Capítulo 22: Sebas
— ¿Pero qué haces? ¿Porque me detienes?
—Pues nada porque creo que no es la forma correcta hermano, además él te hubiera matado. Mira sus manos. —Giro la mirada y apunto con los ojos— tiene un puñal te hubiera matado.
Los ojos dilatándose de zorro blanco, lo dejaron el blanco, pensando en cómo no se había dado cuenta que Zack había jugado con él. Inclino la cabeza y le pidió perdón a sebas. Mientras que este se alejaba lentamente de Zack.
<<Así que este es Sebastián>> pensó Zack, mientras sonreía con parsimonia. Pero el joven hacendado no iba a dejar pasar su oportunidad, y lanzo tres estoques al cuerpo de zorro blanco aun cuando Sebastián estaba cubriéndole, pero con gran agilidad, no hacía daño al cuerpo de sebas, mientras que este se giró y con el bate paro los golpes de la daga. Uno por arriba, dos por debajo, y uno a ambos lados laterales de sus cuerpos, con el bate consiguió esquivarle todos, sus ataques, pero otra oleada de estoques venían, una tras otras, parecía que el joven hacendado también era ágil.
Con parsimonia retrocedieron dos pasos, y se puso en perfecta posición de combate con cuchillos.
—Me parece que eres un master en pelea con cuchillos Zack, pero yo también se algo, con este bate. Sebas señalo en bate con la boca.
—Si ya vi algo, de esos que fardas, pero serás capaz de soportarme dos minutos más.
—Veámoslo, —se cuadro— adelante. Los dos se lanzaron al cuerpo del otro, Zack lanzo estoques por debajo del estómago apuntando a las piernas, mientras que Sebastián las esquivabas. Pero ninguna acertó. Con versatilidad, lanzo una ráfaga de puñaladas al estómago de Sebas, este esquivo todas, Zack dejo su hombro izquierdo descubierto y sebas aprovecho y lanzo el bate con todas sus fuerzas.
—Jaque mate Zack. No lo vas a resistir, tus costillas no aguantaran esa presión. Pero de repente en un reflejo rápido, Zack paro el bate con su mano derecha.
—Aun no amigo. La mueca de su sonrisa en la totalidad de la cara, solo decía que estaba más que dispuesto a ganar, pero se estaba divirtiendo demasiado. Tanto que su cabello estaba por fuera de su sombrero y pelos rebeldes caían en su frente.
—Eres bueno, Zack, un placer en conocerte, yo soy Sebastián. Pero te digo algo, te veo a los ojos, y no me pareces un mal hombre, no veo maldad en ti.
—Gracias por el alago, pero dejemos de hablar y combatamos.