Hoy fue un día bastante significativo en distintos sentidos. Durante el jueves, conversé mediante mensajes para hablar de varias cosas, y una de ellas fue para entender por qué estaba detenido el proceso. Lo bueno es que siempre estuve acompañada; al principio hablé con ella sobre muchas cosas, entre ellas diversas experiencias de mi época escolar, temas relacionados con mi familia, amistades, miedos y preguntas que iban surgiendo. También le comenté por qué decidí continuar con el proceso o empezarlo.
Habrá pasado un día desde que escribí esto y unos cuantos meses desde que todo el proceso quedó en pausa debido al problema con la notificación. Desde ese tiempo hasta ayer, volvimos a retomar de manera exitosa este proceso, que no solo me incluye a mí, sino también a mis padres, quienes ayer participaron en la charla. Recordaron anécdotas y les explicaron el proceso, lo cual fue a petición mía debido a mi hermano, quien tiene sus dudas y siempre me pregunta cómo hacerlo o cómo animarse a empezar este camino.
Esto lo escribo al día siguiente de ayer. Día XX Estos días me he sentido un poco mal, no estaba durmiendo bien debido a los malestares. Ayer, después de la conversación y de pensar todo el día en cómo me sentía yo durante el proceso, dormí dos horas al llegar a casa. Al final del día, me quedé dormida y no desperté hasta las once.
Hoy fue un día muy importante para mí, porque se logró lo que parecía imposible. Pasaron mil años desde la notificación, y estaban citados a rectificar con un ministro de fe, cosa que no encuentro mucho sentido, ya que soy mayor de edad.
Quitando eso, pudimos retomar con éxito este proceso, para que yo pueda obtener el archivo y la documentación de mi expediente y conocer mi historia. La verdad, esto me deja con muchos pensamientos y emociones encontradas. Me sorprende que ayer no sabía cómo expresarle a la persona con la que hablé todo lo que sentía, y ahora me quedo pensando en todas esas cosas que no esperaba.
También surge la duda: ¿tendré el valor para conocer a esa persona? Por un lado, me gustaría agradecerle, pero por otro, tengo miedo. Creo que es lo típico, ¿no? El miedo a cómo reaccionar, a cerrar ese ciclo, y a poder completar ese rompecabezas para continuar con mi vida.