Mia
Al fin se termina el año y empieza uno nuevo. Estoy deseando ver que me depara este nuevo año 2020. El año pasado fue un auténtico caos lleno de giros inesperados. Me quiero centrar en mí y en unas metas de las cuales no me quiero salir. Hace unas horas que empezo el nuevo año y yo no soy capaz de coger el sueño.
Me tumbo en la cama y no dejo de mirar el techo sin ser capaz siquiera de cerrar los ojos. Todo me da vueltas. Las ideas no dejan de entrar por la ventana e irse por la puerta.
Primero es Luke y en su manía de controlarlo todo y luego pasa Oliver para tranquilizarme con su sonrisa bondadosa. Todo es tan difuso que he salido al salón para tomar un poco de aire.
Quizás en el sofá sea capaz de coger el sueño. No entiendo porque aquí sí se puede dormir cuando en la cama no.
¿Pero a quien quiero engañar? Aquí tampoco soy capaz de coger el sueño. Me levanto y me pongo a mirar por la ventana. Todo está tranquilo como si el mundo durante unos minutos al día se detuviese pero se que eso no es cierto. Veo gente en la calle. Bueno veo a una persona pero por la espalda enseguida me doy cuenta que es Luke.
¿Que hace aquí? El corazón me da un vuelvo y tengo la sensación de que se va a salir. Pero se que no lo va hacer porque va unido a mi. Tranquilamente veo que entra en su Ferrari y se marcha dejando atrás una estela de viejos recuerdos que se que no me van a dejar dormir en toda la noche.
Me recuesto sobre el sofá y me tapo con la pequeña manda que hay a un lado.
¿Por qué viene ahora?¿que es lo que quería?
Bueno realmente se de sobra lo que quería. Hablar conmigo y aclarar las cosas. Me dirijo a mi habitaciḉon y me quedo de pie unos segundos pensando en la siguiente jugada que hacer en la partida de ajedrez que se ha convertido mi vida.
Me debato si tumbarme en la cama e intentar dormir o vestirme y salir por ahí. Después de un intensa debate con mi yo interior me quedo con la segunda opción y elijo lo primero que encuentro mas arreglado pero a la vez más cómodo.
Me retoco un poco frente al espejo. Me ha venido bien no quitarme el maquillaje todo el rato.
Salgo a la calle, todo está calmada y comienzo a andar buscando algun lugar donde tomarme al menos un refresco porque el alcohol se me ha terminado durante unos meses.
Llevo recorridas por lo menos diez calles y la idea de encontrar un sitio abierto me está pareciendo cada vez más estúpida. Pero cuando estoy apunto de abandonar justo delante de mis ojos aparece un lugar abierto.
En circunstancias normales sería el típico sitio que no entraría ni aunque me pagasen pero viendo mi situación actual es lo único que se salva.
Pongo la mano en la puerta y está muy fría, un escalofrío me recorre la espalda. Esta misma sensación la tuve hace unos años. Cuando aún en el instituto la profesora me mandó al despacho del director porque estaba hablando. Realmente me estaba enterando de lo que le había pasado a mi mejor amigo por aquel entonces que se llamaba Anne.
Me estaba contando que lo había dejado con su novio y la profesora considero que no estaba prestando atención. Cuando llegué al despacho del director tuve exactamente el mismo escalofrío que tengo ahora en estos momentos pero aun así decido entrar. Soy como un perro abandonado, no tengo nada que perder. En cuanto abro la puerta una melodía suave y agradable me invade los oídos. Me adentro unos metros y con lo que me encuentro es a un hombre trajeado enfrente del piano con sus falanges golpeando las teclas.
Me siento en uno de los pocos sitios libres que hay en este lugar. La verdad es que es mucho más agradable y acogedor de lo que parecía por fuera. Una chica con camisa blanca y vaqueros ajustados se acerca a mi mesa.
—Buenas noches ¿que vas a tomar? —me pregunta con una sonrisa para mi gusto demasiado empalagosa.
—¿Tenéis zumo? —pregunto mirando a mi alrededor y llegando a la conclusión sin que ella me responda que en este lugar no tienen.
Niego con la cabeza.
“Que sorpresa”
—¿Agua tal vez?
—¿Con gas o sin gas?
—Con gas hoy me siento valiente.
Esta vez asiente con la cabeza y se marcha. Es una mujer que tiene mucha conversación. Observo detenidamente a la gente. Todos llevan trajes o vestidos de mucho dinero.
Yo llevo un vaquero y una blusa. Algo sencillo y cómodo. Hace unos minutos me estaba debatiendo si salir o abrir el frigorífico y arrasar con todo lo que hubiese aunque eso solo fuese un yogurt rancio. A veces me dan arreones raros. Aunque el embarazo lo estoy utilizando como una excusa.
Al menos me he sentado en el lugar más cerrado de este sitio y no me pueden ver mucha gente. La camarera me trae el vaso y miró atónita las burbujas como van subiendo e intenta salirse del habitáculo.
Es como una metáfora muy cruel de mi existencia. Estoy encerrada por mil nudos que no se pueden deshacer y a la vez intentando salir para buscar una solución. En estos momentos me gustaría tener delante a Luke y Oliver y poder decirles todo lo que llevo tiempo callando.
¿Pero cómo se hace eso?
No es tan sencillo como parece. Cuando me los imagino delante me bloqueo y no sé por dónde empezar.
Después de tomarme tres vasos de agua con gas y esperar lo que parece una eternidad al final me marcho del lugar. No se lo que estaba esperando que sucediese. Quizás que apareciese alguna de los dos pero soy una ilusa si creo eso.