Capítulo 59: Sintiendo Culpa
Ahora no sabía que pensar, no me gustaba para nada sentir ese cosquilleo en la barriga —paro no decir respingo— cuando Felipe me tocaba. Era una mañana preciosa, mientras que mi posición fetal descubría el estado de ánimo en el que estaba, mis pantuflas estaban intactas en su lugar, pues ya eran las diez de la mañana y ni una vez me había levantado de la cama, mis problemas estaban cada vez más empinados.
Los besos de Felipe no eran tan buenos como los que daba mi Sebas. Como loca me puse en pie y busque en mi gaveta el preciado reloj de mi leñador, que atesoraba como la mas preciado de mi joyería. Ni diamantes ni rubís, me hacían sentir igual de feliz, cuando veía ese reloj algo sudado y con sucio en su lente, pero que guardaba todo mi sentimiento.
Me volví a acostar en la cama, y puse el reloj enfrente de mi. Di un beso al reloj. Y con algo de melancolía susurre: Perdón no quería traicionarte, porque sé que tu no lo harías. Una lagrima salió, o tal vez dos, en fin cuando estoy así ni yo misma se lo que soy.
Eso fue todo lo que pude hacer ese día, hasta que cayó la noche y me senté en la ventana a coger algo de brisa, la misma que me decía que todo había terminado funestamente.