Capítulo 23: Merienda
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Habíamos quedado realmente solas en la casa, y yo tenía un hambre del carajo. Baje a la cocina sin que Alejandra se enterara y prendí la cocina, saque de dos huevos del refrigerador, además busque el aceite, mientras que el sartén se calentaba. Para estar a temperatura perfecta para la cocción de los huevos. Meneaba mis caderas de lado a lado, mientras que después tarareaba el hit del verano. Puse todo mi empeño en quebrar ese par de huevos, acariciándoles con cuidado, mientras que los sostenía con delicadeza. Con cuidado por algún golpe.
Vatio los huevos con una cuchara moviéndola de un lado a otro con la mayor posibilidad posible. —Uf… están duros— dejo escapar entre sus labios esas palabras, mientras se secaba el pequeño mador de la frente.
—Bueno vamos a sacar la leche. Se acercó a la nevera otra vez y busco en una jarra llena de líquido blanco. Ella vertió un poco en un vaso grande. Puso de nuevo la jarra en su lugar y después bebió un sorbo grande de leche.
—Mmmm Esta buena, —se limpió la boca— deliciosa.
Después echo el aceite con mucho cuidado al sartén. Pero un poco quedo en sus manos, después de eso ella se deslizo ese aceite por las manos y después paso la lengua por las mismas. Agarro con fuerzas la taza y la hecho en el sartén, esperando que el huevo creciera de tamaño para que fuera más voluptuoso, sin descanso busco un plato grande, mientras sacaba jamón ibérico del refrigerador. Y vertió una pequeña cucharada de mantequilla, para darle algo de sabor salado, terminando de sacar el huevo del sartén fue a buscar una hogaza de pan. En la despensa. Y su celular para compartir el desayuno en sus redes sociales como hacía de costumbre todas las mañanas. Pero en ese mismo instante Alejandra que no había comido nada, paso por la cocina, y vio el plato servido con un rico desayuno, ella se paró encima del plato y lo olio.
—Mmm Delicioso, me lo quedo. Alejandra se llevó el plato en una mano y un vaso de jugo en la otra, mientras que subía las escaleras con una sonrisa de punta a punta. Michelle regreso a la cocina y frunció el ceño al no encontrar el plato, ¿Dónde estará? Se repetía en su mente. Mientras miro a las escaleras y vio subir a su amiga. —Tenía que ser obra tuya— dijo mientras sacaba un pedazo de pan para comer. Negando con la cabeza.