Capítulo 28: Dos Hermanos Y Dos Corazones.
Sebastián estaba retrasado él había quedado en recogerme a las seis de la tarde para irme a llevar a la casita del lago, la denominada, Nido de amor, porque los únicos que iban allí éramos nosotros dos, y solos además.
Me había maquillado de la mejor manera, y me eche el mejor champo que había en el pueblo, casi gaste todos los jabones que escondió mi mama, en el cajetín de primeros auxilios, además de eso, la ropa que había comprado para ir a la playa, el súper traje de baño sexy, lo llevaba debajo de mi falda de color negro y mi blusa con escote, dejando ver gran parte de mi cuerpo. Nunca me vestía tan destapada, pero sentía que hoy necesitaba eso, porque algo en mi interior me decía que esa noche iba a ser especial.
Pero mis padres estaban al pendiente en la sala, vi que Zack estaba sentado en el mueble, y pensé que estarían hablando del supuesto matrimonio que iba a suceder entre él y yo. Pero Zack, no quería casarse conmigo, ni yo con él, y acordamos en seguirle el juego a nuestros padres, hasta que se le acabaran la paciencia, y lo dieran por vencido. Por otra parte el verano estaba por terminar, solo faltaba un mes y medio para que llegara la primavera. Con ella las despedidas y las cartas de amores eternos que a los años son olvidados, y no quería que eso pasara con Sebastián.
Me inundaba una desesperación inminente sobre ese asunto y como era lo único que pensaba, me entro una cara de seriedad, mientras miraba a una roca que estorbaba en mi camino, la patee con fuerza y me lastime un poco el pie, después de dos rebotes, escuche que tropezó con una cosa de metal. Alce la mirada del suelo, y después vi a Sebastián en su moto con su sonrisa tan característica de oreja a oreja.
—Hola chica, ¿porque tan deprimida? No pareces la misma de siempre. Con gran deseo de abrazarle salude a mi muchacho loco. Mientras ponía una cara mejor. —Joder me asustaste —Me agarre el pecho— vamos a la casita, antes de que nos vean mis padres.
—Como tú digas mi reina súbete. Como todo un caballero que era me ayudo a subir a la mato y me puso el casco con mucha delicadeza, pasando su mano por mi rostro, terminando en mis labios, y dándome una acalorado beso francés, después se subió a la moto y la encendió, y a gran velocidad, se fue en dirección a la casita. Como consecuencia de que arranco de golpe contra el viento, casi caigo por detrás de la moto, pero me agarre de su abdomen para no caerme, sabía que él hacia eso aposta.
*
—No creo que usted esté haciendo las cosas bien Señor Antonio. —Miro fijamente— Mandar a matar a alguien, es de criminales, y creo que hay una pena con cárcel, por ello.
Zack era inclemente porque quería sacar a su hermanito menor de cualquier, peligro y estaba seguro de llegar a cualquier, frontera que fuera necesaria, por proteger a su única familia viva que tal vez tuviese en esta década.
—Niño tranquilo solo es un muchachito que nadie va a recordar. —Zack se mordió la lengua— Además no me digas que se te aguo el corazón porque mande a matar a ese muerto de hambre.