Capítulo 53: El Próximo Verano.
Con un dolor en el estómago Zack despertó alarmado, buscando a su hermano. Vio que estaba en una cama, y que estaba en un cuarto todo desordenado. Buscaba a Sebastián pero ninguna pista había de él. Estaba angustiado pensando en el bienestar del su hermano, se levantó de la cama, pero un dolor le punzaba en el estómago. Se sentó en la cama como pudo, a la vez sentía que cada pierna le pesaba una tonelada porque no las podía mover ni un centímetro.
La puerta del dormitorio estaba abierta, entonces Zack se dio cuenta que no estaba retenido por Fabián ni los habían capturado, pues tampoco estaban atados, y a estas alturas del partido, no los necesitaba vivos y menos con un levantamiento contra su orden. Al contrario de la situación Zack estaba vendado. Y con sus heridas tratadas. Al lado de la cama había una mesita de noche donde se encontraban varios medicamentos y una pomada, acompañada de una navaja y una vela.
Zack sentía un dolor muy profundo en el hombro derecho, miro con lentitud la cabeza, como si tuviera una resaca después de haber ido a una fiesta. Y en su hombro se encontraba una inconfundible sutura. La herida había sido muy profunda, pensó que esa era la causa de su desmayo, y además la debilidad de esa noche. Trato de levantarse pero en ambos intentos fracaso, las piernas no podían soportar su peso.
En el último intento de ponerse en pie apareció el dueño de la cabaña.
—Cálmate Zack Fernández.
Zack miro a quien le estaba hablando.
—Rikardo, ¿pero cómo?
—Si muchacho. Es algo malo que tenga a un vecino tan molesto como Fabian.
—Pues yo no quise dejar mi hacienda en manos de ese bastardo.
—Pero lo dejaste ganar terreno cuando te fuiste de viaje
—Si no lo hacía me mataba a mí y a mi hermano… Sebastián… ¿Dónde está Sebastián Rikardo?
El hombre se dio media vuelta y miro a otro cuarto, exactamente después del pasillo.
—Está bien, pero cambiando de tema, no sabía que tenías familia.
—No es tu problema
—¡ja! Insolente, que mal agradecido eres.
Zack miro su herida.
—Gracias pero, no creo que venga por caridad, ¿que te debo?
—No soy tan avaricioso, como crees. Solo pido algo simple.
—¿Qué es? Sabes que tendrás lo que quieras al instante, Charlie lo traerá.
—No Zack, no es algo material.
—Entonces que es.
Rikardo se acercó a Zack y puso su mano derecha en el hombro del muchacho y se arrodillo.
—Quiero que mates al bastardo de Zorro Blanco. —Rikardo un hombre tan estructurado y fuerte, además de frio y seco, estaba ahora inclinando la cabeza, llorando a torrenciales— Ellos mataron a mi hija.
Zack recordó que él tenía una hija de como dieciséis años.
—A Teresa
El hombre asintió con la cabeza.
—Y también la violaron. Agrego el hombre en descontrolado lloro.
—Tranquilo Rikardo, dalo por hecho. Esos bastardos van a pagar por todas las que nos han hecho. Y así tenga que dar la vuelta al mundo, lo perseguiré para darle caza.
Las palabras de Zack calmaron un poco al hombre.
—Pero eso si Rikardo, necesito tu ayuda. Necesito hombres armas y una moto.
—Todo en lo que pueda ayudarte lo hare.
—Pero ahora llévame a ver a mi hermano.
—Si vamos te ayudare a levantarte. El hombre se secó las lágrimas de la cara y puso a Zack en pie, con ayuda de sus hombros.
—Otra cosa, y esto no se lo cuentes a mi hermano todavía.
—Si dime… afirmo Rikardo con integridad.
—Llama a la casa de los Locksar y avisa que él y yo estamos muertos.
—¿Porque?
—Solo hazme caso, así nos vamos a ahorrar muchos problemas.
Con buena rapidez Rikardo empezó a mover sus contactos buscando todo lo que estaba pidiendo Zack, y mando una carta con el reloj de Sebastián y una foto del mismo, con los balazos en la espalda, así confirmaban la credibilidad de la foto. Rikardo dejo a Zack en el mismo cuarto donde estaba descansando Sebastián y el hombre salió disparado a cumplir con lo que mandaba el hacendado.