Cuando el alba tiñó de oro las montañas,
y el rocío besó los pétalos de la aurora,
una flor, tímida y pura, despertó en el silencio.
Era la flor del amor, que brota en el corazón
de aquel joven que, al caminar entre la gente,
descubre en cada mirada un latido,
en cada sonrisa, un reflejo del sol naciente.
Con su mirada clara y sus pasos ligeros,
él roza con ternura el aire que lo envuelve,
y la flor, en su pecho, florece con fuerza.
Es una rosa que, con cada respiro,
se abre al mundo, entregando su perfume
a la brisa, a la tierra, y a aquellos
que aún no han sentido el suave tacto del amor.
Pero no está sola, esta flor vibrante.
A su lado, una margarita de esperanza
se alza en el campo, mirando hacia el cielo.
Juntas bailan con el viento del amanecer,
tejiendo sueños en las ramas del destino,
mientras el joven, con ojos llenos de asombro,
descubre que en el jardín de su alma
crecen flores que no conocía,
floreciendo en cada paso que da.
Y así, con cada nuevo amanecer,
él camina, sintiendo el amor
como un jardín que nunca deja de crecer.
Diccionario:
Alba: Momento inicial del día, cuando empieza a aparecer la luz del sol.
Tañir: Sonar una campana o producir un sonido agradable, como el de un instrumento.