Verdad Corrupta

Capítulo 23

Kazuo

No quiero entrar, estoy afuera del gran portón con su texto que indica "Aquí yace la sabiduría que nos protege de los errores del pasado" en latín, si fuera así no hubiera cometido el mismo error del pasado y empeorarlo. Agarro fuertemente la mochila para escapar de allí, pero también no puedo, debo enfrentar mis temores y abro la puerta ligeramente solo para entrar desapercibido. Se ve todo como siempre, las personas moviéndose de un lado a otro cargando material, trato de evitar las partes conglomeradas y buscar donde estarán dando el entrenamiento los profesores.

En el gran salón, en los lugares de restauración, también reviso en transcripción tanto manual como por maquina y nada. Empiezo a rendirme y algo cabizbajo voy a un rincón del salón de lecturas donde soy el único, hundo mi cara en la mochila algo decepcionado de no encontrar a nadie de mi equipo. 

-¿En vez de estar allí que tal si me ayudas en algo?- habla un señor que no le puedo ver la cara por una torre de libros que carga.

-Eh...claro, dígame-

-Ayúdame llevar esa torre de libros a mi oficina- empieza a caminar.

Voy corriendo a apilar una torre de libros para llevarlo y seguirlo rápidamente, no es largo el camino pero el peso de estos libros se sienten demasiado, al dejarlos en su oficina logro ojear uno por encima.

-Estos libros...son recientes- sin querer empiezo a examinarlos.

-¿Cómo dices joven?- él deja los que llevaba en otra parte y hace tronar su espalda.

-Sí, el material del papel es reciente y el pegamento no está cuarteado por el tiempo de exposición al sol ni tampoco corroído por el agua, están algo sucios y sobretodo mal cuidados- cierro el que tengo encima para descubrir el rostro de un león y grito, el susto me deja contra la puerta.

-Disculpa, todos se sorprenden, soy Dymas el jefe en el área de restauración- extiende su mano peluda.

-¿Enserio no sabe quien soy?- le agarro la mano y con un ligero movimiento quedo de pie -Muchas gracias Señor Dymas-

-No, para nada, pero pareces ser amable, dime quien eres pequeño joven que la nieve y el agua te persigue- casi exclamandolo.

-¿Lo dice por mi cabello y los ojos?- sonrío algo nervioso y el asiente -No soy bueno hablando de esa forma jejeje, mi nombre es Kazuo....-

-¡Oh oh! Eres tú, ahora si se quien eres Kazuo Abigor, aún recuerdo como el General lo dijo con orgullo en su pecho mientras sostenía a su cachorro entre sus manos- salta casi emocionado -Y aún no puedo creer que el hijo de uno de los generales más reconocidos es amigo de mi hijo-

-Espere...usted es el padre de Eudor, Dymas Tuell entonces seria su nombre completo- se emociona aún mas y lo miro algo extrañado -Generalmente no espero está reacción...espero más como...de soledad...-

-Pequeño joven de ojos tristes, escuche tu dilema, por los pasillos de esté lugar de saber están corriendo más rápido que un jaguar falsas verdades en nombre de tu familia, cosas que son tan excéntricas como extrañas...- se detiene un momento -Ya no se me ocurre que declamar de esa forma, pero en resumen prefiero estar aquí que con ese grupo de falsos seres que denigran con rumores-

-jejeje no se si agradecer o sentirme insultado por lo que sucede, ya lo veía venir- me acerco nuevamente a los libros.

-¿Qué tal si te quedas aquí y me ayudas? Claro temporalmente, hasta que se detengan y se aburran- se pone unos lentes.

Asiento con la cabeza y me da uno de los libros en mejor estado de la torre, miro alrededor de su inmensa oficina lleno de escritorios y repisas con materiales, agarro uno donde el solo no refleje tanto pero lo suficiente para trabajar, allí abro el libro con delicadeza e inspecciono el lomo notando solo un quiebre pero grabe para el futuro del mismo. Con un exacto empiezo a cortar lento el papel que une la cubierta a las páginas y los dejo separados un tiempo para que tomen algo de aire y analizar la reacción de los materiales a la exposición y si es rescatable. Oigo luego de unos minutos desde atrás al gran león dorado con negro aplaudiendo.

-Parece que has aprendido bien, en unos minutos has hecho exactamente la cada paso y hasta dejas el tiempo para analizar el libro- se acerca para verlo mejor y su gran melena negra rosa mi cara -Parece que podrías ser un buen restaurador-

-Muchas gracias Señor Tuell, me apena ver un libro que aún tenga mucho tiempo para contarnos sus historias dejarse dañar y aún más cuando son irrescatables, que desearía poder tener alguna tecnología aunque sea para que el texto sobreviva y poderlo transcribir- lo miro para descubrir sus ojos como el café colisionar con los míos.

-Eres completamente un misterio Kazuo, sinceramente eres inquietante, tienes unos pensamientos tan puros y sabios pero a la vez tan destructivos e inocentes- me pone su pata en mi cabeza -Hay libros que muchas veces es mejor destruirlos, implantan la incertidumbre y el caos. No todos merecen ser salvados, aún cuando queramos es mejor diferenciar eso-

Lo miro alejarse y quitarse los lentes, saca sirve dos tazas de café de una maquina. Me da uno y el otro se lo queda él, apenas son las doce de la mañana y necesita uno, doy un sorbo y siento como bolitas de plástico ruedan sobre mi lengua con sabor a brea quemada. No quiero ser grosero, esto sabe disgustante, mejor le sorprendo mañana con algo mejor, mientras tener el valor para terminarlo sin vomitar. Saca también unas vasijas de comida fría para microondas y solo con mirarlos dudo que podre aguantar, debo interrumpir que traje mi comida, se queda babeando un poco cuando mira mi plato.



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En el texto hay: fantasia, ciencia ficcion, romance

Editado: 29.11.2019

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