Capítulo 49: Llegará el Otoño
Un mal sabor de boca me quedaba, ahora mi amado Sebastián iba a partir rumbo a las peligrosas zonas de las montañas del norte, dos días habían pasado ya desde eso, desde que me dijo que se iba a jugar la vida por el legado de su padre y la hacienda de su hermano y ahora lo que veía era solo su espalda marcada llenando la motocicleta de cosas.
No podía hacer nada más que quedarme rezando a que el regresara con vida y que me regresa a mi hogar. Pensando con un cigarrillo en la mano, llegue a la reflexión de que si no fuera por su ayuda hace tres meses hubiera muerto y tras la tragedia nació el amor. Una cólera estaba pasando por mi cabeza y sabía que los días venideros iban a ser más que interminables, con la angustia en el pecho y las miles de imaginaciones de las cosas que pudieran Salir mal.
Por una vez maldije a mi centrada cabeza, la única versatilidad que tenía mi mente, retener información sin dilatarla, y aun creo que puedo repetir las palabras exactas que él dijo hace dos noches. Pero tampoco quería ser un perico repitiendo el asunto una y otra vez, ya su decisión estaba fijada. Iba a ir sí o sí.
Cuando termino de subir las cosas que necesitaba a la moto se paró en frente de mí. Yo le ignoraba porque estaba pensando en miles de tonterías inútiles que dopaban mi cabeza, como si fuera una cortina de humo.
—Deja de hacerte imaginaciones —Dijo el con voz ronca— Escúchame. Sin permiso tomo mi mentón y lo elevo hasta que nuestros ojos quedaron conectados. —No voy a morir tan fácilmente, pero tienes que prometerme algo también…
Yo dudaba en que iba a decir, me iba a poner a esperarlo sabiendo aun que podía morir, no me iba a cansar de llorar si eso pasara pero tampoco le iba a esperar toda la vida, si algo malo pasaba guardaría el recuerdo en mi corazón. Pero continuaría mi vida en la ciudad teniendo malos recuerdos del campo, de este campo que esta arado y aliñado, donde se respira aire puro y húmedo, con nueves que tapan el sol y vegetación de un mundo de fantasía.
—Cuando vuelva, nos iremos de vacaciones a Cape Cop, y comeremos todo lo que tú quieras hasta que tu barriga reviente.
Big bag eso fue lo que hizo mi mente mientras veía el reflejo del beso que me dejo estática, mientras él tomaba control de mi boca. No sabía si comprender el sabor de su lengua o si pensar en las miles de neuronas que hicieron conexión y se elevaron hasta crear una reacción de respingos, ¿Qué paso? nunca me había ocurrido eso, las emociones estaban más que fundidas. Mientras sentía un calor extraño en el pecho.
Ya me había enamorado en el pasado, ¿Pero qué pasaba ahora? Que era ese sentimiento, de dolor pero con emoción en el pecho, que le ocurría a mis sentidos, todos habían quedado estupefactos, hasta el momento en el que el saco la lengua de mi boca y se retiraba poco a poco de mi cuerpo dándome leves caricias de amor.
Zack llego en su moto acto seguido, y le dio una señal a Sebastián, él no se atrevió a pasar a la casa. Pero cargaba la cara algo roja y con los ojos llorosos, seguro que había llorado con Mariana, la última carta para mi amado estaba por ser entregada, y cual princesa en mi castillo, solo esperaba que la providencia me ayudara y escuchara mis plegarias, únicamente que el hombre de cabello claro, regresara con vida y me hiciera feliz.
Mis lloros fueros unánimes, no quería dejar ir a Sebastián, primero agarre su cuerpo con tanta fuerza, que me dolieron los brazos. Después lo abrace, como nunca había abrazo a alguien y rompí la sólida barrera de coraje que estaba manteniendo.
—Michelle. —Menciono mi nombre con su voz quebradiza— Yo quiero que sepas…
Quiero que sepas algo…. Antes de que tu vinieras a este pueblo, todo lo veía aburrido. Todo lo era aburrido para mí, cada paso que daba un escombro me encontraba, cada paso que daba era destruido, y yo por mi pereza no pensaba en reconstruir lo que la vida me había quitado Mis padres— hizo hincapié en la Padres— Pensaba que la vida era un viaje sin destino, que un día nacemos, nos enamoramos y morimos. Pero… algo en ti me dijo que eso era algo equivocado —Me puso la mano derecha en mi cabello— Miraba a la luna, pensando que estaba solo en este mundo. Pensaba que no me iba a enamorar nunca más, y que la vida en soledad era lo que abrigaba mi alma. —Pude ver sus ojos, y estaban llorosos— Espero volver con vida, pero si no… Si no logro volver, solo… vive con mi recuerdo, y piensa que todo lo que sentí por ti, fue real y que si pudiera revivir otra vez, quisiera encontrarme contigo. Y tampoco quiero que pienses que estoy diciendo que te quedes esperando a un muerto, sino que me recuerdes, porque no moriré si estoy en tu corazón, y si estoy en tus recuerdos, porque un hombre no muere, si no es olvidado.