Venganza Millonaria

Capítulo 16: La suerte

Monique

La naturaleza puede ser cruel y en cualquier ambiente, hay depredadores por todas partes. En la sociedad, a las mujeres nos dicen el sexo débil, pero en la naturaleza, es bien sabido que las hembras suelen ser más poderosas, más fuertes que los machos y usualmente ellas deciden.

Antes yo pensaba que esto era un mero cuento, pero en pocos días había hecho mucho, entendía que tenía más poder del que creía. Tenía uno menos en mi lista, otro en vista, seguía reuniendo información y tenía dinero de mi trabajo con Baptiste. Los días iban y venían y, si… él me había cargado por mi torcedura en mi pie, pero el francés estaba en mis manos.

Yo luchaba por no caer en las suyas, y era difícil, pero su interés en mí me tenía totalmente sorprendida. Recordaba su delicadeza y a la vez su fuerza. Él como me sentía segura en sus brazos, su olor, sus brazos, su pecho, su voz… luchaba con garras y dientes por no caer en su hechizo, pero a veces era imposible.

Desde que tomé la mala decisión de escribirle por mi número de teléfono, todos los días recibo un mensaje de él: me pregunta como estoy, si estoy descansando, si tomé algún calmante, y especialmente cuando volveremos a vernos. Lo peor es que ya nos hemos visto.

Cuando mejoré varias veces estuve en su estudio, vi sus primeros borradores de pinturas, me explicó de su proceso. Sus pinturas ahora son más figurativas, menos abstractas, al parecer está dedicando su nueva colección a una serie de paisajes de la ciudad, especialmente de noche. 

Son realmente bellas, aunque trato de mantenerlo a raya de que no se le suba a la cabeza. ¿En qué lo estoy ayudando? No tengo idea, solo hablo con él, me cuenta qué quiere hacer, de su vida, poco de la mía, qué  nos hace sentir ciertas imágenes y debo decir… es bastante placentero. Al menos él no ha intentado acercarse más a mí ni besarme como un desquiciado como en el cumpleaños pasado.

Los fines de semana o especialmente en la noche, me manda fotos de las obras que ha terminado, ideas, o fotos que encuentra. Y cuando testarudamente no le respondo, me deja audios contándome de cualquier cosa, esos que sabe bien que no los voy a dejar de oír… es que solo su acento me hace sentir bien, su voz gruesa la forma en que pronuncia todo como si fueran los más sutiles susurros. No se lo reconozco, pero sabe que escucharlo me enloquece. Aunque él debe saberlo.

Dicen que somos el sexo débil, pero además del millonario artista, Phil también me acosa con mensajes, llamadas y audios. Me manda información que encuentra de nuestros objetivos, noticias, o simples cosas que vio y le recordaron a mí.

Algunas veces hasta me manda fotos de él, tomando un poco de whiskey y guiñándome el ojo. No sé que pretenden estos hombres. Quien disfruta de todo esto es Caro quien dice que tengo un pequeño pero importante grupo de fan. Lo peor, es que no debería estar interesada en ninguno de ellos.

Mientras estoy un poco atascada en mi siguiente paso, procedo a ver algunas otras alternativas. Mark Parr tiene una amante, lo sé y evidentemente la idea es que su esposa, la pobre Anita, se dé cuenta de ello. No era mi idea hacerla sufrir, todo lo contrario, ninguna mujer aquí debería salir perjudicada

¿Pero como hacerlo? Tenía que armar un buen plan, y se me estaba dificultando. Así que procedí a recaudar información, por otra parte, hacer mis rondas habituales. Es como en un examen, si no te sabes una pregunta, continúas con la siguiente hasta que la inspiración llegue, pero no perder tiempo. Siempre continuar.

Entre el cumpleaños de Gustav, Baptiste con sus sesiones y la persecución del periodista y el abogado, había descuidado monitorear los pesos pesados. Porque si el abogado, el periodista, el equipo de geógrafos eran malos y habían sido dañinos, vamos a decir que eran efectos colaterales.

El verdadero problema era Robson, Warleggan, Charlotte… Felipe. Ellos eran los principales. Y cuando quieres acabar con un enemigo, tienes que estudiarlo, conocerlo, entender todas sus partes. Pero más que todo estar atento a que no haya cambios, a que de un paso del que tú no sepas.

Por ello estaba aquí en donde sería mi golpe final, el casino de Robson. Aquí fue donde el gusano infeliz de mi novio perdió el dinero, mi dinero, donde hizo transacciones que no debía, donde apostó, donde invirtió con quien y donde no debía. Para mí este lugar era un nido de ratas, pero como dije, tenía que estar aquí, conocer a las ratas para destruirlas. 

Desde hace días estoy intentando ingresar en un lugar que es particularmente exclusivo del casino, uno donde van realmente los millonarios, una especie de zona VIP. Obviamente como una mera y vulgar ciudadana no puedo entrar y lo que es peor, suelen pedir identificación para acceder. Por lo que desde hace ya mucho tiempo empecé a trabajar de mesera en el casino.

Quizás como una mera empleada pueda acceder, se necesitan empleados en todas las áreas ¿verdad? Mi jefe era bastante bueno, solía cuidar a sus chicas, pero por más veces que le pedí ese pequeño ascenso, argumentando que ahí las propinas eran mejores, aún no me dejó entrar.  No sé por qué. Quizás me está protegiendo, no lo sé. Con certeza los hombres ahí no son ni buenos, ni amables, ni respetuosos. 

Así que aquí estaba yo con mi uniforme de camisa blanca abotonada y una falda negra con medias transparentes negras, mi cabello atado, una bandeja entregando las bebidas pedidas, pero con mi mirada en esa puerta que se abre y se cierra, con cortinas pesadas y un tipo en la entrada que mide dos metros de alto por dos de ancho. Piensa Moni, piensa como vas a entrar aquí...




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