Veranoticc

Capítulo 32:No me Olvides

Capítulo 32: No me olvides

—Nos vamos a dar un baño. Con una sonrisa y una pequeña mueca en la cara él se quitó la camisa que llevaba puesta. Y el quedo en lo más mínimo de ropa.         Acto seguido, yo me quite la camisa, —el me agarro— mientras que cubrió mis ojos, con la misma camisa. Y me empezó a besar. — ¿Qué haces? —Nada solo un besito— yo estaba atenta de cualquier movimiento, pero mis ojos no veían nada, solo sentía los labios de Sebas chocando contra los míos, y su respiración no monótona. Al final me quito la camisa, y después puso sus manos en mi estómago desnudo.                                                                                                                      

—Oye te tengo que confesar algo.                                                              

—Dime bebe. Sabía que sería algo romántico para la ocasión.                               

—Si llego a morir no me olvides.      Eso me hizo saltar del miedo.                       

— ¿Que locuras dices? ¿Por qué vas a morir? No digas esas cosas. —Yo me cruce de brazos— pero conservaba una mirada seria que me hacía ver más imponente.                                                     

—Las cosas, no están tan bien como dicen. Los líos con zorro blanco nos van a perseguir, hasta el final de los tiempos, a Zack le informaron que vienen matones de él, para darnos caza.                       —Vámonos en la moto y escapemos a otro lugar, juntos. Lo interrumpí proponiéndole esa extraña hazaña                                                                                    

—No es tan fácil, además Zack tiene que recuperar la hacienda, y no puedo dejar solo a Mr. Vicente    

sabes que es como un padre, para mí. —Sonreí— pero te prometo que buscare, la solución mañana. Con un empujón —no esperado— el me lanzo al agua, cayendo desconcertada. Cuando Salí del agua solo lo mire con decepción mientras me separaba el pelo mojado de mis ojos. Pero después de mirar su cara, solté una carcajada descomunal que hasta asusto a los pájaros.              

—Niega que te gusta —Sebastián salto al agua—¡ HA¡ ¡HA¡ ¡HA! —También se acomodó el pelo— Niega que te gusta ponerme al mil. Pequeña ladrona.                    

—No soy ninguna ladrona. —Interrumpió posando los dedos en mis labios cosa que ya se había vuelto una costumbre— Fruncí el ceño.                                    

—Si eres una ladrona, porque me has robado el corazón. —Me reí— pero que mala eres, yo te digo lo que siente mi corazón y tú solo te ríes.                           




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