Verdades ocultas

10

 

El despertador sonaba sin parar y Adam no hacía ningún movimiento para apagarlo. Después de quejarse un poco deslizó la pantalla de su celular para que dejara de sonar. 

Se quedó viendo hacia el techo, con la mente en blanco. No quería comenzar con sus premisas en pela mañana. Pasaron más de diez minutos para que se pusiera de pie y se diera un baño rápido, después de quince minutos ya se encontraba en la cocina preparando su desayuno.

Como era de costumbre, tenía el televisor encendido, aunque no le prestara la más mínima atención. Haber vivido quince años solo le hacía buscar la forma de maquillar esa soledad que se sentía con solo entrar en aquella amplia casa.

Al sentarse en el banco frente a su televisor comenzó a revisar su celular, desde que entró a la casa en la madrugada; no había tocado el celular por lo agotado que estaba.

Debemos hablar.

He encontrado un par de pruebas.

Mínimas, pero con algo se empieza.

Nuevamente leyó el mensaje que le había mandado Gina a la seis de la mañana. Aunque no quería más investigar esos casos, sabía que debía hacerlo.

De alguna manera se sentía satisfecho al hacerlo, sentía que podía compensar lo que no había hecho con Brooke.

Minutos después se encontraba entrado a su oficina, después de pensarlo demasiado, ya no podía esperar para llegar antes a su trabajo.

—Y bien ¿Qué es lo que tienes para mí? —cuestionó con solo ver a Gina.

La rubia en lo ensimismada que estaba en su trabajo, ni siquiera previno la entrada de su compañero que al escucharlo salto de la silla por el susto.

—Lo siento —se disculpó Adam.

—No hay problema. Sabes no sé porque no me acostumbro a que siempre llegas así. Y con respecto a tu pregunta —comentó trayendo consigo unos cuantos expedientes—. Como te dije no es mayor cosa, pero algo será ¿no crees?

El detective asintió impaciente a la respuesta que realmente necesitaba escuchar.

—Como dijimos, no hay vínculos ni cartas de despedida culpando a los demás. Sin embargo, en Belinda y estos tres casos —dijo señalando a cada uno—. Encontraron un par de fotografías que podrían ser las causas. Aunque los familiares decían que no conocían a los de las fotos; en más de una ocasión una de las víctimas se encontraba en la foto.

—Entonces... la causa del delito es sobre la foto. Pero eso no nos lleva a nada —aseguró confuso.

—Lo sé, pero tal vez encontrar alguno de los de la foto nos haga entender cuál es la situación.

—Si sabes cuál es la probabilidad de encontrar a una persona desconocida la cual solo tenemos una foto de ella —dijo decepcionado.

—Sí, pero recuerda que ninguno se está escondiendo o escapando de nosotros. Además, estarán en sus establecimientos educativos —le animo Gina.

—Toc, toc —dijo Yess fingiendo tocar la puerta—. Espero que hayas descansado Sand. Después de todo el trabajo que tienes que realizar deberías descansar muy bien. Por cierto, no sé si aceptarás mi ayuda después de todo.

Gina se removió en su escritorio al escucharla, aunque no quería demostrar lo molesta que estaba en ese momento.

—Yess, te dije que después lo hablaríamos. Ni siquiera sabes qué es lo que estoy investigando para ofrecerte a ayudarme —se excusó Adam.

El detective no había pensado en la propuesta de la pelinegra, estaba realmente cansado para pensar en su trabajo y el mensaje de texto de su compañera le había hecho olvidar por completo.

—Pero perderás mucho tiempo si lo piensas demasiado —se quejó—. Además, no es necesario que sepa que es lo que haces para aceptar. Todo lo que haces, para mi es de lo más estupendo.

—Está bien Yess, entiendo tu entusiasmo, pero no tengo tiempo para pensar en tu propuesta. Así que si eres impaciente mejor olvida que te tomaré en cuenta.

—Como tú digas. Estaré esperando Sand —canturreó al salir de la oficina.

Adam fijó su mirada en la rubia que se encontraba con la cabeza baja, fingiendo leer unos expedientes. Aclaró su garganta para llamar su atención, aunque sentía que su compañera se había decepcionado al escuchar la conversación.

—Gina, no quiero que pienses mal.

—¿Por qué debería sentirme mal? —cuestionó—. Es tu decisión, no la mía.

—Es nuestra decisión, somos un equipo.

Gina al escucharlo levantó la mirada, creía que Adam la había hecho a un lado y que le pediría que ya no se entrometiera en el caso. Comenzaba a lamentarse por haberse comportado muy fría en el caso de su prima.

—Entonces, qué le dirás a Yess.



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En el texto hay: thriller, thriller psicologico, suspense

Editado: 18.11.2020

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