Venganza Millonaria

Capítulo 35: Planear el menú

Monique

—Así que… tú y francesito ¿umm?— me dice Caro con una expresión risueña y una sonrisa picara en su rostro. Yo la miro sorprendida con la boca abierta. 

—¿Es que no has escuchado nada de lo que te he dicho? ¿Tengo horas diciendo la nada misma?—  pregunto anonadada.

Vine lo antes que pude a su casa para que me ponga al tanto de la reunión en el casino, contarle lo que me dijo Felipe y otros adelantos. Tenemos que movernos ya que con la llegada del gusano infeliz, todos nuestros planes tienen que reorganizarse. Había tanto que hablar, todo lo que ha pasado en estos días. Demonios estuve fuera poco más de un par de días y la situación ha cambiado notablemente ¡Los días más intensos que he vivido!

—Ohhhh si… créeme que escuché…. jujujuju escuché muy bien, especialmente las palabras Baptiste, cama, besos, la mejor noche de mi vida, es maravilloso, etcétera, etcétera, etcétera—  dice mirándome de reojo con una sonrisa burlona que me provoca lanzarle un cojín de los que tengo a mano y quitársela de un solo golpe.

Quizás lo haga, no prometo nada. Luego empieza a contar con sus dedos, indicando cada cosa con un dedito de su pequeña mano, moviendo su cabeza, su cabello corto y oscuro balanceándose.

—Escuché que tuviste un día fabuloso en Seattle con francesito, luego que francesito te hizo sentir cosas que la rata infeliz no pudo hacer nunca en años, luego que te quedaste varada en Seattle en una habitación con francesito mientras había un diluvio… ¡Pobrecita Moni!— dice en un tono más falso que mi ex y se sigue sonriendo de forma satisfactoria.

Mucho más al ver mi expresión de ojos serios y brazos cruzados en el pecho, y relinchando como un caballo. Demonios como está disfrutando reírse de mí está sabelotodo y mientras más me ve molesta parece motivarla aún más.

—¡Ahhh si! Se quedaron sin ropa ¡Pobrecitos! Así que estuvieron con dos o tres cositas, insisto… en la cama, encerrados en un hotel juntitos. También francesito te siguió tratando como una reina llevándote en un avión privado, además de que se comportó como todooooo un caballero cuando le constantes tus secretos más profundos y tu venganza, lo cual aplaudo, muy bien ahí por cierto. Y… además se comprometió contigo, y dudo que en su cabeza sea falso, para echarle en cara a la rata infeliz de que estaban juntos, muy juntos juntitos… y… ¿Qué más?— dice fingiendo duda. La odio, es oficial.

—¡Ahhh se me olvidaba!... lo llevaste a tu departamento… donde no llevas a casi nadie, de casualidad a mí… y celebraron su… compromiso. Imagino que de forma… muy muy placentera—  dice divertida, con sonrisa de guasón y se sienta en su silla complacida como si estuviera en un examen y el profesor la felicitara por sacar la mejor puntuación. Creída. Sabelotodo.

—Ridícula. Primero… es un compromiso ficticio, segundo no te llevo a mi departamento, tú te metes sin permiso—  digo y sé que lo que diga no ayudará a mi causa.

—Por ahora es ficticio…pero sí que lo celebraron ¿o no? No tengo pruebas, pero tampoco dudas… la cara que tienes es de una mujer… satisfecha—  señala ella fanfarroneando.

Para qué lo voy a negar ¡Ni yo me engaño! Llevé a Baptiste a mi cuarto como si no hay mañana. Ya estaba tan acostumbrada a quitarle la ropa y a verlo en esas camisetas de Seattle, que en segundos lo tenía en mi cama, emocionado esperándome, hablándome en francés, tocándome de una manera que debería ser prohibida. 

La chica callada del edificio que no interactuaba con nadie, había llegado a los besos con un hombre, discutido con otro, para luego meter, como desesperada, al primero en mi departamento y hacer cosas impronunciables.

Baptiste me preguntaba si quería que siguiera, si me gustaba como me besaba, sus caricias y yo no podía ni hablar, de vez en cuando murmuraba oui, oui, oui y él cumplía mis fantasías realidad. Grité como desesperada mientras caía sobre su pecho. 

Y no, no salimos en todo el día siguiente, no sé ni que hora era, pero ninguno quería salir de ahí. Casi ni de la cama. Él me decía mi prometida, mon fiancé y francamente… si seguíamos así yo ya no iba a ser qué era verdad y qué era mentira. Quería que todo fuera verdad… quería que él no se separara de mí. Baptiste me hacía perder la cabeza y querer dejar todo e irme con él a esa habitación en Seattle de nuevo. 

Caro se ve más que complacida mientras me ve perdida en mis pensamientos, casi puede intuir en que pienso en él. A veces me cae mal esta pequeña chica. Yo me dirijo a ella nuevamente 

—¿Acaso no escuchaste la parte en que te dije que Felipe regresó? ¿Qué volvió como si nada? ¿Qué cree que me va a tener de vuelta como si, casualmente fue a comprar un jugo de naranja y volvía? ¡No que volvía luego de un año! ¡El peor año de mi vida! - le pregunto, pero estoy más molesta conmigo que con nadie, ella ni se inmuta.

—Ohhh claro que lo escuché. Esa sanguijuela… francamente no debería ni respirar, es un desperdicio de oxígeno. Sin embargo… me alegro de que viva solo por imaginarme lo que debe haber sido su cara cuando te vio llegar con Baptiste a los besos—  dice ella muy risueña con esa sonrisita malévola —¿Por casualidad lo grabaste? Estuve chequeando si había cámaras de seguridad en el pasillo de tu edificio y no lo encontré—  dice suspirando con insatisfacción. ¿Qué buscó qué?

—¡Caro! ¡Ni siquiera supe que estaba en la ciudad! ¿Cómo iba a saber que iba a visitarme? Jamás imaginé que iba a venir así como si nada, al departamento de Dafne ni más ni menos—  digo desesperada. Aunque debo decir que conociendo al personaje… cualquier cosa es posible. Si si, mala mía debí haberlo previsto.




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