Verdades y mentiras[saga Lunar]

Capítulo 4

Mia

Ya es de día, el sol entra por la ventana y yo me pongo manos a la obra. Recibo un mensaje de mi padre

«Ya he salido para allí, en un

par de horas llego 08:43»

El mensaje es enviado hace casi una hora con lo que tan solo cuento con una para ponerlo todo listo.

Anoche bajé la caja del altillo para hoy ponerlo. Preparo el árbol y pongo bolas aleatoriamente por toda la casa recogiendo objetos de sujetabolas, pobrecillos para lo que han quedado.

Utilizo todo tipo de cosas, pomos, plantas, sillas, botellas, cualquier tipo de objeto es bueno para poner un adorno.

Cuando me quiero dar cuenta la hora se me ha pasado, voy aún con el pijama y con los pelos alocados de recién despiertas, cómo me vea mi padre con estas pintas va a salir corriendo.

Suena el timbre de la puerta, es imposible que mi padre haya corrido tanto y haya llegado tan rápido pero tampoco me sorprendería mucho. Voy corriendo a la puerta aunque lleve el pijama y los pelos alocados.

—Papa… —me quedo con la boca abierta, no puedo creer lo que ven mis ojos, tiene que tratarse de algún tipo de broma o una cámara oculta.

—¿Que haces aquí? —le pregunto, no se como se ha atrevido a aparecer así sin más y sin avisar.

—Pues que quería darte una sorpresa, por eso anoche te dije que no contasen conmigo porque me venía yo aquí —es mi madre, una persona que ahora mismo su vida está en peligro porque tengo ganas de matarla, anoche no me dijo nada e hice planes con mi padre y ahora tengo un problema y de los gordos.

—Ya pues —le respondo tocándome la nuca y sin saber muy bien que responderle.

—¿Me dejas pasar? —me pregunta intentando meter la maleta pero yo intento bloquearla porque mi padre está apunto de llegar.

—Mamá, es que tenemos un problema —digo cerrando los ojos y tocándose la sien.

—No te preocupes, ya me ha contado Walter lo que ha pasado con Luke, no te preocupes que aquí estoy para apoyarte con todo —me responde a la vez que invade mi casa.

—Ese no es el problema.

—Cieloooo, ya estoy aquí —la voz de mi padre invade toda la casa y a mi se me viene el mundo encima, no ha podido ser más oportuno.

—Ese es el problema —le digo cerca a mi madre para que él no me escuche.

Entra por la puerta como un elefante en una cacharrería.

—¿Que hace él aquí? —pregunta señalandolo y culpandolo directamente.

—No, ¿que haces tú aquí? ¿es una encerrona? —me pregunta a mi como si tuviera algo que ver.

—Papa, no sabia que iba a venir de verdad sino te lo hubiera dicho —mis palabras no son creíbles y cualquiera que me oiga pensará que es mentira.

No se que hacer, no se van a quedar los dos aquí, mis padres no se llevan mal pero tampoco es plan de juntarlos en navidad.

—No pasa nada, yo me marcho —dice mi madre rompiendo el silencio angelical que se ha formado.

—No —interrumpe mi padre—. Creo que somos mayorcitos para poder pasar las navidades con nuestra hija. Bueno, ¿dame un abrazo al menos no? —pregunta mi padre con una sonrisa en el rostro. La verdad es que todo esto no me lo esperaba de él.

—¿Que has comprado? —pregunta mi padre mirando la casa de arriba a abajo, es la primera vez que entra en ella—. La tienes muy bonita de verdad, tienes muy buen gusto.

—Ya… —le reconozco. —Bueno, ¿y tienes algo que contarnos? —pregunta como si supiera lo que le tengo que contar, pero espero hacerlo para más adelante, al menos mientras estemos cenando.

Las horas pasan y el sol cae por el horizonte de Nueva York, ya es de noche y yo empiezo a sacar platos para la mesa.

La cena está puesto y solo nosotros tres nos sentamos sobre ella, nunca hemos sido una familia muy numerosa, mis padres no tienen hermanos y siempre hemos sido nosotros tres y desde que se separaron cada navidad ha ido disminuyendo aunque estas navidades hay algo que tenemos que celebrar.

—Papas… —digo con la voz entrecortada, todavía no se si estoy lista para contárselo pero debo hacerlo antes que sea demasiado tarde.

—Dinos hija… —dice mi madre con una sonrisa de oreja a oreja.

—Vereis es que hay algo que tengo que contaros desde hace unos cuantos días y no se muy bien por dónde empezar.

—Tranquila cielo, dinos… —Ahora es mi padre quien intenta tranquilizarme.

—Estoy embarazada…

Ambos se quedan boquiabiertos, se le cae el tenedor al suelo a mi padre y no consigo que reaccionen ninguno de los.

—¿Hola? —le pregunto tratando de sacarlo de sí.

—Hija me alegro mucho, no me esperaba esto, que bien, pero ¿y el padre? —ahora si que no se si contarle la verdad o contarle alguna de mis mentiras.

—Pues el padre es una persona que tuve bastantes discusiones con ella y ahora ya no estamos juntos —digo rascándome la cabeza, se nota desde lejos que estoy mintiendo pero mi padre no me conoce tanto como mi madre.

—¿Pero él lo sabe? —pone las cejas arqueadas.

—No, no lo sabe y tampoco sé si contárselo o no.

—Hija, debes de contarselo, es su hijo tanto como el tuyo. tiene el mismo derecho a saberlo como tu.

—¿Es de Luke? —pregunta mi madre con un brillo nuevo en el rostro.

—Si, es de él.

No sé si contarle todo lo que me pasó con él. En estos momentos no tengo ganas de escuchar ningún reproche. Lo único que quiero ahora mismo es ir al baño y vomitar. Las náuseas me van a matar en estos meses.



#29312 en Novela romántica

En el texto hay: literatura, romance, amor

Editado: 21.06.2025

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