Dominic
Hacía años ya había vuelto a casa, pues esta ciudad era mi casa, con ese grupo de personas a quiénes yo consideraba mi familia. Los Maledetti eran las personas más amables y honradas y me habían ofrecido un lugar en su vida como si yo fuese uno de ellos.
Yo adoraba a Stefan como si fuese mi propio hermano y ellos se deshacía en elogios hacia mí, siempre diciendo que yo era muy ordenado, controlado y obediente.
Desde pequeño tu interés en involucrarme en temas de seguridad e investigación. Había quedado, con mucha curiosidad, bajo la supervisión de Henry, uno de los hombres de confianza de la familia. Henry y los Maledetti, me habían dado todo el apoyo que yo necesitaba para hacer el hombre que soy ahora.
Mi vida se había ido en diferentes tipos de organizaciones, siempre atento a poner orden, y apresar a los malos. Era lo que yo amaba hacer, como si fuese algo casi distintivo dentro de mí, casi que me podía controlar.
Y cuándo Stefan me comunico que tenía problemas con la seguridad de su enamorada, yo volví a la ciudad corriendo rápidamente. Era profundamente leal a ellos, y a la vez sí, Stefan me pedí ayuda, era porque realmente lo necesitaba. Ellos estaban tan preocupados por mi carrera y porque yo me desenvolviera en lo que me hace feliz, qué pocas veces solicitaban a mi ayuda.
Más bien siempre me pedían que volviera a casa pero para compartir con ellos. Massimo, Richard y Ana Maledetti se desvían porque yo fuera a cenar y a probar su deliciosa comida, como si fuera un pequeño niño al que ellos acogieron.
Pero el deber me llamaba y yo me alejé, pero no por falta de cariño. Pero lo que pensé que era algo momentáneo… volvía a repetirse. Stefan y su ahora esposa Dafne parecían atraer todo tipo de desastres. Con ella hubo desde secuestros, intentos de robos, y para de contar. Y yo realmente pensaba que después de eso iba a volver a mi vida. Pero de alguna u otra manera todo me traía a ellos.
Desde hace muchos años están investigando a un hacker, alguien que hacía una cantidad de crímenes pequeños, casi imperceptibles, pero por supuesto no para mí. Desde entrada a sitios de manera irresponsable, lugares del gobierno, entre otros. Yo estaba cegado por la justicia, y cualquier mal, aunque sea pequeño, tenía que ser pagado.
Mis jefes me decían que esto era algo menor, sin importancia. Pero son esas acciones mínimas, qué sumándose y sumándose… se van convirtiendo en algo peligroso. Son esos detalles minuciosos los que terminan acabando con todo. Y yo lo sabía Así que lo seguí monitoreando. Y como me ven… me había traído hasta aquí.
La pista me llegó justamente un tema al cual Stefan me pidió ayuda al poco tiempo. Él y Dafne no querían entrometerse, decían que una amiga de ella estaba muy comprometida con esta búsqueda, no me dieron muchos detalles, pero me dijeron que siguiera vigilante y que me mantuviera al margen. Además, me advirtieron que ella no estaba haciendo las cosas totalmente legales, pero que aun así correspondían, puesto que las personas a las que ella tenía en la mira eran de la peor clase.
Al poco tiempo me di cuenta de que de hecho eso era cierto. Mire a lo lejos con intriga como sucedían ciertas acciones, cómo poco a poco la balanza y va cayendo y estos mafiosos iban perdiendo su poder, casi sin darse cuenta. Hasta que llegó este día en dónde vi que la amiga de Dafne corría peligro.
La policía ya me había dado un aviso, y ellos también estaban involucrados, así que yo, simplemente, di un paso al frente, intenté ayudar y por los resultados que veía frente a mí ahora mismo, creo que había hecho lo correcto.
—Pues si Felipe... la obra es falsa, pero de hecho es bastante perfecta. Así que me parece que alguien... la pintó, falsificó y la colocó perfectamente ahí. Si tú fueses un experto en arte, tal como clamas, te hubieses dado cuenta— le digo a esta escoria de personaje.
Demonios... yo he trabajaba con los peores maleantes, embaucadores y ladrones. Gente que honestamente no sé si debería seguir respirando. Pero este personaje me daba entre molestia y lástima. No sé siquiera cómo empezar a describírselos. En este preciso momento mentiría descaradamente y nos consideraba el resto tan estúpidos como para que realmente le creyéramos. Tan imbéciles como él mismo.
Yo veía la amiga de Dafne, Monique, al lado de Baptiste, un pintor famoso también involucrado en esto. Había un fuego en sus ojos, cómo pocas veces había visto, resplandeciente. Había dolor, pero también había furia y a veces esas son dos sensaciones que juntas provocan el caos. Yo las miraba ellos de reojo y sabía que estaba más que metidos en esto.
—Yo... creo que estás totalmente equivocado, eso no puede ser— decía el escuincle con una autoridad que no sé realmente de donde la saca. Es un chiste este señor.
—¿Tú crees? No sé si te das cuenta, pero todo esto parece extraño, ¿No crees?. Primero el evento ha sido un fiasco, terrible. Tus posibles clientes han quedado una buena parte presos, siendo esta una de las mejores redadas que hecho en toda mi vida. Estoy casi seguro que la policía va a llevarse un gran premio. Quizás seas hasta mencionado en sus discursos de agradecimiento. Y no solo eso, sino que hemos recuperado varias obras robadas, que si son originales— digo y él me observa como enloquecido.
—No no no... No ha sido mi culpa, yo no he hecho nada— decía casi titubeando, atragantándose en las palabras mientras miraba de un lado a otro.
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Editado: 19.02.2023