Monique
Tuve una sensación de incertidumbre, no sé que iba a ser de mí durante el resto del día. Yo me imaginaba estar en mi casa hoy mismo, dormir en mi cama, y aún más importante… ¡La reunión con Warleggan padre! ¡Charlotte! ¡Robson! ¡Nuestro plan! ¡Por la Diosa! Un plan tan perfectamente cuidado y ahora esto pensaba amargada. Pero quizás ahora eso no iba a suceder. Tenía aún la esperanza de llegar mañana, quizás tarde, al menos un rato. Pero igual tendría que pasar por casa a arreglarme ¿Por qué tenía que suceder esto?
Baptiste me explicaba que todos los vuelos estaban colapsados con el temporal y no había otra forma de devolvernos, ningún vuelo saldría, y en auto nos encontrábamos muy lejos como para ir por autopista. Estábamos atrapados. No era difícil imaginarse todo el caos, si el taxista de casualidad puede pasar por la calle, está inclinado casi sobre el vidrio intentando qué demonios ver un metro adelante.
Se escuchan bocinas, gritos y la gente en la ciudad solo desea llegar a sus casas, como todos. Todo esto, sin contar que yo estaba empapada de pies a cabezas como si hubiese estado en una piscina olímpica. Francesito estaba al teléfono organizando todo mientras me abrazaba, yo aún en sus piernas, quedándome ahí, en medio del ajetreo del mundo exterior atónita.
Había salido de casualidad viva de ese local, y con las manos vacías. Mi corazón aún latía como loco, y ahora no era seguro que pudiera llegar al evento en el casino, todo para absolutamente nada. Me sentía derrotada, sentía que me había fallado a mi misma, pero sobre todo a mis amigas, yo las metí en esto y ahora ellas estarían solas, con varios hombres malvados, en un problema que era mío, mi idea, mi venganza.
Yo era una persona responsable y dejaba todo entendiendo, a kilómetros de distancia en una ciudad desconocida, dejándoles ese problema a mis más queridas amigas. El escenario realmente no podía ser peor.
Pero de solo salir del taxi me di cuenta de que no solo Baptiste tenía razón, sino que esto iba a ser una proeza y que ni un cohete de la NASA podría andar por estos cielos, llovía a cántaros y el viento movía todo, no tardé en empaparme aún más, mi abrigo nuevo que no sé de donde lo sacó Baptiste me protegía más, pero mis zapatos, y el resto de mi ropa estaba en un estado deplorable.
Todo mientras caminábamos del taxi al hotel. Baptiste me miraba preocupado e intentaba solucionar todo lo que pasaba, demasiado que conseguimos un hotel en estas circunstancias. Es un edificio pequeño, un hotel bastante regular, nada exhuberante, uno de esos hoteles que están cerca de los aeropuertos para situaciones como esta, vuelos atrasados y otras desgracias.
No tenía ropa, ni cepillo de dientes, nada de nada. Era lo que tenía puesto y nada más. Solo pensaba en que tendría que sacarme mi ropa y ver como la secaba en la habitación. Esto es un desastre. Baptiste intentó cubrirme con su abrigo pero sin éxito. Ya yo tiritaba mientras entraba al hotel. Y por la Diosa. ¡Estaba lleno! Obviamente, había ya muchas personas que como nosotros buscaban un asilo, solo pensaban en tener una cama caliente, un baño y algo de comida para pasar la noche en este diluvio. Por un buen rato esperamos.
Baptiste me abrazaba, aún angustiado de haberme encontrado ahí en medio de un lugar desconocido con cara de que había visto un payaso tenebroso. Prefería al payaso tenebroso que a ese calvo con ese perro feroz. Solo de pensarlo me hace temblar. No me preguntaba qué había sucedido, solo me decía pequeñas palabras de aliento mientras las gotas caían también de su cabello a su cara. Cuando por fin llegamos al mostrador, nos esperaba otra cosa. Por supuesto.
—Lo siento, no tenemos dos habitaciones individuales disponibles— decía la señorita muy sería y muy ajetreada.
—¿Cómo que…?— decía yo atónita.
—Como escucharon, lamentablemente hay muchos pasajeros afectados por la lluvia y ocuparon todas las habitaciones individuales, solo queda una— decía como si nada.
—Pero si teníamos una reserva…— preguntaba Baptiste, intranquilo, intentando buscar una solución, ya que yo no podía ni articular una palabra. Estaba completamente emparamada de pies a cabeza, no tendría ni ropa que ponerme. Y esta señorita me decía que no había más habitaciones ¿Qué íbamos a hacer?
—Sí, y era de una habitación individual, cama matrimonial— dijo ella recalcando el tema de la cama. Por todas las mariposas sagradas.Yo seguía en shock —Si la reserva era una habitación matrimonial, es decir una cama para dos — repite como si fuera un trámite de lo más normal ¿Matrimonial? Yo miraba a Baptiste con terror, mi boca temblaba.
—¿Y-y una triple?— solo logré preguntar de repente.
—No, y tampoco camas adicionales. Literalmente es lo que queda. ¿Lo toman o lo dejan? Necesito su respuesta rápida antes para avisar al resto de las personas que estamos a full capacidad y que tienen que intentar en otro hotel— decía ella con seriedad, como si fuera un juego y nosotros una molestia.
Estamos en una situación única, el dinero no es problema, y, sin embargo, no podemos salirnos con la nuestra ni con miles y miles de dólares. Así que si estamos aquí es porque no hay anda más.
—Mon coeur… no hay más habitaciones y todavía hay gente aquí esperando… Ya la asistente del vuelo llamó a ver si conseguíamos un hotel mejor, pero todos están igual o peor— me decía exaltado. Yo lo entendía, realmente era la única solución, no sé si esta es una gran oportunidad o un gran error.
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Editado: 19.02.2023