Un mundo en la oscuridad
8
La habitación se encontraba llena de reflectores, los ojos del detective comenzaron a arder. Le molestaba el hecho de tener que salir a hablar con los periodistas curiosos que se asomaban a aquella casa vieja.
Aun no lograba comprender por qué una joven muy bonita había obrado de esa manera tan macabra. ¿Problemas? Eso era muy común para los adolescentes, pensaba, creer que tienen muchos problemas, sin saber que en la adultez sus problemas aumentaban aún más.
—¿Qué haces aquí? —cuestionó al ver a su compañera entrar—. Mande a decirte que no vinieras, puedo resolver este problema solo. Tú debes descansar, no necesitas ver esto.
—No es necesario cuando hay mucho trabajo por hacer —se excusó su compañera—. Además, quiero ayudar, prometo que esto me despejará más que ponerme melancólica.
—A veces el trabajo hace bien —comentó—. Solo no intervengas en la investigación quieres. Puedes ayudarme, pero deja que cada quien haga su trabajo ¿de acuerdo?
—Sabes que estoy muy comprometida a mi trabajo, así que estoy de acuerdo con la condición.
El detective asintió, aunque seguía en desacuerdo que su compañera estuviese en la escena del crimen. Que la joven bonita fuera su prima política hacía un poco más incómodo esa situación.
—¿Qué es lo que tenemos hasta ahora? —cuestionó la mujer de cabello ondulado, con tal de deshacer de la tensión.
—Por ahora casi nada. Al parecer estaban en una pijamada, la madre dijo que había quedado con su hija pequeña que vendría hasta la madrugada; su turno terminaba a media noche, pero cubrió tres horas más a una compañera. Así las encontró a todas tal y como ves.
La mujer asintió sin decirle nada.
—Puedo deducir —continuó—. Que en un descuido Belinda las atacó a una por una, lo que no logro comprender es por qué suicidarse después.
—Problemas —contestó de inmediato—. O tal vez remordimiento, culpa por haberlas matado.
El detective negó con la cabeza antes de contestarle a su compañera, sabía que la respuesta solo lo dijo para demostrar la fuerza de voluntad que tenía.
—He visto demasiados casos iguales este último mes. ¿Acaso todos los jóvenes se pusieron de acuerdo en matar a sus amigos y luego suicidarse?
—Dices que ¿Belinda no se suicidó?
Eres muy fuerte para hablar de ella sin ningún problema —pensó.
—Parece que sí, sin embargo, lo dudo. —Suspiró al verse en un dilema— Es complicado.
—¿Crees que ella no era capaz de hacerlo?
—No lo sé, era tu prima. Tú eres la que debería saber, ni siquiera sé por qué lo pienso.
—En realidad, no era muy allegada a ella. Aunque la madre siga negando que Belinda haya hecho esto.
—La escena dice lo contrario —afirmó nuevamente el detective—. La sangre esta por todos los lados, es como si se hubiese tomado demasiado tiempo para hacerlas sufrir, aunque no hay indicios de forcejeo.
Se detuvo al ver a la joven aun en el suelo. A pesar de que todos los cuerpos ya estaban en bolsas y ya estaban siendo llevados a la morgue. El cuerpo de Belinda aún seguía en la habitación por petición del detective. Vio que cerca de la mano derecha había una foto llena de sangre que ninguno se había fijado en ella. La tomo cuidadosamente y la guardó en una bolsa plástica, aunque el caso estaba resuelto y los periódicos del día siguiente dirían que la joven tan desesperadamente asesinó a sus amigas en una pijamada y luego se suicidó. Él aún tenía la sensación que eso no era todo lo que había en aquella escena.
—Pueden llevársela —ordenó—. Y dejen la foto con las demás pruebas.
—¿Una foto? —cuestionó su compañera—. En realidad, no crees que fue una simple desesperación de adolecente.
Negó con la cabeza viendo detenidamente la habitación.
—Todos los casos no pueden ser mera coincidencia, aquí hay algo más que nadie más ve.
—Oye —dijo viendo fijamente a los ojos verdes de su compañero—. Dijiste que no interfiriera en la investigación, que dejara que siguiera el curso, pero parece que tú eres el que no quiere dejarlo ir.
—Eso parece —musitó.
Todavía tenía esa mala espina por los varios casos similares, que se reportaron en todo el mes. Aunque cada uno tenía su historia; el detective veía que tenían mucho parecido.
No es solo desesperación —pensó—. No se trata de deshacerse de los problemas que tienen.
Editado: 18.11.2020