Venganza Millonaria

Capítulo 30: Hermosa distracción

Monique

Nuca había sentido nada así en toda mi vida. De repente mi cabeza empezó a calcular la cantidad de horas que había perdido estando con Felipe. Lo que tuve con él fue nada, aunque el tiempo me dice que fueron años. Pero lo que sentí con el fue un vacío… porque esto, en comparación… era un mundo de sueños lleno de colores y mariposas. 

Baptiste llenó mi cuerpo de una sensación cálida y maravillosa que no había experimentado, siquiera soñado con sentir. Yo me había conformado, había sido poco ambiciosa… por qué si esto existía en la vida real… ¿Entonces que había sentido la Monique en el pasado? Nada.

Francesito me besaba y acariciaba, venerando mi cuerpo como si yo fuera una diosa, como si no se cansara de obtener más y más de mí, y a la vez… como si una aparte de él fuera consciente de que nunca iba a obtener todo, pero seguía tratando. 

La noche se había ido desapareciendo y llegó la madrugada. Dormimos poco, casi nada, mientras seguía lloviendo. Por horas me quedé sobre su pecho acariciando su piel. Baptiste era… lo más hermoso que vi en mi vida. No solo era sexy como nadie, atractivo, sino increíblemente sensual y dulce.

Si alguien me hubiese dicho que un hombre así existía y se iba a fijar en mí… me hubiese esperado, no hubiese querido conocer a ningún otro hombre, menos al infeliz gusano de Felipe. 

No sé qué me sucedió, pero lo agradecía. Estaba preocupada, aun con la adrenalina de huir de ese lugar en que casi me descubren y me atrapan, nunca había estado tan cerca de ser encontrada. Tenía miedo, y luego con él encontré la profunda calma.

Quizás algo de mi cuerpo seguía en alarma, mi cerebro mandando señales de S.O.S como loco y Baptiste lo sabía, lo veía en mi cara, como si tuviera un sexto sentido especialmente para mí. 

Él me traía comida, ropa, me decía que me bañara y me cuidaba. Luego me abrazaba y me consolaba, y creo que sin poder separarnos… nos besábamos, nos tocábamos, cada uno luchando portocar más, por besar más al otro. Quiero tener esta lucha toda la vida. Baptiste me enloquecía y ya a estas alturas yo sabia que estaba irremediablemente enamorada.

¿Quién puede hacer saltar mi corazón de esta manera? ¿Quién puede hacerme ver la aurora boreal cuando cerraba los ojos de tal éxtasis? Sus manos eran mías, su piel era mi segunda piel y yo no quería que esto terminara. 

Este pequeño cuarto de hotel era un santuario para mí, la lluvia un canto, su boca el paraíso, sus manos mi perdición y su cuerpo era mi camino. Sí se acaba el mundo por favor que se destruya todo, pero déjenme este hombre a mí, júrenme que me lo dejan a mí.

No quería separarme de él jamás. Lo había sabido desde hace tiempo, con sus dulces palabras, con su acento hermoso, con esos ojos encantadores… sabia que francesito se había hecho un camino en mi corazón, a pulso, con esfuerzo y amabilidad pura. Ya no me podía alejar de él, no era una decisión. Y a la vez me traía varios problemas, en los cuales no podía pensar ahora, ya que él me seguía tocando.

Yo estaba acostada boca abajo y él dibujaba con sus dedos la forma de mis caderas, de mi espalda de mis hombros mientras apartaba mi cabello. Daba un beso aquí y allá. No sé si el día paso o se alargó, si es fin de semana o día normal, no sé cuando comienza una hora y termina la otra, para mí el tiempo es un continuo que no puedo calcular, solo pienso que estoy con él.

El tiempo mide en besos, caricias, suaves mordidas, la presión de los dedos de Baptiste sobre mí. Nos habíamos levantado para comer algo, pedir algo de la comida a la habitación. El cielo seguía cayéndose, así que no había opción de volver, no todavía. Pero aún había tiempo, al menos eso pensaba yo.

Su boca está en la parte baja de mi espalda cuando habla y su cálido aliento me hace suspirar. No me acostumbro aún a su cercanía… y a la vez, la necesito como el aire. 

—Esta no era la forma en la que pensé que estaríamos juntos— dice él de repente como en un murmullo.

—¿Estuviste pensando en la forma en cuando estaríamos juntos?— pregunto y él se queda callado de repente. Como si lo hubiese agarrado in fraganti. O pensó en voz alto.

—¿Ah?— dice de repente como intentando ganar tiempo y yo me rio.

—Es obvio que un hotel en Seattle no era la primera opción… pero ¿Has estado pensando en como íbamos a estar junto Monsieur Baptiste?— le pregunto.

—Ehhhh….mmm… ¿Oui?—  dice y ambos nos reímos. Yo me volteo ligeramente y él se inclina hacia mí, casi sobre mi cuerpo. Yo suspiro, su cara está roja y también su cuello. Acaricio con mi mano su nuez de adán, el inicio de su barba, su pecho, su abdomen, ligeramente pasando la punta de mis dedos. Él hace un suave sonido de placer mientras me ve bajo él, mordiéndose su labio inferior.

—¿Desde hace cuanto?—  pregunto, por curiosidad pero también para molestarlo un poco. Él se queda pensando y hace una mueca y cierra un ojo mientras me ve.

—Ummmm… Desde que te vi en el evento…no es la respuesta correcta, pero es la verdad, soy un hombre sincero—  dice y yo me rio. Si que lo es.

—¿Desde qué nos vimos por primera vez?— el asiente, soltando un suave Oui.

—Se intensificó después, pero si… desde ese momento… quería tenerte conmigo, aún más luego de verte más seguido— confiesa algo intranquilo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.