Mia
Es el cumpleaños de Luna. Hoy cumple un año y la verdad es que no me esperaba que mi vida fuese a ir así. Ha cambiado en ciento ochenta grados en el pequeño espacio de dos meses. Mi madre viviendo conmigo y teniendo una relación con Walter con el cual está planeando irse a vivir juntos, sigo sin tener noticias de Luke y con Oliver que cada día que pasa hace de mi mundo más maravilloso y sobre todo mucho más fácil.
Me está ayudando un montón con Luna y esta le quiere mucho. De hecho llora mucho más cuando se marcha el que cuando me marcho yo.
—Ya está todo listo —termina Oliver de inflar el último globo y atarlo con mucha soltura.
Cosa que yo sería incapaz de hacer porque le tengo un miedo atroz a los globos.
—Perfecto. Ya solo faltan que llegue mi madre con Walter y Luna y bueno james de dónde diantres se haya metido.
—Bueno, yo creo que me voy a ir.
—Pero ¿y a donde te vas a ir ahora?
—Bueno. No sabía cómo llegar a decirte esto. Mi empresa me ha ofrecido irme a Seattle para hacer una expansión de la empresa. Además mi corazón siente por ti algo tan grande que creo que nunca será correspondido. No quiero volver a pasar por lo que pase. Ya te he perdido dos veces y ahora creo que me ves como un amigo. Y esto sinceramente me está afectando.
Creo que nunca voy a poder olvidarte Mia.
—Pero… —trato de cortarle.
—Pero nada. Cuídate mucho de verdad.
Se da la vuelta y se va directo a la puerta. Yo estoy completamente petrificada como si tuviese los pies pegados al suelo.
Pero antes de que llegue se detiene y mira un momento hacia donde estoy yo.
—Por favor. Despídete de Luna por mí, creo que sería incapaz de decírselo en persona aunque no me entiende.
Quiero mucho a esa niña. Y una última cosa mas no dejes que nadie apague esa luz que te hace brillar y te hace tan especial.
Termina y sale de la casa dejándome la palabra en la boca. No me ha dado tiempo a réplica, a contradecirle. A decirle todo lo que tengo que decirle y que durante tantos meses he ido callando.
Me gusta Oliver, estas últimas semanas se ha portado como nadie, ha sido simpático, detallista, me ha enseñado mil cosas y ha aceptado a Luna. Como si fuera parte de su vida. Pero yo he sido incapaz incluso de darle las gracias, tan solo me he encargado de darle las gracias, tan solo me he encargado de darle largas por miedo a estropear lo que teníamos.
¿Que lo veía como un amigo?
Sí, pero eso era porque no quería que nos confundieran. No quería ir rápido, solo quería dejar que las cosas pasasen, solo quería dejar que las cosas pasasen solas, sin forzarlas. Pero ahora da igual porque se ha ido y no creo que vuelva a verlo.
De nuevo la puerta se abre y tras ella entran Walter, Luna y mi madre. Entran con cara de bastante circunstancias, yo no me he movido desde que se ha ido y me temo que se han cruzado con él.
—Hija, ¿que ha pasado? He visto a ese chico tan encantador que viene de vez en cuando bajar como si le hubieses dicho que no volviera Jamás —me pregunta mientras se quita la chaqueta y la cuelga en el perchero.
—Es que no va a volver más.
—Pero… ¿por qué eres tan borde con la gente? te pierdes en los detalles.
—No mamá, no va a volver más porque se va a Seattle. Eso es todo. Yo no he tenido nada que ver con esto.
—Pero hija si tu lo quieres ¿porque no luchar por él?
—Da igual lo que yo quiera. Ha decidido irse. Eso es todo.
—¿No has entendido nada verdad?
—Pues no se si lo he entendido o no, el caso es ese y ya no puedo hacer nada para remediarlo.
—¿Vas a hacer una vez más que tu orgullo te haga tomar malas decisiones?
—¿Y que quieres que haga? —mi desesperación está llegando a niveles incalculables y lo que yo tenía que ser una fiesta de cumpleaños se ha convertido en una partida de ajedrez gigante.
—Yo creo que está bastante claro.
—Ya ¿Y eso es?
—Que luches por lo que quieres.