Veranoticc

Capítulo 43: No lo Hagas

Capítulo 43: No Lo Hagas

Ella sin perder tiempo volvió a correr buscando al chico entre la inmensa llanura. Buscando su espalda ancha, con plegarias a dios para que no lo mataran. Puso el primer pie dentro de la llanura y empezó a correr nuevamente, sin dar vistazos o pensar en su próximo movimiento. Sin nada más que la esperanza de salvarlo se lanzó a la batalla.

<<Dios… si me escuchas… una última plegaria… él… si quien yo daba por igualado, sálvalo. Dios por favor, es mi única petición. No quiero que muera, quiero ver… quiero ver… por última vez su sonrisa. Quiero que sea feliz conmigo, o con quien sea pero…. No le dejes morir. Por favor dios. Escúchame…>>

Rosa corría con toda su velocidad viendo a los jinetes conducirse a los arboles del centro de la llanura.

<<Dios por favor>>

Con cada paso que daba ponía toda su voluntad para acortar el terreno.

<<Por favor dios>>

La chica dejo escapar una pequeña lágrima que cayó como un yunque a la fría tierra.

<<Aun no por favor>>

Los sollozos gemidos de dolor se mezclaban con la respiración fluctuante, haciendo que el pecho de la chica se convirtiera en una  trinchera de dolor.

<<Dios aun no…>>

La chica ya veía la espalda del chico. Ella se llenó de gozo como ninguna otra cosa.

Zack cavaba un pequeño hueco, donde estaba un cuerpo, se había dado cuenta que los hombres estaban enterrados de púbico abdominal, y tenía que voltear los cadáveres para encontrar la cadenita. Aunque no quería hacer algo tan sádico.

Hurgando entre la tierra ya suelta, y con ayuda de su suerte vio un reflejo que le molestaba el ojo. Y enseguida se fue sobre él, la pila de tierra estaba algo grande,  entonces metió la mano esperando encontrar un metal, hundió el brazo completamente, y apretó  la mano, después la saco de jalón.

—Aquí esta— Exclamo con alegría ferviente, poniendo la que sería una sonrisa inigualable.

—Te vas a sorprender mucho cuando lo veas Rosa… El chico escrutaba el collar.

Por la parte de su dije, estaba un corazón con una flor adentro, y la inicial del nombre de rosa La letra “R” después una collar de color dorado de lo más fino, y con detalles entre corceles. Todo era de acero inoxidable, sin duda un bello collar, que no era nada de segunda mano,  cualquier mujer se derretiría por tenerlo.

—Bueno trabajo hecho y yo para mi hueco. Zack se levantó confiado en que había cumplido la misión, para asegurarse de no dejar pistas, con los pies hundió un poco de tierra en la fosa, y además estaba más que alegre por no haber encontrado ningún cadáver.

Dio dos pasos adelante y vio la figura de Rosa corriendo hacia él.

—Rosa que haces… Sin dilaciones ella se fue a los brazos del chico.

—Zack vámonos.

—¿Porque Rosa?

—Vámonos hazme caso. Rosa agarro a Zack por los brazos y lo jalo un par de veces, pero no consiguió moverlos mucho.

—Espera mira quiero mostrarte…

—Me los muestras en la casa vamos hazme caso vámonos.

Unos galopes de caballo se escuchaban de la otra parte del pequeño bosquecillo.

—¿Qué es eso? Pregunto Zack mientras volteaba la cabeza para mirar en dirección de los amplios árboles.

—Vámonos rápido Zack. Esta vez rosa jalo a Zack con más fuerza, y lo hizo reaccionar.

Zack vio el rostro maquillado de Rosa, y quedo estático, la chica se veía más que bella esa noche. Aunque tuviera unas largas gotas de sudor en su frente. Rápidamente agarro su cuello —Por la parte de atrás— y la sostuvo con firmeza pero sin hacerle daño.

—Estas bella amada mía.

—Deja las tonterías vámonos estamos en peligro.

No sabía si era el efecto de su amor, pero algo le impedía reaccionar, estaba petrificado cual hombre convertido en piedra por medusa. —Te amo— Dejo escapar de sus labios, el alma convertida en palabra, Zack por primera vez en su vida sabía lo que era querer a alguien, estar atento de ella, cuidarla y recibir todo del lado contrario.

La chica estaba inerte también en los ojos del capataz, sabía que sus palabras eran de lo más sinceras, tal vez por el calor que emitía el cuerpo de Zack, el cual ella lo podía sentir sin ninguna dificultad. O tal vez porque sus palabras eran tan puras y con tanto ímpetu, que la hacía delirar, ningún otro hombre podía mirarla a la cara y decirle tales palabras.




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