Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que tomé un papel o mi propio diario... Siento que últimamente han pasado demasiadas cosas que no sabría cómo explicar. Tengo algunos sentimientos encontrados y no sé cómo expresarlos. Por otra parte, el tiempo parece no alcanzar. La vida de un joven adulto me ha sorprendido; hay tanto que hacer, tantas necesidades en las que pensar, cosas que antes en mi mundo no eran ni serían una prioridad en su momento.
Voy a mencionar qué ha pasado con mi búsqueda. Aunque me duela decirlo, en estos momentos está pausada. Por un lado, no ha habido tiempo para retomarla, y eso me duele porque me hace ilusión, pero si sigo esperando... ¿Valdrá la pena? Siempre me digo que hay momentos y tiempos para todo, pero creo que ha llegado el momento de esperar. Aunque me duela pensarlo, creo que es lo mejor. Ahora tengo otras prioridades y no sé si me sentiré a gusto con esta decisión. Pensar en esto me duele, porque es algo que deseo desde hace años. En cada cumpleaños pido la oportunidad de conocer mi historia y dejar de sentirme perdida...
Una persona amada, pero perdida.
Cambiando de tema un poco, quiero contar más sobre mi vida. Lo último que escribí fue acerca de dejar un grupo de baile, ya que justo inicié mi primer año universitario. El tiempo ha pasado volando, y ya estoy en mi segundo semestre.
Mi primer semestre fue bueno. No seré una alumna de notas sobresalientes, pero me va decentemente bien. También tengo bastante que contar.
Lo primero es la relación de amor-odio que tengo con una profesora, quien me ha sacado lágrimas tanto de tristeza como de felicidad. Antes de las vacaciones de invierno, tuve una prueba oral con ella. Recuerdo bien que no dormí y estuve mucho tiempo estudiando después de haber rendido varias pruebas. Ella comentó que tomaría exámenes durante todo el día, primero con la lista de voluntarios y luego con la obligatoria. Yo tenía la idea de darla al comienzo, pero al final la rendí a las 9:30 de la noche. Lo bueno fue que la di con otros compañeros, y me fue muy bien. Me dio la mano, me abrazó y me felicitó.
Algo que sabía era que en el segundo semestre no tomaría ningún ramo que fuera la continuación de otro, principalmente porque vivo lejos. Muchas veces me quejé de la cancelación de sus clases y de que, en vez de enseñar, nos contara más sobre su vida. Aún así, mi curiosidad me mantenía interesada.
En el segundo semestre, hubo una semana en la que tuve entre cuatro y cinco pruebas, con menos de un día para estudiar. Se acercaban las fiestas patrias y el feriado, y, por una mala información, creí que la prueba con esta profesora sería antes. Lo bueno fue que la prueba era justo el último día antes de la semana de descanso por las fiestas. Me preparé muchísimo, aunque había cosas que no entendía bien. Entré en crisis, lloré varias veces y me quedé hasta tarde estudiando. Dormí solo dos horas, ya que tenía la prueba a las 8 de la mañana. Al final, la rendí alrededor de las nueve, y qué puedo decir... Mi esfuerzo valió la pena. Lo único que pude hacer al llegar a casa fue tirarme en la cama y llorar de alegría porque obtuve la mejor nota, sobresaliente, en un examen oral en el que había público y de todo...
Pero quitando eso, puedo decir que fue una buena semana.