Baptiste
—No, Baptiste no te diré a quién le di mi invitación. Y deja de preguntar que no te lo diré de ninguna forma—
—Pero es solo que…—
—Te recomiendo que dejes de meterte en el camino de ella… al menos que te lo pida. Y eso lo veo difícil. Y por nada del mundo intentes hacerle algo, sé que eres un hombre bueno, pero ella es especial—
—Juro que no es por nada malo, de verdad que no, solo pido su nombre—
—Nop, nop, y nop. Deja de insistir con eso. Más bien recuerda aceptar la invitación que te envié para el cumpleaños de Gustav, es en pocos días y te esperamos. Ahh y obvio va a estar mi hermano con su esposa, solo te aviso. No faltes. Te espero con un buen regalo. Chauuuu— me dice y cuelga ¡Cuelga! Esto no sirvió para nada, pienso sosteniendo mi celular en mi mano.
Hablar con Greta fue mi menor problema. Aunque no lo crean. Tengo toda la mañana metido en mi oficina buscando información de esta mujer y no hay nada, ¡nada! Pero como demonios voy a buscar bien, si no tengo absolutamente nada de ella, ni su nombre, ni su apellido, ni siquiera una letra.
Menos una foto, olvídense. Entre en la página del evento y es como si fuera un fantasma ¿Me la imagine? Es poco probable, recuerdo haberla besado, sutilmente, un suave roce de sus labios. Esto es profundamente traumático. ¡Mon dieu!
Lo peor es que sin conocerla estoy sumamente preocupado por ella, no sé en que está metida, pero es malo, algo en mis huesos me dice que es malo, de verdad. No quiere mi ayuda, no sé como buscarla. Mi único punto de contacto es Greta y me mandó a volar. La busqué en sus redes sociales y no tiene ni una foto con esa hermosa mujer. Demonios.
No me queda otra que esperar, reza a que mon couer vuelva que algo le haya interesado mi propuesta misteriosa. Traté de tener un día normal, hablando con otros artistas, en los talleres que mi grupo dicta, hablando con mis alumnos hasta tarde. Algo me distrajo, peor no tanto como quería. Pero sin duda nada me preparó para lo que encontré en mi oficina una vez que regresé de ver a algunos de mis alumnos.
—Hola francesito ¿Me extrañaste?… Me dijiste que tenías una propuesta y… aquí me tienes—
—¡Mon dieu!— fue lo único que pude gritar mientras sujetaba mi pecho. El corazón parecía que se me iba a brotar del pecho, escalar a mi boca y salir corriendo. Ahí en mi escritorio, cuál sirena en la playa sobre una roca, estaba la mujer de mis tormentos, la que había acaparado mi pensamiento por horas desde que la vi y conocí brevemente por extremadamente poco tiempo.
Tenía vestimenta negra de pies a cabeza, una trenza en su cabello que colgaba preciosamente ahora en su hombro, maquillaje oscuro, y una expresión de comodidad y naturalidad arrebatadora. La oficina olía a vainilla y azúcar, sus ojos brillaban y me apreció tan hermosa como aquella noche. Ahora, con su look y su actitud, parecía una ladrona que quería que la encontraran. Ella puede robarme lo que quiera, cuando quiera.
—Mon couer. Volviste— digo cerrando la puerta respirando aun agitado del susto. Pero qué demonios pienso, ¿cómo llego hasta aquí.
—¿Cómo… como entraste? Sabes que podías haber tocado la puerta, ¿no?— digo y ella se encoge de hombros.
—Nahhh prefiero la privacidad de entrar como y cuando quiero y en cuanto al cómo… debo decir que tu seguridad es bastante mala. Supongo que las obras que tienes aquí no valen mucho ¿No?— yo me quedo serio, mirándola ofendido.
—Valen millones— confirmo y ella abre los ojos con expresión de duda. Se levanta de mi escritorio y camina como una pantera y se posiciona frente al escritorio, sentándose de forma grácil. Hace que mi corazón de un brinco y esta vez no del susto.
—Pues tendrías que mejorar todo el proceso, desde la puerta hasta las cámaras, todo. Pero en fin, no vine a hablar de tu seguridad. Greta podría darte buenas recomendaciones, su empresa Psique es realmente una de las mejores. Vine a hablar de tu propuesta. Soy toda oídos— dice y me acerco a ella, siento de nuevo esa sensación de que ella tiene un imán hacia mí. Detallo de nuevo el tatuaje de la mariposa en su mano, es tan real.
—Bien, me alegro mucho. Verás, no sé muy bien en que estás metida, pero sin duda en algo grave y complicado y…. me atrevería a decir, peligroso. Y si, ya sé que no necesitas ayuda de nadie, pero si hay algo en lo que yo pueda… hacer tu vida más fácil, aquí estoy. Contactos, conocidos, información… ayudarte a escapar…— - le digo divertido, recordando ese escape en el evento y ella en realidad sonríe, una sonrisa muy pequeña, pero que me da una fuerza para continuar, increíble -—Lo que necesites de mí—
—¿Y a cambio? ¿Qué deseas?— me dice directamente, sus brazos cruzados en su pecho. Su cabellera negra es tan brillante que resalta los haces de luz que entran en la ventana. Debe ser luna llena, sin duda. Yo trago saliva, de repente nervioso. Yo el tipo siempre relajado, gracioso, llevadero, sociable. Nervioso. Nerviosísimo porque ella está aquí, emboscándome en mi propia oficina. Cerca a mi dispuesta a hablar ¿No es lo que quería?
—Quiero que estés conmigo?— ella me mira sin entender, casi ofendida.
—¿Perdón?— yo sonrío nervioso de repente y cierro los ojos. Concéntrate Baptiste, me digo.
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Editado: 19.02.2023