El silencio en la habitación era cómodo, solo interrumpido por el leve pasar de páginas y el sonido de la respiración sincronizada de ambos. La lámpara proyectaba una luz suave sobre ellos, envolviendo la escena en un ambiente casi irreal. Dos personas, dos libros, una conversación trivial que no pretendía ser más que eso.
Pero a veces, lo inesperado se desliza en lo cotidiano. Un comentario despreocupado, una broma lanzada al aire, y de pronto, la línea entre la amistad y algo más se difumina sin previo aviso.
Matteo no lo planeó. Carina tampoco. Fue solo un instante, un roce de labios, un juego que no debía significar nada. Y sin embargo, cuando todo volvió a la normalidad, cuando la conversación retomó su curso y el libro se abrió otra vez, algo en el aire había cambiado.
Una pregunta. Una respuesta.
Un reto.
Y el inicio de algo que ninguno de los dos había previsto.