándose contra la pared-. Si es que sobrevive.

Todos los ratones aplaudieron de felicidad ante la promesa de un cambio. Una de ellas dio un paso al frente.

  • —Si ese es el caso sugiero que nos vayamos de aquí y dejemos a Pascal y a esa gata solos con su estúpida venganza.
  • —¡Alto! — gritó Nerol —. ¿A dónde creen que van? — todos los ratones se detuvieron ante la pregunta de su nuevo líder —. No podemos irnos, así como así. Primero hay que quemar este lugar como símbolo de nuestro desprecio hacia los humanos por destruir nuestros hogares, envenenarnos y demás. Además, miren este lugar. Repleto de licor, con varios envases de aceite vegetal, esos cuerpos barnizados. Este lugar pide a gritos ser incendiado. Este bebé va a arder por horas. Muchachos, tenemos que hacerlo.- Nerol sonaba tan ansioso y apasionado que daba miedo.




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