Capítulo 58: Despues de La Tormenta
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Zack encamino a los agiles jinetes en dirección al jardín central, cosa que no le costó nada. Ahora estaban en formación para atacar la casa, solo faltaban las órdenes del Zorro negro. en la casa habían tres guardias en la entrada, y cinco en las salas de estar. Y algunos más que los vino-culares del espía no encontraban. Sebastián estaba a un lado de Zack, asegurando el bienestar de su hermano.
—¿Qué hacemos ahora? Susurro Sebastián al odio de Zack.
—Esperar a que uno de ellos se descuide.
De inmediato Zack le dio una señal a un hombre que estaba a un lado de él. El hombre era algo esbelto y tomo una piedra algo grande.
—Ahora. Indico Zack
El hombre tiro la piedra a una de los pozos pequeños que estaban en el patio y el chapoteo del agua produjo que uno de los guardias se acercara. Se acercó hasta el estanque, observo con atención a cada parte de la oscura de la maleza. el hombre se acercó un poco más cuando escucho a alguien merodear por los árboles. El hombre metió la cabeza dentro de la maleza. y vio a otro hombre en ella, el guardia se sorprendió e intento sacar la cabeza y empuñar el arma que portaba. Pero el otro lo empujo para adentro, absorbiendo al guardia por la maleza, sin dejar un rastro alguno.
—Avancen. Acompañado de una señal, Zack dio la directriz para hacer la redada a la hacienda.
Siete hombre de primero, esa era la primera brigada, comandada por Zack. esa brigada se encargaría de los guardias. Atrás de ellos la segunda brigada comandada por Sebastián esperaba más órdenes. Los hombres se escabullían por las sombras cual espantos. Haciendo de las sombras sus aliadas, el silencio su padre, y la noche su cómplice.
Los hombres avanzaron hasta la esquina de la pared, todos esperaron a la señal del jefe, y cual ninjas se subieron al pequeño tejado del adorno. Cuidando de no ser descubiertos. Todos subieron al tejado sin problemas. Además iban en dirección del pequeño traga luz, por donde iban a entrar. Zack llego de primero al pequeño traga luz, y quito la tapa cuidadosamente.
—Brincaremos de dos en dos, y nos pegaremos a la pared de inmediato. Zack preparo a las parejas para saltar. Y dejo todo ordenado, después puso las piernas en el traga luz, y después de eso,
El y uno de sus hombres entraron de primeros, Zack salto al pasillo que daba con la sala de la casa, y al poner los pies en el suelo, se pegó a la pared y miro para los dos lados antes se dar la señal al otro hombre que seguía detrás de él.
Zack asintió con la cabeza, y el otro hombre salto también, cayó en el suelo y se pegó a la pared, sin hacer ni una sombra. Después la otra pareja se preparó, el primero cayó de espaldas al suelo y Zack corrió a ayudarle, lo levanto del piso y con el brazo le indico que fuera a la puerta de la sala, que estaba despejada.
Como la brisa todos los hombres entraron a la casa, ninguno de ellos hizo ruido, ahora estaban en la sala y tomaron posesión de ella, no había señales de Zorro blanco. Dos hombres entraron armados a la sala, y la brigada se alarmo, entonces Zack ágil empuño la pistola con silenciador, y disparo a los hombres. En el acto los hombres cayeron estáticos al suelo.
<<Diablos lo que me faltaba>> pensó en el momento tan crucial.
—Avancen a los dormitorios, busquen a zorro blanco doy permiso de dar fuego cruzado, quien sea enemigo mátenlo. Vayan de dos en dos. El silencio se quebró con el ultimátum del hacendado. Y cada hombre divago por los pasillos, avanzando en busca de Zorro blanco.
…
—¿Hermano me escuchas?
El Radio de la segunda brigada empezó a sonar como una locomotora.
—Aquí estoy hermano dime. Respondió Sebastián en el acto.
…
—Haz limpieza.
Ninguna otra palabra se escuchó en el radio, pero eso le bastaba para encender el fuego del combate.
—Hombres abran fuego cruzado.
Toda la brigada en grito de guerra, salió de la maleza, eso asusto a los hombres de Zorro blanco quien estaban aturdidos por el ataque.
Zack con uno de los hombres buscaba por los dormitorios a Fabián, esperando que estuviera con una mucama. Pero ya seis cuartos habían sido revisados y ninguno de ellos estaba habitado. Iba a el último cuarto donde estaba su habitación y entre su mirada se podía sentir el oído que tenía, por tanto rencor acumulado, los ojos del hacendados estaban rojos y con brotes de venas. Llegaron a la puerta de la habitación. Y antes de entrar al cuarto, dio la orden a su compañero para que lo cubriera.