—Elisa: Bueno, si no podemos huir de nuestro destino, tendremos que aceptarlo.
—Leonardo: No hay más remedio.
—Georgina: Antes que nada, habrá que practicar si no podemos escapar de esto. Que digo, claro que no podemos.
—David: Creo que a mi espada le pasa algo—Dijo mirando su brazalete.
—Georgina: Se habrá reconstruido con el cristal. Eso pasa por no cuidarla.
—David: Cuando hagas un error seré el primero en reír.
—Aarón: Siento escalofríos…
—Merche: Elisa ¿puedes devolverle esto a Isabel?—Le preguntó dándole un jabón de platos.
—Elisa: Si, así andamos, ¿venís conmigo?
—Aarón: ¿No sentís que nos están observando?
—Georgina: ¿Sientes eso? Yo no siento nada.
—David: Alomejor son los fantasmas y como nosotros no podemos verlos pues solo los sientes tú.
—Aarón: Puede ser… pero creo que es algo de la tierra.
—Elisa: Bueno, no te preocupes, puedes hablar con los gemelos, alomejor te dicen algo—Dijo llegando a la parcela de Molly donde Isabel, su madre, estaba dentro. —¿Isabel?
—Isabel: Oh, hola—Dijo saliendo de su parcela.
—Elisa: Mi madre, gracias por déjaselo—Dijo dándoselo.
—Isabel: No hay de qué.
—Georgina: ¿Es mi imaginación o los de aquí delante no paran de mirarnos?
—Isabel: Me temo que no es tu imaginación Georgina, han estado así desde que le di a Molly su broche.
—David: No sabrán algo ¿verdad?
—Isabel: No os puedo asegurar nada, pero tenéis que estar muy atentos y sobre todo cuidaros mucho.
—Aarón: Sabia que no era cosa mía.
—Leonardo: ¿Y qué hacemos?
—Elisa: Vámonos.
—Isabel: Por favor, proteged a mi pequeña.
—Elisa: No se preocupe, Molly estará bien protegida.
—Leonardo: Nos siguen mirando—Dijo mirándolos.
—Aarón: ¿Escucháis eso?
—Georgina: ¿El qué? Yo no oigo nada.
—Elisa: ¿No será algún ruido de algún fantasma?
—Leonardo: ¿Quién es?
—David: Irati, dice que nos vemos en la playa grande—Dijo mirando el móvil.