Verdades y mentiras[saga Lunar]

Capítulo 56

Mia

Hace mucho que no me sentía así. En paz. No feliz del todo —porque sigo arrastrando demasiadas cosas por dentro—. pero si tranquila. En calma, como si por fin hubiera salido del huracán y estuviera sentada en medio del silencio.

Estoy tumbada en el sofá, con una manta sobre las piernas y una taza de chocolate caliente entre las manos. Oliver entra desde la cocina, descalzo, con el pelo despeinado y una sonrisa que aun me descoloca.

—¿Te apetece un poco más de chocolate? —me pregunta.

—No, gracias. Ya estoy en mi límite dulce por hoy.

Se sienta junto a mi. Me abraza por detrás, como le gusta, apoyando su mentón en mi hombro. En la tele, una película de navidad que apenas estamos mirando. Fuera, la nieve empieza a caer otra vez. Es una noche perfecta. Una de esas que no necesitas guardar en fotos porque se te graban en la piel.

—Mia —dice de pronto, muy bajito—. Tengo que preguntarte algo.

lo miro de reojo. Su tono ha cambiado. Ya no es cálido y ligero. Ahora es… serio. Profundo.

—¿Qué pasa?

El se pone de pie.

—un segundo —murmura. Va hasta el mueble del salón, abre un pequeño cajón y saca algo que no alcanzo a ver.

Cuando regresa, sus ojos están brillando. Se arrodilla frente a mí. Y entonces lo entiendo. Siento cómo se me corta la respiración.

—Oliver…¿que haces?

El me mira, nervioso, pero sin apartar la vista de la mía.

—Te miro. Te pienso. Te sueño y me doy cuenta de que no quiero seguir haciéndolo en condiciones.

Saca de su bolsillo una pequeña caja. La abre. Dentro, un anillo sencillo, plateado, sin adornos, pero precioso en su humildad.

—No me importan tus dudas, tus miedos ni tus silencios. Tampoco me importa el pasado ni lo que pudo haber sido. Solo sé que quiero que seas tú. Todos los días. En todas las versiones posibles. hace una pausa. Se le quiebra la voz, pero sonríe.

—Mia Miller. ¿Quieres casarte conmigo?

Mis manos tiemblan. El corazón se me sale por la boca. No me esperaba esto. No hoy y mucho menos así y sin embargo… siento que es el momento.

—¿En serio estás haciendo esto?

—Muy enserio. Aunque me esté muriendo de miedo.

Me río. Las lágrimas me caen sin que pueda evitarlo. Me tapo la boca con las manos, como si eso pudiera contener todo lo que estoy sintiendo.

Y entonces, simplemente digo lo único que sé que es verdad:

—Si.

—¿Si? —repite atónito.

—Sí, Oliver. Quiero casarme contigo.

El me abraza. Me levanta. Da una vuelta conmigo en brazos como si estuviéramos en medio de una película cursi. Y por un instante lo somos.

Cursis sí. Pero felices. Y esta vez, sin nadie más entre los dos.



#31874 en Novela romántica

En el texto hay: literatura, romance, amor

Editado: 14.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.