Capítulo 48: El Amor Nunca Muere, Aunque El Verano Termine.
Dos horas después llego el inconfundible rugido de la moto de Zack, y Sebastián se levantó del sofá y abrió la puerta.
—Hola hermano.
Zack entro con gran emoción a la casa.
—Hermano tengo buenas noticias.
—¿Cuáles son? Preguntaba Sebastián con esperanzas.
—Mariana ya me dio permiso de ir a recuperar mi hacienda. ¿y tú?
Sebastián se rasco la cabeza un par de veces.
—No se lo he dicho. Musito bajito.
—Pues debe decírselo, porque en tres noches iremos a cazar a Zorro blanco.
—Lo hare cuando despierte. Tengo algo que contarte.
Zack se sentó en el sofá, y Sebastián explico todo lo que había sucedido en l dia, y lo que le había dicho Vicente, Zack alucinaba, no podía creer que su padre le había dejado una pista de que estaba con ellos, —en el caso de Sebastián— eso era sorprendente, estaba convencido de que esto elevaba los ánimos de su hermano, cosa necesaria para la jornada que iban a emprender.
Pero Zack estaba ausente, pensaba en Mariana convencido en que podía ser que murieran en su aventura crucial, pensaba en ella a cada momento, sabiendo que ella sentía los mismo por él, era difícil de comprender, el amor le llegaba otra vez en diecisiete años, y ahora debía perderlo, o tan siquiera hacerse la ilusión de que si Dios los ayudaba en su causa, la volvería a ver. Pero estaba rezagado, no quería perder a alguien que se parecía a Rosa, o tan siquiera un poco.
Zack había sido golpeado por el amor, jurando que nunca se iba a enamorar porque, quien estaba cerca de él, solo le esperaba la desgracia. Y ahora tenía la prueba de eso, ya que el destino jugaba otra mala pasada, que no solo afectaba a él, sino también a su hermano, al ser que portaba su misma sangre, y debía arriesgarlo para recuperar sus bienes y la tierra que guardaba el recuerdo de Rosa.
Sebastián por su parte mostraba las miles de emociones al ver a su querida Michelle. La sonrisa de la cara de la chica, era el motor y combustible del chico, no quedaban dudas que los múltiples exhalos de melancolía eran generados por el mismo sentimiento que juro que no sentiría más. El miedo. Ahora él tenía miedo de perder lo que había conseguido, no era el mudarse de ciudad, o que el verano iba a terminar y Michelle regresaría a la capital. No nada de eso, lo que más temía era no poder ver esa sonrisa tan bella, que iba a una guerra letal, no quería soñar la vida que iban a tener si no hacerla realidad. El futuro del chico estaba palpado, con una cuna o tal vez dos. Bebes jugando en sus tierras labradas, y las miles de noches fría acompañada por una mujer y un libro al lado de una chimenea bebiendo chocolate. Simplemente quería ser una víctima más del amor y quería que la ilusión del “felices para siempre” dejara de ser solo en los cuentos de hadas.
—Tengo que esperar a que llegue el momento de decírselo hermano.
—Pero que no pase de estas dos noches, Charlie nos ayudara en todo lo que pueda.
—¿Pero cómo evadimos su seguridad?
—Hermano, —Zack se levantó del sofá— Hermanito, cuando tu vienes yo ya he ido más de mil veces, es mi puta hacienda se hasta la última piedra que hay en esa tierra.
Sebastián estaba impresionado con la actitud de su hermano.
*
Desperté del sueño en donde estaba, Sebastián me había dejado seca. El cuarto estaba vacío y era de noche, lo más probable es que Sebastián estuviera con Zack. Abrí la puerta lentamente procurando de no hacer ruido para ver si estaban hablando de alguna mujer —ya saben cómo son los hombres—
…
—Sabes que se lo tengo que decir, no me dejas otra opción, pero deme hasta mañana, no creo que se lo tome de buena manera
…
—Que por que no se lo he dicho, es fácil porque no quiero partirle el corazón.
<<¿Qué estaba pasando? ¿Porque hablan así?>> pensaba mientras escuchaba atenta a los hombres.
—Está bien se lo diré mañana Zack, pero asegúrame que no vamos a morir
<<Morir>> Por error jale la perilla de la puerta y caí al suelo de la sala, ellos me vieron salir de la habitación y detuvieron.
—Me voy —Dijo Zack levantándose del sofá— Tienes cosas que hablar con ella.