Verdad Corrupta

Capítulo 24

Silas

 

El hierro se queda permanente en mi boca, el rojo mancha gran parte de mi cuerpo, los seres solo al verme se alejan espantados, solo quiero regresar a casa. Nadie se interpone en mi camino, cada pequeña parte de esta ciudad parece que se abren para dejarme paso, incluso la puerta que tanto conozco no opone resistencia, JILL al verme se asusta y regresa a su centro. Solo es verme al espejo para ver la sangre se empieza a secar en la mitad de mi rostro, la camisa ha dejado de ser blanca y el negro se oscurece aún más.

Con gran pesadez en el cuerpo subo los largos escalones dirección a mi cuarto, allí colgado en la pared veo las fotos de mi familia, el tiempo es alguien tan cruel que siento como se escurre los momento a través de mis dedos como agua que corre por el río, encima de todo veo la sesión de fotos que nos hicimos hace meses pasar una tras otra, acaricio el marco manchandolo de rojo.

En la habitación a un lado en la basura se encuentra la ropa inservible mientras en la ducha veo correr el agua con toda la suciedad, dejo que corra todo lo que necesite, utilizo los jabones para quitar los restos que se resisten dejando ninguna evidencia. Bajo utilizando únicamente un pantalón corto de tela y veo el reloj, es algo temprano para que regrese y me tiro en el sofá para descansar, cada musculo me lo exige.

Logro escuchar disparos, gritos y unas explosiones, me levanto enseguida para descubrir que me encuentro en medio de un campo de batalla, los humanos caen como moscas al ser atravesados por las balas y en medio de este caos veo un joven con un aspecto que no concuerda con todo lo que sucede. Se queda quieto con los ojos cerrados en calma agarrando un cuaderno rojo, corro a él para atacarlo, debes ser el culpable de todo, las bombas explotan alrededor mientras los gritos empiezan a callarse, a unos pasos de él abre los ojos donde los mares calmados se reflejan y suelta una sonrisa tímida que muestra confianza, pero ya es tarde, atravesando su pecho se encuentra mi brazo agarrando el corazón del ser que nuevamente me mira. Ya no muestra paz sino dolor, me reclama de que como pude hacerlo que juré protegerlo, suelta el libro para agarrar mis manos y una oscura sustancia comienza a salir del hoyo de su pecho, de sus ojos, de su mano y boca, me agarra de imprevisto mientras crece como una enredadera llena de esquinas que se clavan en mi piel. No trato de soltarme, al inicio no se por qué, pero él tiene razón, castígame mi pequeño, la sustancia crece rodeando mi cuello mientras sube por mi rostro y como dos grandes serpientes ataca mis ojos...Pero no tiene lógica, mi pequeño no es así, él lucha por la vida, me levanto para atacar sintiendo que toda la sustancia se desvanece y allí veo nuevamente los mares calmados.

-Parece que tuviste una pesadilla- sonríe mientras me cubre con una sábana -Si no tienes cuidado te vas a enfermar-

Me quedo callado acariciando la cabeza, se sentía demasiado real, el corazón, la sustancia y el dolor.

-¿Sucede algo?- me mira preocupado y se acerca para sostener mis manos -Están heladas...-

-Estoy bien...solo...dormí algo mal- le agarro sus manos, son tan diferentes a las de mi sueño suaves y amables ante cualquiera. Pero, algo más crece en mi interior, algo que no se que es pero a la vez siento que es prohibido.

-Te prepare algo entonces- se levanta y regresa con un poco de arroz con pollo en vegetales -Podría ayudarte en algo, entrar en calor-

Lo único que podría hacerme entrar en calor eres tú, quiero decírselo pero me muerdo la parte interna de la mejilla. El sabor de su comida no es fuerte, tampoco simple, pero es un toque de amabilidad que aún mantiene. Deseo que sea todo mío, que nadie más te toque sin embargo se que no es posible, dejo el plato sin terminar en la mesa de centro para ir donde está él en la cocina, quiero agarrarlo para juntarme con él, pero...no es posible....cuando siento sus manos tocando mi abdomen, su rostro es de tristeza al pasar cada marca que me ha dejado la vida a este pecador. No lo entiende cuando baja la mirada quedándose pensativo, me arrodillo para que nuestras miradas, siempre provocando dolor aún sin tocar a nadie, ambas manos acarician su rostro para sentir una mirada, una de perdida, tu no estás perdido lo estoy yo al no poder guiarte en esta vida.

-Ve a descansar, pareces cansado y has cocinado demasiado Pequeñajo- le seco su frente -Insisto-

Suspira rendido mientras JILL sale de uno de los ductos para empezar a guardar y limpiar el desorden, lo llevo escalera arriba y en vez de ir a su cuarto vamos al mío, a mi cama en vez de la suya. Quédate conmigo, no te vayas de mi lado, lo abrazo con delicadeza manteniendolo firme contra mi.

-Quédate conmigo Silas...-

-Estaré siempre para ti- hablas mis pensamientos, descubres mis deseos, sabes mis emociones.

 

 

 

-Entonces te fuiste con aspecto de muerte hasta tu propia casa, estas jodidamente loco- Tadeo reclama mientras bebe una cerveza en nuestro almuerzo.

-Lo se, lo peor es que si hubiera estado él allí como se lo logro explicar- con unos palillos como el almuerzo que Kazuo preparo.

-Ya te imagino en grabes problemas, sabes como es él...-

-Claro que se eso, pero no logro comprender ese afán de proteger toda vida- suspiro mirando el plato con el arroz y el pollo con vegetales que realizo -Si han dado un juicio y es la muerte se debe cumplir, es la ley quien ha mandado-



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En el texto hay: fantasia, ciencia ficcion, romance

Editado: 29.11.2019

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