Felipe
Dicen por ahí que en la naturaleza sobrevive el más fuerte. Pero yo, desde muy pequeño me di cuenta de que eso era un error… entendí que realmente sobrevive el más poderoso. No vengo de una familia con muco dinero, se podría decir qué normal, clase media, con amigos clase media, pero que quería más, mucho más.
El mundo tenía tantas cosas que ofrecer, viajes, lugares lujosos, joyas, eventos, comida, bebidas, y tanto más que realmente no entendía como la gente se conformaba con tan poco, un trabajo mediocre, una casa pequeña, una esposa o esposo, niños malcriados… en fin. Descubrí desde muy tierna edad que no estaba preparado para eso.
Ayudaba a amigos en sus negocios, buscaba el dinero fácil en pequeños productos que buscaban cazar a algunos tontos… y me di cuenta de que era buen en ello. Pero lo que más me molestaba era que no tenía mi propio dinero, una buena cantidad para invertir en algo propio, algo que me produjera dinero fácil y dedicarme a disfrutar.
Y ahí es cuando conocí a Charlotte. Desde que la vi me apreció que era la mujer más despampanante que vi en mi vida, una rubia explosiva, preciosa, y además… brillante. Honestamente, era todo lo que un hombre puede desear y más. Pero más que todo Charlotte tenía un talento maravilloso para embaucar y dominar personas. No sé si es porque tuvo una infancia difícil, pero era la combinación perfecta de atractivo, inteligencia y manipulación.
Parecía una pobre chica en apuros, pero cuando ya le veías las garras era muy tarde. Teníamos las mismas ambiciones, y eso era un defecto, como me di cuenta más tarde. Ella quería lo mismo que yo, por lo tanto, yo no era un buen candidato para ella. Su idea era conseguirse un millonario, más que un esposo, un socio que le permitiera ganar dinero en libertad.
Un esposo la ataría, le cortaría su libertad, y ella, como yo, quería hacer lo que quisiera. Por años nos estuvimos viendo, nos acostamos, salimos, compartimos apuntes de como lograr dinero más fácil mientras estábamos en la cama, e imaginamos un futuro, yo nos imaginaba juntos, ella nos imaginaba con dinero, no importa cómo.
Charlotte era superior, eso lo sabía, y ese hecho no me acobardaba, todo lo contrario. Entendí que si quería lograr algo en la vida tenía que estar cerca de ella. Había años donde nos veíamos más que otros, muchas veces en Seattle mientras yo decía que iba a estudiar o cualquier invento. Hasta que Charlotte dio con una fantástica idea, que le dio su jefe Robson en un momento.
La información es poder, y nada mejor para manipular a alguien es con detalles de su vida, escándalos, pequeños chismes, datos que no deberían saberse… pero que nosotros podríamos tener. Así buenos dedicamos a almacenar información de muchas personas, una colección de talones de Aquiles se podría decir.
Ella hacía buena parte de la inteligencia de eso, mientras yo la aparte más operativa, no me molestaba decir que yo era su especie de secuas, las manos que ella necesitara. Y mientras ella escalaba con Robson ganando buenos puestos y su confianza… yo me desesperaba por tener su aprobación, que algún día me dijera, si te quiero a mi lado para disfrutar la vida.
Por lo tanto, mientras ella conseguía éxitos, yo estaba robando información aquí o allá, vigilando, cazando algo o inventando tener algún negocio para medio mantenerme, fui coach emocional, empresario, inventor, de todo un poco, pero nada daba resultado, de verdad que no tenía talento para el trabajo honesto. Mi vida era una pesadilla, pero necesitaba un asidero, algo de que sostenerme.
Luego Robson se arriesgó a darme una oportunidad, un proyecto en el puerto para embaucar a varios, lo único que tenía que hacer era darle dinero, que yo fuera una especie de víctima, y me vería recompensando, podría trabajar con Charlotte, casi a su nivel… ella me ayudaría, todo parecía prosperar y no sabían cuanto.
Pero…¿de dónde sacar el dinero? ¿Conde iba a convencer a otros de invertir? Tenía que tener contacto con otros inversores, hacer que cayeran. Yo sería una víctima también así que era la fórmula perfecta, el crimen perfecto se podría decir.
Y ahí entraba ella, Monique. Mi asidero, mi suelo donde pisar, la base de mi otra vida, esa vida donde yo era un tipo tranquilo que buscaba hacer dinero como todos, a punta de trabajo, con mi novia desde hace años, en su departamento… viviendo una vida regular, un Felipe regular, no el grandioso que yo quería ser.
Monique no pensaba como yo ¡Por dios nada más lejos de la realidad! Ella era una mujer de trabajo, a la que extrañamente le gustaba ensuciarse las manos. Por años trabajo limpiando cocinas, lavando platos, sirviendo a clientes grosero, y yo honestamente creo que a ella le gustaba, contra todo pronóstico.
Me daba lástima ella, era una mujer regular, que no quería pensar más alto. Su gran meta era tener un restaurante, para seguir matándose en el trabajo, para limpiar más pisos, platos y atender más clientes desagradables. Sí, ese era su sueño ¿Pueden creerlo?
Era una mujer de belleza promedio para abajo, sin muchas habilidades, ingenua, confiada, con una familia que básicamente la explotaba y ni sabia que existía, al igual que yo no tenía apoyo, tenía tantos hermanos que una herencia o ayuda de sus padres era imposible. Bueno si, ella estaba peor en ese aspecto. Así que si quería algo, tenía que buscarlo, con sus propias manos.
Por años la vi llegando a casa cansada y luego buscando hablar conmigo, pedirme pocas cosas y más bien ayudándome o haciéndome la cena. Verán… Moni tenía ese defecto de ser poco ambiciosa, pero quería agradar, me complacía y me veía como lo único que tenía en su vida. Francamente, estaba en el lugar perfecto, por eso jamás la dejé ¿Por qué la dejaría?
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Editado: 19.02.2023