Verdad Corrupta

Capítulo 18

Silas

 

-¿Te sientes mejor?- me dice una voz mientras acarician mi cabeza.

-No se por que, pero me siento en calma- aprieto las sabanas sintiendo su inconfundible aroma. 

Anoche caí rendido, mis defensas cayeron al saber que mi tesoro estaba bien, estaba seguro, oigo su corazón palpitar tan calmado que parece una canción de cuna, como un cuerpo tan frágil me hace dudar, hace que me comporte extraño, quiero protegerlo contra todo mal. Cierro los ojos concentrándome en esa sangre que fluye, el palpitar, su respiración, el subir y bajar de su pecho, un mecanismo extraordinario de la naturaleza le ha dado me mantiene hipnotizado.

-Silas...prométeme que si me pasa de nuevo no harás esa locura- siento en su voz un tono de tristeza.

-No puedo prometerlo pequeñajo, no puedo porque sino te estaría mintiendo-

-Deja de llamarme así, ya no soy un niño-

-Lo serás siempre para mi, pero te puedo prometer algo- lo miro, aún con el dolor que demuestra sus ojos y el error mío marca su cuerpo, es completamente injusto -Prometo...no...Juro protegerte siempre-

-No necesitas hacerlo, eso es peor, mucho peor-

-Necesito y debo, ambos sabemos tu condición- me siento en la orilla de su cama castigándome al tomar distancia de él -No quiero verte desmayar, no quiero que se burlen de ti, no quiero que te lastimen nunca más...Ni siquiera por mi...Son mis mayores pesadillas, eres mi única familia-

-Parece que no podre nunca hacerte cambiar esos pensamientos-

-Por supuesto que no, primero deberás matarme para que suceda- me río y entonces lo veo allí riendo, no una falsa sino una risa real con carcajadas, hace tiempo que no lo oía así.

-Ni loco haría eso, o mejor dicho no podría- se tapa la boca evitando toser.

-Quisiera quedarme más tiempo pero debo ir al trabajo...-

-No tienes que excusarte, estaré bien, solo ten cuidado anoche oí manifestaciones- 

-Por esas cosas no te tienes que preocupar por mi, llámame cualquier cosa-

Me duele, pero es lo necesario, desde hace días estaban insistentes en los comunicadores de cuando regresaba y el capitán que quería verme en una reunión urgente que se no saldrá nada bueno, pero a cada uno les explique con pocos detalles mi situación y mas o menos entendieron. Estoy esperando el ascensor para descubrir una desagradable sorpresa, a los tres muchachos de la vez anterior, antes de que puedan bajar los empujo dentro nuevamente.

-Les dije que los quería lejos de mi vista y lejos de mi familia- 

-Dijiste que no estaría- habla el pequeño león recriminándole a su amiga.

-¡Eso pensé!- ella le responde con enojo.

-Pensaste eh, ¿porque lo dejaría? pensaron que por unas estúpidas manifestaciones me iría y lo dejaría solo e inconsciente- 

-Les dije que no se iría- por fin habla el reptil.

-Pero...tienen algo de suerte- me rasco la cabeza.

Los tres se miran confundidos y yo con el apuro no puedo largarlos y mucho menos torturarlos, menos en un lugar tan abierto.

-Miren ya se ha despertado, tengo apuro así que si le hacen algo me enterare y si dicen algo de lo que sucedió ese día les ira mucho peor que lamentaran haberme conocido ¿escucharon?- se quedan callados -¡DIJE SI ME ESCUCHARON MALDITOS HIJOS DE..!

-Sí, sí- los tres al unisono tratando de cubrirse con las manos.

Les abro la puerta y los tres salen lo más rápido que pueden hasta se empujan, me da algo de risa pero no es el momento, voy corriendo al cuartel central donde se sorprenden al verme regresar. Los trato de ignorar pero enseguida escucho la voz de la persona que menos deseaba ver.

-Usted es un maldito mentiroso- aparece Quirina con la cara roja -Fui a buscarle los papeles y cuando regreso usted nunca fue a la oficinas y más la sorpresa que estaba en el hospital por un familiar por diez días-

-No te tengo nada que explicar y mucho menos tienes para hablarme de esa forma- la miro despectivo.

Ella se queda callada y los compañeros tratan de llevársela recordandole con quien habla. Es tan exasperarte, hoy no puede ir peor.

-El capitán lo espera en su oficina- veo a la secretaría con su portafolio.

-Muchas gracias, me imagino que alguien le informo de mi llegada-

-Tan perspicaz como siempre General- sonríe guiándome hasta el ascensor.

Ella ingresa su huella dactilar para que se abran las puertas, debo ingresas al pequeño cuarto gris para subir hasta las oficinas del capitán, sube y sube sin parada alguna, imposible ver hacia el exterior con sus pesadas paredes de metal. Al momento de abrirse las puertas se ve la oficina con una cúpula de cristal que deja ingresar toda la luz, el piso lleno de cuadros blancos y negros solamente interrumpido por una alfombra verde donde el medio se encuentra dos espada plateadas con dos pares de alas blancas abiertas y otros dos pares de alas negras rodeándolas, el logo de la Guardia. Las paredes se encuentran tapizadas con el mapa de la ciudad, arte antiguo, técnicas de batalla y antiguos capitanes que han dejado este mundo, al fondo en un escritorio el actual me espera con los dedos cruzados mirando atento como una arpía.

-A su servicio mi Capitán- le hago el saludo militar.



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En el texto hay: fantasia, ciencia ficcion, romance

Editado: 29.11.2019

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