Ya estaba empezando a refrescar, sorprendida miré el móvil, pegué un pequeño chillido al ver la hora ya eran las ocho en punto de la tarde, me parecía imposible que hubiera tardado tanto tiempo.
Regresé por el mismo camino o eso creía por alguna razón las calles se me hacían muy parecidas entre ellas, ¿había girado a la izquierda verdad? O era a la derecha
Después de llevar bastante tiempo caminando perdida encontré un pequeño callejón, en el cual solo había una pequeña puerta en un costado.
Unos escalofríos recorrieron mi cuerpo de repente todo parecía demasiado oscuro y solitario.
Entré por la puerta y un estruendoso ruido me golpeó.
El local estaba re4pleto de gente pegados los unos a los otros bailando animadamente.
Un profundo olor inundó sus fosas nasales, frunció su nariz, apestaba a alcohol.
Mientras me intentaba abrir paso entre la gente por medio de empujones para salir de aquel lugar alguien me empujo quedando al lado de la barra.
Un hombre de veintialgo no me quitaba la mirada de encima, sintiéndome incomoda me intente alejar en vano pues la multitud no me lo permitía.
Él se acercó a mí y con una voz rasposa preguntó:
Que hace una joven tan guapa por aquí.
Se acercó más a mi haciendo que su repulsivo aliento me golpeara la cara.
Fruncí el ceño, no me intimidaba, solo me causaba repulsión intento agarrarme del brazo a lo que yo intente retroceder pero fue más rápido y agarro mi brazo.
Suéltame, dije serie y empezando a sentir un pequeño terror pr mi cuerpo.
Antes de que el pudiera responder, otra voz contestó:
Te ha dicho que la soltaras acaso ¿estás sordo?
El hombre frunció el ceño, amigo metete en tus problemas murmuró molesto.
Ella es mi problema,
Sentí como me atraían hacia un cuerpo, un calor reconfortante golpeó mi espalda.
Espera esa voz me resultaba familiar.
Intente averiguar a quien pertenecía pero estaba sujeta por un fuerte brazo que me protegía del otro hombre.
Sentí como un cosquilleo recorría mi oreja cuando los labios de la personaba que tenía detrás susurraron contra ella, cuando te diga tres corres.
Asentí suavemente.
Sentí un tirón en mi brazo derecho mientras el gritó tres, su mano agarraba fuertemente la mía tirándome hacia delante, forzándome a correr lo más rápidamente que mis torpes pies me permitían.