Venganza Millonaria

Capítulo 2: Paso número 1

Monique

Así ha pasado ya un año, y en doce meses, he estado trabajando en restaurantes pequeños, nunca cocinando, siempre de mesera, lavando platos, atendiendo pedidos. Solo de pensar estar frente a la cocina me da una tristeza absoluta, me recordaba a todo lo que perdí. Era difícil una Monique sin cocinar, pero a esto me había llevado la vida

Es de noche y estoy realmente cansada y mientras todos piensan en salir un viernes a clubes, a cenar y a discotecas, yo pedía salir un poco antes de uno de los restaurantes que trabajo, solo para poder arreglarme. Hoy tenía un día particularmente importante, uno que he estado planeando desde hace mucho tiempo.

Es el paso número uno de mi plan. Ya había dicho que tenía una lista, un plan, tenía conocimiento, tenía las ganas y el coraje para hacerlo, pero me faltaban los medios. Se imaginaran que una empleada de un restaurante no ganará millones, además de que mis ahorros se fueron en pagar deudas de mi ex novio, unas que ni adquirí ni tampoco disfruté del gasto de ese dinero.

Así que si, necesitaba aliados. Había logrado desenredar el entramado de todas las alianzas y personas que me habían hecho daño, cuyas acciones habían resultado en la pérdida de mi negocio, mi dinero y mis desgracias. No solo eran pérdidas materiales, yo sentía que había perdido la esperanza, mis creencias en la bondad del mundo y de las personas, la importancia del esfuerzo y el trabajo.

Principalmente, había dejado de creer en el amor, aunque ya desde hace años que Felipe y yo no teníamos ese sentimiento. Y así como yo había sufrido todo esto, las acciones de esta gente no podrían haber sido solo para mí, sino al contrario, debe haber como yo varias personas que quieran verlos caer. Esa era mi primera jugada y lo que me llevó a los acontecimientos de esta noche.

Me veía en el espejo de la habitación. Tenía un vestido de color azabache, de terciopelo, elegante, con un escote sin tirantes, se pegaba a mi cintura y tenía una abertura en un costado, era moderado, clásico, pero mucho más atrevido de lo que yo nunca usaría.

Tenía unos aretes sencillos y un labial oscuro, mi largo cabello castaño oscuro que siempre llevo atado, estaba suelto, peinado con ondas para cubrirme un poco. Mi look era bastante oscuro en general, no sé si era el más favorecedor para mi piel dorada, pero era necesario. Todo esto me ayudaría a verme bien, pero a no resaltar mucho.

Digo que tenía muchas cosas, pero en realidad no tenía nada. Ni este vestido, ni los accesorios, siquiera este departamento era mío. Todo era gracias a mis amigas. Una de mis mejores amigas, Dafne se había mudado con su esposo millonario a un departamento lujoso en la mejor zona de la ciudad. Su departamento propio quedaba vacío y ella me lo dejaba sin que tuviese que poner una sola moneda.

Me ayudaba de una forma inigualable, solo tenía pocos gastos, comía en los restaurantes y por lo demás no tenía grandes adquisiciones. En cuanto a la ropa era préstamo de mi amiga Lolo que siempre tenía debilidad por coleccionar fabulosas prendas. 

 

Todas tenían trabajos fantásticos que amaban, Dafne era una CEO importante en la familia de su esposo, su familia ahora. Lolo y Rita tenían el mejor negocio de comunicaciones de la ciudad. Greta tenía un pequeño bebé, el pequeño Gustav, que era básicamente la copia de su papá y era el rey del grupo. Todas felizmente casadas, todas llenas de amor, todas aun viviendo en una idílica nube de eterna luna de miel.

No era casualidad, sus esposos eran uno mejor que el otro, realmente excelentes hombres. En cambio, yo, era la que había decidido mal, la que no había hecho la peor elección, hace ya varios años. Mi querido exnovio debe estar en una isla del caribe con su rubia novia acostados en una playa paradisiaco tomando margaritas. Suspiro. No es culpa de nadie, solo mía.

Antes de salir le doy un vistazo a la pared del cuarto. Yo como, duermo, vivo y respiro con lo que esta pared contiene. En una gran pizarra he pegado papeles con datos, direcciones, fotos, detalles, pruebas, todo lo que he podido acumular por un año sobre mis objetivos, mis targets para cazar.

No había un día que no revisará todo, no importa cuan tarde llegará, cuan cansada estuviera, siempre creía haber encontrado algo más, una señal, algo que no había visto una indicación de que algo se me pasó, que necesitaba ver algo.

Había ido a tomar fotos a lugares, a quedarme horas en un edificio, en una entrada, en una ventana… esperando el momento propicio. La foto que necesitaba, el nombre, el dato, la ubicación. Era un trabajo que requería mucha paciencia, que afortunadamente yo tenía.

¿Han tratado de hacer un postre exquisito? Les cuento que lleva mucho tiempo, mucha persistencia, tenacidad y sobre todo, no dejarse llevar por la premura. Como dicen, las mejores comidas se preparan a fuego lento, y este era el caso.

Después de arreglarme y de de nuevo, no reconocerme en lo absoluto en el espejo, repasaba todo por quincuagésima vez. Tenía por un lado, obviamente todo un costado de la pizarra con información de mi enemigo número uno: Felipe. Tenía detalles de su vida conmigo, de su malversación y robo de mis fondos y ahorros, números de sus cuentas, últimas ubicaciones, uso de su tarjeta de crédito y demás pruebas.

El infeliz gusano tenía una gran ventaja en su haber: era pésimo con la tecnología así que no usaba mucho las tarjetas, ni transacciones que requerían internet, era un tipo a la vieja usanza, y eso era una desventaja para mí porque era muy difícil rastrearlo. Por fotos que pude obtener, sigue en una isla, pasándola bien. Sin trabajar, no es que lo haya hecho mucho antes, e inmune a todos los desastres, deudas, prestamistas que lo buscan, entre otros.




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