Baptiste
Habíamos pasado de un desastre a otro, un torrencial espantoso, las calles colapsadas, Monique saliendo de una zona de Seattle que desconocía, empapada y con cara de que había visto un fantasma. La había abrazado por un buen rato y soy testigo de todo lo que tomó para que su corazón se tranquilizara. No sé qué había pasado y sentía que lo mejor era no preguntar, por ahora no al menos. Pensé que llegaríamos al hotel y todo se solucionaría.
Luego me acordé de que ella tenía que estar en casa para mañana, parecía algo urgente, de nuevo no sabia que era, pero no era una opción. El vuelo se atrasaba indefinidamente y ahora ella no podría llegar ¡Ni sabia cuando saldríamos! Me dolía porque sentía que era mi culpa, quizás no enteramente, pero yo tuve que ver, yo le pedí que viniera conmigo y aquí estamos. Tuvimos un día hermoso y ahora todo se vino abajo.
Para colmo, llegábamos al hotel y solo había una habitación disponible, no sé si se reservó una o dos, evidentemente el hotel estaba colapsado y terminamos ella y ello en una pequeña habitación, con camisetas, boxers y batas de baño, cenando tonterías… y aun así era maravilloso. Mon coeur hacía parecer todo maravilloso.
A veces pensaba que lo hacía a propósito, encantarme, enamorar, como sabiendo precisamente que quería yo, que me gustaba de ella, que me volvía loco. Pero viéndola hoy, angustiada, preocupada, con una ropa casi prestada, sencilla… aun así me robara el aliento… no, no ella no puede planear nada de esto. Ella intenta que todo salga bien solo para que estemos bien. Se disculpaba y me pedía perdón… como si lo necesitara, cuando yo solo quiero de ella su compañía.
Por más que ella esté más tranquila y con mejor semblante, yo sigo preocupado. La imagen de verla salir corriendo y lanzarse a mis brazos, es algo que no creo que se me pueda borrar nunca de la cabeza. Dudo que ella esté completamente bien, y solo busco estar cerca de ella, consentirla, cuidarla tener un poco de esa extraña magia que tiene. Pero a la vez… no puedo evitar la atracción que ella ejerce en mí… es definitivamente algo fuera de este mundo.
De repente estoy frente a Monique, preguntándole cómo está y mi preciosa musa busca consuelo en mí. No puedo empezar a explicar lo que significa que ella se acerque a mí, que me necesite, que yo pueda brindarle algo de calma. Creo que yo no querría nada más en el mundo que eso.
Ella colocaba sus manos en mi bata, presionando con sus dedos, mis manos en su cabello aun mojado, brillando. Siento la calidez de su cuerpo y su respiración agitada. Sueño de pensar que ella siente lo mismo que yo, que su cuerpo reacciona como el mío. Me conformaría con solo una pequeña fracción.
Yo me inclino suavemente, como dejándome llevar por esa atracción inevitable. En segundos, sus labios rozan los míos, haciéndome cosquillas suavemente en el contorno de mi boca, se siente como un momento perfecto. El calor de sus labios me hace temblar y me olvido del frío, de la tormenta, de mis preocupaciones, del día de hoy.
Lentamente, siento sus labios con la punta de mi lengua, tocando cada rincón mientras sus manos están en mis brazos. El cinturón de mi bata de baño está suelto y sus cálidas manos están en mi cuello. Mis manos toman cada lado de su rostro, mis pulgares acariciando sus pómulos perfectos. Puedo oír su respiración, ruidosa e inquieta y nuestros cuerpos tan cerca y sin dejar espacio entre nosotros.
Yo estoy parado frente a ella, su cuerpo suavemente entre mis piernas y siento el calor de su piel, su cuerpo vibrando cerca del mío. Vamos comenzando poco a poco y nuestros besos se van haciendo cada vez más intensos. No puedo dejar de pensar en que estamos solos, que ha sido un día de locos y que finalmente solo estamos ella, yo y una cama.
Al mismo tiempo sus caricias son maravillosas y me olvido hasta de como me llamo mientras me acerco más. Yo me quito la bata y ella acaricia mis brazos, mientras mi mano va viajando por su piel bajo su camiseta, ya su bata de baño cae por sus hombros.
—Monique…— le susurro entre besos y ella se levanta, abrazándome, besándome con pasión, entregándose a esta locura, mientras yo la estrecho contra mí. Nunca había deseado tanto a un ser en toda mi vida, nunca una mujer me había hecho sentir así solo con un beso.
Yo no quería ni podía controlarme, mis manos estaban en su espalda, ella responde apretándose a mí, siento sus curvas tan cerca que no puedo dejar de cerrar los ojos y y sentir como mi pecho ruge de satisfacción. Mientras ella me besa, acariciando mi cabello, mi nuca mi cuello, levanta el borde de mi camiseta, quitándomela y cae suavemente al suelo.
Monique no es la misma chica siempre vestido de oscuro, con secretos o rehuyendo de mí. Tampoco es la diosa hechicera que me sedujo bailando, moviendo su cuerpo de forma mágica cerca de mí, ni la que me besó mientras estábamos medio borrachos en la fiesta.
Esta Monique es sencilla, siento que es la más natural de todas, la más parecida a la que me besó en mi estudio luego de que le preparé una simple cena. Esta Monique me encanta, es mi favorita, la haría reina del mundo si me lo pidiera. Aunque mataría por cualquiera de todas las Moniques conocidas o por conocer.
Ella pasa sus manos por mí como absorbiendo cada detalle, besando cada parte de mi piel con pasión, sus manos explorando mi espalda, su boca en mi cuello, en mi nuez de adán, bajando por mi garganta, llegando a mi pecho, mis costillas y yo siento que me voy a incendiar aquí mismo. Mon coeur, ocupaba cada rastro de mí, sin decir una sola palabra, besándome apasionadamente mientras mis manos se enredan en su cabello.
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Editado: 19.02.2023