Capítulo 16: Siento Algo Por Ti
—Si, siento algo por ti… —Me sonroje— Sebastián Yo… te… Quiero. Alce la mirada para ver a Sebastián mientras que el me dio un abrazo y apretó su cuerpo contra el mío.
—Esas cosas la tiene que decir es el hombre, no las mujeres. —sonrio— Vamos a comer.
Con una sonrisa se levantó del pasto, aparente miraba a la dirección del sol, mientras me ayudaba a levantarme.
—Entremos a la casita.
Sebastián entre sus brazos me llevo hasta el porche de la casita. Esta estructura tenía una fachada desgastada, como si nunca hubiera habitado nadie, las paredes estaban repletas de polvo, nunca habían limpiados, las puertas estaban cubiertas de Mo, y además daban pena ajena. Los vidrios pintados de negro con pintura de automóvil, y los muebles llenos de sucio. Un estado deplorable en la que estaba esa casa, daba la impresión de que se vendría abajo en cualquier minuto. Adentro de la primera habitación que era la sala, había una pequeña foto, encima de un tabernáculo, donde se encontraba la chimenea, aunque Sebastián me dijo que le esperara afuera, la curiosidad de mataba, y las preguntas histéricas que siempre hacia empezaron a plagar mi cabeza.
Tome la foto entre las manos. Pero un pequeño respingo me invadió el cuerpo. Mientras que el frio se apoderaba de mi cuerpo.
—Suelta la foto, No vayas a verme cuando estaba pequeño. Era algo feo. Sebastián me pego un susto que casi me hace gritar del miedo,
—No hagas eso, a las damas no se les debe asustar. El con cara de Póker, solo se hecho una risa, y portando dos vasos de no sé qué, se me acerco sin miedo. Con una mirada decidida a un beso.
Hasta me prepare, cerrando los ojos, sentí el calor de sus manos en las mías, también el calor de su cuerpo, y el sonido de su respiración. Hasta alce la cabeza pero. —En esta foto salgo cuando era niño, ha pasado mucho tiempo, esta es mi casa. Abrí los ojos de impacto, y un poco sonrojada mire al piso, para atenerme de la vergüenza al pensar que me iba a besar y lo peor del caso que yo me iba a dejar así como así.
—Y porque esta tan descuidada. La verdad no me parece que vivas aquí. El chico alzo el vaso hasta mis ojos.
—No vengo aquí muy seguido, solo lo hago para descansar. Pero mi casa, aquella en la que he vivido los últimos doce años, es la hacienda Santa Teresa De Mr. Vicente.
—Perdón no quería… Me encogí de hombros pero con sus dedos tapo mis labios.
—No te tienes que disculpar. —Me puso el vaso en los labios— bebe, está caliente, es Té de Eneldo. Es bueno para la barriga
—Gracias. La verdad, no había comido nada desde hacía mucho. Bueno desde el almuerzo. Sonreí un poco picara, vacilando lo que pudiera pasar, pero viendo aquellos bellos ojos.