Capítulo 46: Retazos del Alma
Mariana inmediatamente separo su cuerpo de Zack con un empujón. Zack dejo de recordar aquellas escenas que le traían recuerdos dolorosos. Una gota pasaba por el cachete de Zack, dejando ver sus ojos llorosos.
—Zack no quiero… que…
Ya sabía lo que iba a decir, le parecía que un recuerdo le llamaba a la puerta. Anticipando a las palabras de la chica, se lanzó a ella con un fuerte y caloroso abrazo, pasando sus brazos por encima de la cabellera de la chica, y dejando reposar su cuerpo en el pecho masculino de Zack.
—Tranquila no voy a…
La chica lo abrazo más fuerte.
—No moriré te lo prometo. Zack acariciaba la cabellera de la chica, metiendo los dedos de sus manos en los largos cabellos claros.
—No quiero que vuelvas en un ataúd.
—No va a pasar.
Mariana estaba más que vislumbrada en que si dejaba ir a Zack, tal vez nunca lo iba a ver otra vez, por otra parte, ella veía en los ojos del chico, la sinceridad sus ojos brillaban y contaban la verdad, no podía ser tan descorazonada como para negarle al chico que recuperara lo que era suyo, pero de otro modo, no a base de balazos.
—¿Porque no le denuncias? Pregunto la chica entre minúsculos sollozos
—No funcionaria. Son mafia Dijo susurrando al oído de la chica mientras mantenía el abrazo, con el tiempo, la chica se dejó de resistir a que el chico la abrazara.
Ella no dijo ninguna otra palabra en un rato, solo se quedaron mirando la luna que le había puesto la noche encima de ellos. Mientras escuchaban los corazones palpitantes del otro. Un silencio profundo invadió la zona y con algo de valentía y coraje ella quiso poner fin a la duda, que andaba a caballo por su cabeza.
—Ve. Dijo ella sin añadir más palabras.
—¿No te vas a negar?
—No… —hubo un momento de silencio— pero prométeme que no vas a regresar en un ataúd.
—No lo hare es una promesa.
La chica estaba más que convencida en que su amado haría todo lo posible por no morir, aunque en su pecho aún quedaba un sentimiento de miedo.
—¿Cuándo partirás?
—En tres días, cuando sea luna menguante. Aprovecharemos la oscuridad para tomarlos por sorpresa.
—¿Es tan importante tus tierras?
—No… No son mis tierras lo que me importa.
—¿Entonces ¿qué?¿Tus vienes? ¿Un legado? ¿Una prenda? ¿Qué?
Zack hizo algo de silencio y tardo en responder.
—Es algo que tengo en la hacienda. Es un jardín de flores que guarda la más bella Rosa.
—¿Porque te aferras a ella? es solo una rosa.
—¡Ay! Mariana mía, si supieras lo que hizo esa rosa para que yo no muriera, estuvieras dando las gracias en vez de criticarla.
—No la estoy criticando, solo digo que ya es cuento viejo déjalo volar.
A Zack le dolían las palabras puntiagudas de Mariana en contorno de Rosa. Pero como pudo aguardo la paciencia —queriendo muchas veces solo irse del lugar— y respondió a ella con la más amplia sutilidad que existe en el mundo.
—No aun no es tiempo. Aún tiene que terminar de florecer.
—No te entiendo entonces
—No busco que me entiendas, solo que me digas que me quieres.
—Te quiero pero… Musito la chica
—No me pongas un pero, el corazón no pone obstáculos al querer.
—Que te puedo decir hacendado… Musito con pena Mariana
—No me digas nada, solo Espérame.
Ella aún no estaba convencida de las palabras de Zack.
—Ya se lo que piensas, crees que no voy a volver. Pero ten seguridad de que he hecho esto desde hace mucho tiempo, matar bribones solo es un pasatiempo para mí.
Mariana aún estaba algo insegura de su modo de actuar, más lo amaba, tenía la seguridad de que nunca había encontrado a ningún hombre que fuera así como Zack era. Pero que dilema, ahora como llego un día de improvisto, él se iba y con poca probabilidad de volver a verlo, entonces ella tenía miedo, por una vez en un largo tiempo volvió a amar. Pero para su suerte el amor se convertiría en angustia.
—Mariana escúchame—El chico puso en tono fuerte de voz y agarro de hombros a la chica ella, ambos cruzaron sus miradas— Es mejor amar, que ser amado, y yo te amo, eres la chica más especial que he conocido en la faz de la tierra, pero déjame ir.