Monique
Todo pasó de repente, es extremadamente rápido, cuándo pensé que ya no teníamos escapatoria y qué íbamos a quedarnos francesito y yo en las garras de Felipe... Phil nos ofrece una oportunidad. Debo decir que al inicio parecía sospechoso, pero algo dentro de mí le creía, o quería hacerlo, suponía que era al menos un chance, una pequeña luz al final túnel, luego de tantas horas en donde nada salía bien.
Me aliviaba saber que las chicas están detrás de nosotros, y no dudaba de que ellas podrían defenderse, estaba segura de que Caro iba a buscar la manera de alejarse, de poner a Greta a salvo, mi amiga nunca debió estar aquí. Ninguno de ellos la verdad.
Pero ya no tenía sentido lamentarse en esto, nos encontramos en una situación imposible y teníamos que buscar la manera de salir por lo menos en una pieza, no soportaría si algo le pasara a ninguno de ellos.
No sé adónde nos llevaba Phil, solo que en cuanto Felipe le dio la espalda, el bajo el arma, parecía que no sabría cómo usarla. Me sujetaba por la cintura, pero realmente me guiaba ¿Nos llevaría alguna salida? ¿Después qué haríamos? ¿Cuándo terminaría toda esta locura? Era lo único que podía pensar.
—Confía en mi trebolito... Saldremos de esta— me decía Phil. Y por la diosa que eso yo hacía, confiar. Es verdad que él había estado en conversaciones con la rata infeliz, lo había perdido de vista, se había salido de mi radar, en parte era mi culpa.
Pero Phil siempre ha sido un hombre inteligente, yo suponía que tenía que darse cuenta de que Felipe no estaba bien y aún más importante, qué el mismo no iba a sacar nada bueno de esto.
Mis impresiones demuestran ser correctas en cuanto me asomé y vi a los hombres vestidos de color oscuro qué nos esperaban. Algunos eran varios de los que yo ya había visto en el evento, quizás estaban disfrazados, haciéndose pasar por meseros o personal del evento.
Phil le decía que siguiera por el pasillo que daban al salón principal. ¡Los que habían entrado eran aliados! Yo temía que quizás Robson había llamado refuerzos, podrían venir más maleantes y mafiosos, pero no... Parecía ser la policía y otras organizaciones.
Me alivié aún más cuando reconocí a uno de ellos, que sin duda, lo había visto con el oficial Carlson en algún momento... Y había un hombre que yo creí haber visto en algún momento en casa de Dafne, un hombre que parecía ser importante para la familia de Stefan, los Maledetti.
¡Tenemos ayuda! ¡Hemos recibido ayuda! Pensaba feliz y por como Phil me sujetaba, él también lo sabía, quizás lo supo desde antes, pero podía sentir su tensión. Estábamos a pasos de ser libres ¡De terminar todo esto! Pero aun los malos no han caído, y más importante aún Baptiste está en manos de este desgraciado.
Rápidamente, me asomé atrás de mí y las chicas no estaban. ¡Gracias a la diosa! Ahora solo tenía que liberar a francesito y a mí, y estaríamos fuera de peligro.
Por supuesto que Felipe se dio cuenta, creo que al inicio confiaba tanto en Phil, especialmente porque él lo admiraba, que no creyó que fuera posible que el mismo lo estuviese entregando, pero cuando le cayó la realidad… ya era muy tarde.
Yo empecé a escuchar gritos y movimiento del otro lado del pasillo mientras más nos acercamos hasta que Felipe reaccionó, y fue la peor manera. Si Phil no sabía manejar un arma, estaba segura de que Felipe, sí; es el tipo de hombre que usaría cualquier cosa para defenderse; qué aprendería lo que tuviese que hacer para tener a otro en su poder, amedrentarlo, dominarlo... Y cuando menos me di cuenta me apuntaba y disparaba.
Casi que parecía como en ese tipo de películas de acción en donde la bala va lentamente, cómo si dejara un pequeño halo de humo a su paso, escuchaba los gritos de Baptiste, como todo iba a cámara lenta. ¿Cómo un objeto diminuto podía crear tanto caos? ¡Algo tan pequeño que ni siquiera se podía ver tan fácilmente!
Los demás hombres también gritaban de atrás, sentía la mano de Phil y a la vez rogaba para que las chicas no estuvieran viendo nada de esto. Confiaba en que ya estarían lejos, seguras y protegidas. La policía tiene que estar afuera, Carlson debe estar en algún lado, Matt debe haber ido al encuentro de ellas.
Me gustaría mucho decirles que pensé en los últimos momentos de mi vida, en los agrios y en los felices, sobre todo en estos últimos. En mis amigas, el francesito, mis restaurantes. Pero no fue así. Lo único en lo que yo pensaba eran que... La venganza trae este tipo de cosas.
Es como un combustible que ayuda a movernos, a sacarnos de la quietud y de la tristeza y el desespero; nos motiva a hacer cosas qué nos mueven lejos de nuestra zona de confort, zonas y situaciones que en realidad nunca fueron confortables ni agradables, pero que nos tenían ahí quietos.
La venganza me había ayudado, la había tomado como mi bandera, me había dado poder, me había ayudado a sentirme que podía hacer algo por mí misma, me había hecho sentir que podía dominar algo, me había dado fuerza, por un año entero me dio un sentido de vida.
Y sí... Me había traído muchas cosas positivas, incluyendo a Baptiste.
Pero a veces también era cómo el combustible que explota sin control, o como cuándo es tan poderoso que lleva a una máquina o a un auto a la deriva, a chocar contra una montaña o a caer a un precipicio, con finales apoteósico, tanto como desastrosos.
Placeres violentos tienen finales violentos, dice una frase de un escritor famoso. Y mi mayor miedo, ese que me acosaba a veces de noche, ese que la diosa había casi pronosticado, era real. ¿Hasta dónde estaba dispuesta ya llegaron con la venganza? Había estado preparada para dar mi vida por esta causa. ¿Con qué fin? Solo ruina y más ruina.
Ahora ustedes dirán que he pensado mucho y divagado, pero la realidad es que todo fue en fracciones de segunda, pues una bala va rápido, de una manera que no lo podemos imaginar. Son eventos que no llaman, no esperan, ni avisan; y dónde tienes poco poder de decisión. Yo, mucho menos, me quedé ahí, atónita, pensando que quizás yo merecía todo este desastre.
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Editado: 19.02.2023