Capítulo 56: Aunque Estés Lejos
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—Zack como vamos a hacer para esquivar el retén con tantos hombres en medio del camino. —Pregunto Sebastián en medio de una docena de hombres armados que iban a la hacienda de Zack, custodiada por Zorro Blanco, mientras que otras dos camionetas llenas de hombres seguían a la guía.
—No te preocupes, déjaselo a tu hermano mayor—Zack se golpeó el pecho— he intenta mantenerte resguardado. El Con algo de patanería dejaba a Sebastián con dudas en la cabeza. El giro su cien en dirección del chofer donde estaba su mejor trabajador Charlie.
—Charlie, ¿el paquete que pedí, llego a tiempo?
El hombre afirmo con la cabeza
—¿Y Jhony?
Charlie sonrió con malicia antes de responderle a su jefe.
—El está… con el apoyo.
—De eso no me dijiste nada.
—Es un as bajo la manga.
Zack no tenía claro que era ese as bajo la maga del cual hablaba Charlie, además Jonhy estaba desaparecido.
—Jefe la el primer reten se ve a un kilómetro. Dijo con voz ronca.
—Va a empezar la acción. Zack saco dos pistolas, de la guantera de la camioneta.
A menos de trescientos metros la primera camioneta freno y los hombres se bajaron y apuntaron con sus armas al retén. La primera estación estaba conformada, por diez hombres con escopetas y revolver. Sebastián se bajó de la camioneta, buscando a su hermano entre el caos. La segunda camioneta que seguía con parsimonia a la guía. También se estaciono y los hombres siguiendo las órdenes exactas de zorro negro, empezaron a disparar.
Sebastián sintió que alguien lo jalaba por detrás. Vio enseguida a quien le estaba jalando y vio a su hermano.
—Zack ahora que hacemos, todos los hombres de Fabián ahora van a venir a la puerta central.
—Cálmate. Sígueme.
Sin más palabreo un grupo de quince hombres, se empezaron a meter en la especiad de la hacienda, por los caminos de tierra. Mientras que los demás se quedaban al mando de Charlie conteniendo a los demás en el retén.
Las fuerzas de Fabián estaban desplegadas también y enseguida los auxiliares que estaban en el retén pidieron refuerzos. El segundo puesto de vigilancia, mando de inmediato una camioneta llena de hombres, armados con escopetas. Mientras los balazos adornaban la noche.
—Zack a donde vamos, los hombres están peleando allá. ¿A caso estas escapando?
Zack no entendía a donde iban esos hombres, si la lucha estaba en el retén. Como Zack se hizo el sordo Sebastián volvía a repetir una y otra vez la pregunta. La noche estaba oscura y los caminos de tierra en penumbras, pocos hombres seguían el ritmo de Zack. Aun en la cabeza de Sebastián estaba el drama de por qué estaban escapando de la escena. Por fin a dos kilómetros adentro de la hacienda. Donde ninguna cosa viva puede ser localizada entre tanta naturaleza y bosque. Un sonido extraño se dejó escuchar entre los árboles y arbustos.
Sebastián estaba cansado por el trote rápido de Zack, pero acercándosele a él con toda la paciencia del mundo.
—Hermano ¿porque estamos escapando?
—No estamos escapando mira mejor. Zack con una lámpara de Queroseno señalo a un árbol.
—Es un árbol Zack. Que intentas… ¿Porque ese árbol se está moviendo?
Sebastián estaba a sombrado a menos de que los arboles tomaran vida, o que estuvieran en frente de una clase de embrujo, lo que sus ojos estaban viendo era imposible de creer.
—Mira otra vez Sebastián, esta vez con más detenimiento.
Haciendo caso a las palabras de su hermano, se acercó al árbol. Y un soplido de aire caliente tumbo su sombrero.
—Son caballos. Exclamo sorprendido Sebastián.
—Hay quince en total, uno para cada hombre.
—Entonces no escapábamos.
—Nunca Sebastián, tu hermano mayor no le tiene miedo a nada. —Zack alzo la voz— Hombres, tomen sus caballos y pongan dirección a mi hacienda.
Con un austero grito, los hombres se excitaron y buscaron los caballos. El bosquecillo era tan espeso, que nadie se dio cuenta, del cabalgar de los jinetes. La hacienda de Zack era gigantesca y el mejor que nadie la conocía, así que era un punto a favor en la ardua guerra.
—Vámonos hermano. Toma. Zack arrojo el sombrero de Sebastián a sus manos, y este la o atrapo.