Mia
El proyecto presentado va como lo había planeado. Me lo han aprobado y lo puedo sacar adelante. Cierro la pantalla del portátil y al fin puedo terminar mi jornada laboral. Hames se acerca hasta donde estoy.
—¿Vamos a tomarnos unas cervezas? hay que celebrar que has sacado adelante el proyecto.
—Si, me parece bien.
Llegamos al bar y está hasta arriba. Apenas hay un par de sitios en la barra. Pero no nos queda más remedio que rendirnos y colocarnos ahí junto a una fila sin fin de vasos usados. Pero lo comprendo porque los camareros no dan a basto de poner jarras de cerveza y llego a escuchar como James pide dos jarras para nosotros.
Pero como todo en mi vida, cuando todo parece ir bien siempre hay algo que lo da la vuelta para recordarme lo fracasada que soy.
—¿Mia? —la voz de Oliver hace que se me erice la piel.
Después de aquel mensaje que me mandó y lo deje así. Nunca lo llegue a contestar. El tampoco insistió hasta el día de hoy.
Me doy la vuelta y lo veo. Algo cambiado, diferente. Con un corte de pelo distinto.
Le pongo una sonrisa para disimular su decepción.
—¿Que tal?
—No mucho mejor que tú por lo que veo.
Supongo que verme a estas horas con una jarra de cerveza en una barra puede llegar a causar confusión.
—La verdad que no se muy bien que decirte solo que lo siento mucho.
—No te preocupes de verdad yo también estoy conociendo a alguien, no pasa nada de verdad.
—¿Estás con ella ahora?
—No, estoy con unos amigos, bueno estaba. La verdad es que ellos se marchan ahora y yo me había quedado un poco de lado.
—Puedes quedarte con nosotros, a James no le importa.
—Sinceramente estaría encantado de poder charlar y de poder conocer al famoso Oliver en persona.
—Bueno si insistes.
Mira para el lado y hace lo mismo hacia el otro y no encuentra ningún taburete vacio.
—Creo que llevo bastante tiempo sentado. Me vendrá bien estar de pie para bajar el alcohol.
Se pone a mi lado y de nuevo después de tantos meses puedo llegar a sentir su olor. No ha cambiado nada, sigue utilizando la misma fragancia.
—Oye quería decirte…
—No te preocupes no hace falta que sigas disculpándote. Ya lo has hecho bastante. Siempre tratas de justificar las cosas.
—Ya pero creo…
—No digas, complicas más las cosas. Podrás decirme mil cosas pero después cuando me de la vuelta te volverás a marchar con él. ¿Sabes que? creo que no ha sido buena idea sentarme aquí. Bueno de hecho ni me he llegado a sentar.
—Por favor quédate…
Le ruego pero con todas las veces que lo he dejado de lado dudo mucho que lo haga.
—Mira me quedo, pero me quedo porque voy un poco pedo y no tengo ganas de que me paren a la vuelta de la esquina y me quiten el carnet.
—Está bien.
—No me respondisteis al mensaje que te mande. Al principio pensaba que te estabas haciendo la interesante y después me di cuenta de que no. Fui a tu apartamento ¿sabes?
Tres días después de aquel mensaje. Pero me lleve la sorpresa de no encontrarme a nadie. Bueno miento. Si que me encontré, era un vecino tuyo mayor, se llamaba ¿Malvin puede ser? creo que si. Me dijo que estabas con el ricachón. Así que supe en ese momento que habías vuelto con el otro. Entonces me di cuenta de que te había vuelto a perder —explica mientras intercala sorbos de cerveza con su explicación.
—¿Sabes lo que pasa Oliver? que no tengo el valor suficiente para afrontar las cosas y tengo un talento innato para equivocarme. Siempre lo hago, tomo las peores decisiones.
—No creo que lo hagas, simplemente te dejas llevar por tu instinto.
—Pues debería de escuchar quizás a otras parte de mi cuerpo porque mi instinto no me lleva a nada bueno.
—Si te bebes un par de estas y te pones enfrente del espejo quizás empieces a hablar contigo misma. No llegarás a nada pero te echarás unas risas.
Después de eso y estar hablando un rato más de temas triviales salimos del bar. A James lo recoge su novio y Oliver decide acompañarlo hasta mi coche. Es de noche y la ciudad comienza a dar un poco de miedo a estar horas.
—O has aparcado lejos o es que me quieres llevar a un callejón sin salida.
—Cuando he llegado no había sitio por ningún lado.
—Bueno no sé… creo que ya he perdido dónde aparqué ya. Creo que será más fácil que regrese en taxi.
—¿Tan mal vas?
—Creeme que es más sencillo que haga eso.
Mañana ya por la mañana regresare para buscarlo.
—Estás fatal —le reconozco mientras me río.
—Puede ser no te voy a decir que no. Me río para intentar ocultar la tensión que hay en estos momentos entre nosotros.
—Ostras… que casualidad —dice mientras mira para el cielo—. ¿Sabes que este es mi segundo lugar favorito de la ciudad?
Miro hacia arriba y observo que es un edificio bastante alto. Es un edificio multifuncional. Lleno de departamentos y locales comerciales.
—¿Quieres saber por qué?
—La verdad es que me has dejado con la intriga.
Oliver mira para la liada y enseguida me hace un gesto para que lo siga. Yo respondo sin pensarlo y observo cómo se adentra caminando por un callejón que hay entre dos edificios.
En medio de estos dos hay una pequeña puerta.
—¿Que estás haciendo? —pregunto mientras observo que la abre.
—Vamos ven… —añade mientras hace el gesto de ponerse el dedo índice en los labios para que no hable.
—Ahora hay que ser rápidos ¿ves ese ascensor de allí?
A lo lejos, a unos doscientos metros y un pasillo enorme en medio se ve lo que parecen ser las puertas de un ascensor. Yo me callo y asiento en silencio.
—Bien pues hay que ir corriendo hasta allí —dice en voz baja para que solo yo pueda escucharlo.
—Estas loco ¿y si nos pillan?
—¿Que es lo peor que nos puede pasar? ¿que nos saquen de este sitio?
—Preferiría no terminar la noche en la cárcel. Sería muy difícil de explicar mañana, tengo que ir a una reunión.