Oliver
Me he dado cuenta después de tantos años de existencia que no se puede luchar contra el amor y que si algo no es correspondido poco se puede hacer.
Estoy en el taxi mirando los últimos correos y respondiendo a los que creo que son los más importantes. Que confiasen en mí para abrir la nueva oficina en Seattle tan solo fue una confirmación de que tenía que cambiar de aires y darme cuenta de la realidad.
Ya me estoy imaginando en mi despacho con las vistas hacia el Space Needle. El aeropuerto a estas horas de la tarde está hasta arriba y cuando llego al control de equipaje ya me doy cuenta que mis dias en esta ciudad tienen un fin. No sé si seré capaz algún día de volver. Salvo obligación expresa de la empresa por alguna reunión, espero no tener que hacerlo.
—Por Favor el billete —la recepcionista trata de poner la mejor de sus sonrisa como si estuviese deseando irme a un lugar nuevo por vacaciones a empezar algo precioso pero mi cara realmente lo que refleja es una huida hacia delante para separarme de lo que realmente quiero.
—Genial que lo disfrute. Buen viaje —no ha quitado la sonrisa en todo momento. Seguro que cuando llegue a su casa le tiene que doler los mofletes de tanto sonreír.
El trayecto hasta la puerta del embarque se me hace eterno. No veo el momento de llegar hasta que al fin llego a la fina línea entre el aeropuerto y el avión.
“Y hasta aquí tu tiempo en Nueva York. Me recuerda mi conciencia tan inoportuno como siempre. Pero antes de pasarlo escucho a mis espaldas como la voz de Mia se acerca a mi.
—Oliver Smith por favor no lo hagas. Te quiero… te quiero.
Me detengo en seco mientras escucho cómo va aumentando su fina voz.
—Me equivoque Oliver. Estaba intentando huir de lo que era inevitable —reconoce mientras me doy la vuelta y la veo con el rostro bastante agotado e intentando coger aire para reponerse.
—Fui una ingenua al pensar que lo que sentía por ti no era real. Me estaba intentando convencer de algo que debía de afrontar y no huir. Y eso es que te amo —reconoce mientras lentamente se va acercando a mi ante la atenta mirada de todos los presentes—. Me he saltado tres controles policiales, me han estado apunto de detener. Puede que después de este número lo hagan. Pero por favor no te vayas. Te quiero. Me ha costado reconocerlo pero quiero pasar el resto de mis días a tu lado, levantarme y que tu sonrisa sea lo primero que vea. Quiero ver en persona y en tamaño real todos esos monumentos. Quiero ser feliz, pero a tu lado.
—¿De verdad?
—Si, nunca he hablado tan enserio.
—¿De verdad te has saltado tres controles de la policía por mi?
Aunque no es el mejor momento la verdad que no puedo evitar reírme imaginándome como se ha saltado los controles mientras le seguía la policía
—Te estoy abriendo mi corazón y estoy muerta de nervios.
—Ya lo sé. Ven aquí —me acerco a ella y la sujeto por la espalda para inclinarla hacia abajo y así poder darle un beso. De esos de películas, ese que he soñado durante tanto tiempo y siempre me he esquivo. Por primera vez en muchas semanas vuelvo a sentir esas mariposas revoloteando por mi estómago. Por primera vez soy la persona más feliz del mundo.
—¿Entonces no te vas a ir?
—Mi sitio está aquí a tu lado. Gracias por evitar que no tomara una decisión equivocada.
Se que la gente nos está mirando. Incluso ha llegado la policía alertada por el momento pero nadie lo evita.
—Creo que lo mejor es que nos vayamos de aquí antes de que nos detengan...