Mia
No me he atrevido a dirigirle la palabra, es escuchar su voz y se me revuelve el estómago en mil partes. Ojala no fuera cierto todo esto que me está pasando pero lo es, ojalá fuese una pesadilla o un mal sueño pero es todo lo contrario. Es la triste realidad.
Tengo el móvil delante y no se que hacer, no se si llamar de nuevo a Luke o escuchar los doscientos mensajes que me ha dejado en el contestador. Quizás lo más sensato sea llamar a Oliver y olvidarme de una vez por todas de Luke. Pero para ello necesito antes hablar con las personas que siempre están a mi lado.
Suena la puerta, el primero como siempre es James. Viene con una sudadera navideña. Faltan solo cuatro días para navidad y todavía no sé con quién las voy a pasar. Aunque ese no creo que sea el mayor de mis problemas ahora mismo. Tengo uno que cada vez se va haciendo más grande y las navidades siempre las puedo pasar con mi madre o quizás con mi padre que hace aún más tiempo que no lo veo.
Tocan de nuevo la puerta, esta vez es Elizabeth. Viene con un vestido rojo y unas botas exactamente del mismo color.
—¿Que tal? —le pregunto mientras le doy dos besos.
—Muy bien, tengo algo que contarte… —reconoce.
Nos vamos a la cocina los tres.
—¿Que nos tienes que contar? —me adelanto a lo que nos tiene que contar.
Eli se queda paralizada, no se si va a decir algo.
—No nada, prefiero decirlo en otro momento. ¿Que vais hacer en Nochebuena? —cambia enseguida de tema de una manera un tanto sospechosa.
—Pues yo cenar con mi chico que me ha preparado una sorpresa—dice James mientras se ríe morbosamente.
—Pues yo aun no lo sé… —respondo de la manera más sincera.
—Pues yo voy a cerrar el sitio de citas y me iré a cenar con mi familia —reconoce Elizabeth.
Los tres echamos la tarde completa pero a mi en el fondo me sigue preocupando el mismo problema una y otra vez. Aunque prefiero ser yo quien tome la decisión y creo que lo más maduro es no contar la verdad a aquella persona que ha tratado de tirar por tierra mi vida.
Me salgo de la cocina y cogo el teléfono pero no para llamar a la persona que todo el mundo podría tener en mente, marco en las teclas el número de mi madre. Es lo más sensato y lo que voy hacer. No tengo que ir a trabajar, aquel trabajo estaba manchado por las manos de Luke y era algo que no estaba dispuesta a consentir. Decidí dejarlo, prefiero conseguir algo yo por mi talento.
—¿Mamá? —escucho su respiración a través del móvil.
—Dime hija —dice con la voz entrecortada como si la hubiese pillado haciendo algo que no debe.
—Pues que he pensado que como tengo unos días libres de irme allí a pasar las navidades contigo —se que no la aviso con el tiempo suficiente pero no he encontrado el momento oportuno para ello, no he tenido la cabeza en su sitio.
El problema es que ninguno de mis padres conoce de la presencia del retoño que crece lentamente dentro de mi. Me da miedo reconocerlo, no sé todavía ni cómo empezar a contárselo, estaría bien por ejemplo en llamar a mi padre al que hace bastantes meses incluso antes de conocer a Luke que no sé nada de él.
—Mía esto me lo tendrías que haber avisado antes, ahora ya es tarde…
No entiendo cómo puede llegar a ser tan fría cuando lo estoy pasando mal y quizás sea uno de los pocos apoyos que tengo.
—¿Qué me estás queriendo decir con esto? —le ruego una respuesta.
—Pues que yo tenía ya mis planes y que no los puedo cambiar de la noche a la mañana, lo siento mucho pero no vas a poder venir… —me suelta, definitivamente no le importó o si lo hace no lo suficiente para sus planes.
La cuelgo, no quiero escuchar ninguna palabra más, me da igual que se enfade conmigo, tal vez yo haya avisado tarde pero ella también me ha traicionado anteponiendo lo que dios tenga que hacer.
Mis amigos me miran, saben que la cosa no ha ido bien.
En el momento que se dan cuenta de que no tengo cara de amigos se dan olímpicamente la vuelta, es lo mejor y lo más correcto.
Sin la presencia de ellos dos y mi madre desertando solo me queda una persona.
Me va a resultar complicado iniciar todo esto pero debo hacerlo.
Suena la señal, me tiemblan las manos y los pies, me dan ganas de ir a mear pero decido aguantar el tipo, de todas formas él también ha tenido tiempo para llamarme y no lo ha hecho.
—¿Mía? —escucho su voz por primera vez en muchos meses.
Su voz me relaja, me transporta a aquellos meses en los que mi inocencia todavía no había desaparecido, en los que me contaba cuentos para que me durmiera o me contaba historias de él cuando era pequeño. Que rápido pasaron esos años y que poco los pude disfrutar.
Si me dieran la oportunidad seguramente volvería a vivirlos.
—¿Hija estás ahí? —vuelve a preguntar.
Debo de responder, es bastante desesperado y si no lo hago me colgará en breves momentos.
—Si si, estoy aquí es que estaba haciendo una cosa pero ya he terminado.
—¿Cómo estás? —me pregunta con esa ternura que le caracteriza y que le ha faltado en algunos momentos de su vida.
—Bueno, he tenido momentos mejores —no creo que sea el momento de contarle la verdad ahora.
—Bueno hija ya sabes que siempre puedes contar conmigo para lo que haga falta…
—Ya pues me gustaría pasar las navidades contigo —le digo temiendo la respuesta, seguro que él también tiene planes y al final me voy a quedar yo sola viendo un especial de todo el año y teniendo comida para por lo menos dos semanas.
—Me encantaría cielo, pero es mejor que vaya yo, se que tendrás mucho lío y no quiero hacerte venir hasta aquí —no me puedo creer que al final sí que vaya a tener algún plan.
—Genial papá, pues mañana mismo empiezo a comprar todo lo necesario.
—Mañana a primera hora salgo para allí…
Mi rictus de la cara cambia totalmente y Eli y James son conscientes de ello.
—Con tu padre ¿verdad? —me pregunta Eli, seguro que ha estado escuchando toda la conversación.