Verdad Oculta

Capítulo IX

Intente calmar mi respiración debían ser imaginaciones mías, me estaba volviendo paranoica.

Quien iba a querer amenazarme, no era nadie, ni que fuera el presidente de los estados unidos.

A parte tomarse tantas molestias en algo que solo unas pocas personas podrían descifrar, sería algo demasiado retorcido.

Aunque si de verdad fuera cierto, un cosquilleo recorrió mi espalda baja, sería emocionante, un desafío

Un ruido me sacó de mi ensoñación, tenía un mensaje de Abril, la contesté rápidamente y volví a colocar todo en su lugar.

Comí y continué leyendo libros que tenía pendientes, pero una sensación de inquietud me impedía concentrarme.

Así que decidí salir a despejarme, simplemente deje que mis pies me guiaran por la ciudad.

Vagué sin rumbo varios minutos, incluso podría llegar a decir que ya llevaba andando una hora, pero por el rabillo del ojo mi vista se dejó llevar hasta una pequeña librería escondida entre los grandes edificios.

Los edificios a sus lados daban la impresión de que la iban a consumir haciéndola parecer más pequeña y estrecha.

Mis pies se dirigieron solos hasta la humilde entrada, y entré.

Un cálido y acogedor ambiente me dio la bienvenida

El olor a tinta y a flores secas me relajó, acabé tomando un lomo pequeño y de aspecto descuidado de una pequeña estantería.

Acaricié la cubierta sintiendo el tacto en mis dedos.

Y lo abrí mostrando una pequeña ilustración de un dragón, iba a pasar a la siguiente página cuando una ligera tos me interrumpió.

Levanté la mirada sorprendida viendo como una señora de aspecto serio, me miraba fijamente.

Su pelo mostraba reflejos del pasar del tiempo en su deshecho moño, su ceño fruncido la hacía parecer más anciana de lo que realmente sería, sus finos labios estaban formando una línea recta y sus pequeños ojos oscuros como el carbón le daban una apariencia más severa.

Me disculpe con la mirada, ella suspiro y me habló:

Llévatelo si te apetece de todas formas este local estará cerrado en menos de dos semanas.

Sorprendida y algo decepcionada le pregunte por qué a lo que ella rio secamente.

¿Tú qué crees?, Las grandes industrias están destrozando mi pequeña tienda, y los jóvenes ya no venías a leer como antes, ahora solo estáis interesados en vuestros pequeños cacharros, refunfuñó.

Bueno a qué esperas márchate, ya tengo suficiente con esos niños que me molestan todas las mañanas y se marchó murmurando.

Algo frustrada por la actitud de la señora me fui camino a casa.




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