Mia
Aún no he llegado a asimilar las palabras de Elizabeth. Lo he intentado con todas mis fuerzas pero ha sido muy pero que muy difícil. Como una persona llega a traicionarte de tal manera que te deja hundida bajo la tierra. Y esto no me lo esperaba de ninguno de los dos. He intentado darle vueltas.
Comprender las dos partes y aun así no he conseguido terminar el puzzle en lo que se ha convertido mi vida.
Oliver: Hoy pase por una tienda.
Mia: ¿Y bien?
Oliver: El escaparate estaba vacío. Creo que me lleve lo más caro y preciosa que había.
Mia: Y eso es…
Oliver: Tu. Ahora trato de buscarte por toda la ciudad pero por mucho que de vueltas no consigo encontrarte.
Mia: Creo que no has buscado bien.
Oliver: Tal vez necesite una ayuda. Alguna pista…
Levanto la cabeza y veo la estatua de la libertad. He venido aquí creo que ha rememorar viejos recuerdos o tal vez cerrar de una maldita vez un capítulo que no se acaba.
Abro la cámara y le saco una foto y se la mando.
Oliver: ¿Estás otra vez en el museo de los monumentos? ¿Tu sabias que casualmente ahí una un poco más grande en nuestra ciudad?
Mia: La original me gusta más.
—La verdad es que es bastante grande si —escucho por mi espalda y cuando me doy la vuelta me encuentro con los oj0os pardos de Oliver.
—¿Cómo sabías que estaba aquí?
—Ya te dije que te estoy buscando por toda la ciudad. Me quedaba este sitio y una tienda de objetos antiguos pero dudaba mucho que estuvieses en este segundo.
—Vaya pues al final me encontrastes si.
—¿Que estás haciendo aquí? —pregunta mientras la brisa le mueve los pequeños rizos que se le forman en el pelo.
—Bueno, digamos que aclarar mi cabeza. Han sido meses muy largos Oliver.
—Te entiendo ¿No te da la sensación de que al lado de esta estatua somos muy enanos?
—Puede ser…
la otra, la de la exposición me dio la sensación de que era más pequeña.
—Oliver es que era más pequeña.
—Nunca lo podremos saber. porque ya no podemos volver.
—¿Y por qué no?
—Porque me lleve al monumento más bonito que había.
—Tu y tu forma de hacerme reír.
—Bueno estoy intentando conquistarte. Poco a poco.
Suspira y mira al horizonte que se pierde con el fin del mar.
—Creo y pienso que si alguien te hace daño nunca debería de estar en tu vida. Las cosas pasan por algo. Pero no dejes que nadie te borre esa sonrisa tan bonita que tienes.
—Creo que voy a sacar de mi vida todo aquello que no me hace ningún bien. Y ellos dos está claro que no lo hacen. Así que…
—¿Sabes lo que hago yo cuando tomo la decisión de desprenderme de aquello que me hace mal?
Niego con la cabeza mientras espero una respuesta para su pregunta.
—Lo escribo en una hoja. Después lo compo en mil trozos y por último lo lanzo al mar para que las olas y las mareas se lo llevan bien lejos. Así me aseguro de que nunca volverá.
—Tal vez podría hacerlo si tuviese una hoja y algo para escribir. Oliver se da la vuelta y empieza a abrir su mochila.
—Casualmente yo siempre llevo una libreta y un boli.
—¿Y cuál es el motivo exactamente?
—Bueno. Soy una persona creativa. Si se me ocurre cualquier idea en cualquier momento necesito escribirlo en la libreta para que no se me olvide.
—Eres una caja de sorpresas.
—Una caja de sorpresas con un boli y una libreta. Ahora depende de ti. Pienso y reflexiono durante unos segundos. Segundos que parecen horas pero al final decido hacerlo.
Arranco una hoja de la libreta y la divido en dos. Después escribo el nombre de Luke en una parte y el de Elizabeth en la otra.
—¿Vale y ahora?
—Bueno lo que yo suelo hacer antes de arrancarlo es jurar que después de este acto no voy a querer tener relación con estas personas. Tienes que jurar que las vas a sacar de tu vida para siempre porque no te hacen ningún bien.
—De acuerdo. Yo Mia Miller prometo sacar de mi vida a estas dos personas, personas que no me han hecho ningún bien y que solo me han hecho daño.
Buscando de mi no perder su reputación y su poder aunque tuviesen que pasar por encima mía y para que así conste rompo sus nombres y las lanzo al agua.
Ver los pequeños trozos en lo que se han convertido esa hoja y observar cómo se pierde en el horizonte del mar me hace por primera vez en mucho tiempo sentirme bien conmigo misma. Me siento liberada. Quiero gritar pero se que no debo porque hay mucha gente aquí alrededor.
—Sé cómo te sientes. Y creo que conozco el lugar donde vas a estar mejor que en ningún otro.
Se levanta y me ofrece la mano y yo le respondo tocando sus finos dedos. Puedo notar su calida piel. Este acto provoca que me ruborice y que se me pongan los pelos de punta y un gran escalofrío me recorra la espalda. Me siento viva después de mucho mucho tiempo.