Estuve siete días observando todo el proceso de embarazo de mi madre y luego mi nacimiento. Aunque aún seguía sin entender mucha cosas, no podía dejar de sentir alegría, mis ojos se impregnaban de lágrimas mientras escuchaba las risas de mi padre ahogadas por mi propio llanto de bebé.
Quedaban ya pocas grabaciones, pero yo estaba impaciente por llegar al momento en que mi madre había fallecido, mi padre nunca había hablado sobre los sucesos de aquella noche y yo había perdido parte de la memoria, lo único que recordaba era que, al día siguiente mamá ya no estaba. Según varios médicos esto era común luego de pasar por una situación traumática. Además necesitaba saber cómo estaba Boj relacionado a todo esto. En mi interior tenía una pequeña esperanza de que todo fuera un mal entendido.
El diario se había convertido en mi obsesión. Dormía con el holograma de mi padre hablando sobre nuestra vida como familia.
Trébol me había invitado varias veces al juego, pero mi repuesta seguía siendo no, mis ansias por descubrir el final eran más fuertes que su encantadora sonrisa. Además no podía seguir haciendo cosas a su lado, estaba comprometido por el amor de dios y mi corazón era bien caprichoso, se interesaba por quién no debía.
— ¿Carolina? — Trébol irrumpió en mi cabaña.
— Trébol. Estoy acá... — Le dije con suavidad mientras intentaba mantenerme despierta.
— ¡Por el amor de dios Carolina! — Me dijo sorprendido. — Tienes que tomarte un momento...
— No puedo, necesito... ¿Qué es ese ruido? — Le pregunté.
— Precisamente venía a alertarte. — Su cara me decía que estaba muy preocupado. — Afuera del gran mural de hiedra están los soldados que te buscan.
Temblé un poco.
— ¡Están aquí! — Con desesperación tomé el diario en mis manos. — Tengo que encontrar la semilla carajo, si no alguien saldrá herido. ¿Qué tal si penetran... ?
— Imposible. — Me dijo con precisión. —Ese muro nadie lo ha podido atravesar.
— No tienes idea de lo avanzada que es la tecnología que tienen. — Le respondí algo molesta.
— Podemos ir a averiguar. — Me dijo y en sus ojos había un brillo extraño.
— ¿Qué?
— En el muro, hay partes que nos permite observar hacia afuera. — Hizo una pausa y se dió la media vuelta. — ¿Vienes?
Quise decir que no, pero sus ojos me hipnotizaron y mi curiosidad era más grande que la mi cordura, quería saber que sucedía a las afueras del muro.
Llegamos y presenciamos a los soldados creando campañas y asentándose. Esa parte del muro no estaba envenenada así que podíamos meternos en el.mueo y atisbar tranquilos a los soldados.
— Tienen pensado quedarse ahí hasta que salga. — Le dije a Trébol.
— Sabe que en algún momento tendrás que salir.
Entonces un guardia se acercó al muro, tanto que si no nos movimos podría vernos. Intentamos huir; pero chocamos el uno con el otro, aunque para nuestra suerte quedamos en el suelo. Para mí desafortunio él cayó justo encima de mí.
"Mierda, que bello es"; intenté mirar a otro lado. " No lo mires, no lo mires"
Exhalé nerviosa.
— ¡Shshsh! — Tapó mi boca y me hizo una mueca pidiéndome que hiciera silencio.
Mi corazón latía fuertemente, varias veces me perdí en sus ojos.
Volvimos a la cabaña y Trébol no había dicho una sola palabra en todo el camino.
Lo alcancé lo suficiente como para tomar su brazo.
— ¿Estás bien? — Le pregunté intentando no sonar preocupada.
— Si, si. — Me respondió rápidamente. — Voy a informar lo que vimos y ya está.
Parecía distante.
— ¿Seguro?
— Si. — Me sonrió de medio lado. — Estoy bien. Voy a prepararme, nos vemos está noche.
"¿Qué?"
No tenía idea a qué se refería; pero en cuanto me di la media vuelta me topé con Rosita. Que traía algo en sus manos.
— Tengo algo para ti. — Sonrió. — Lo usarás está noche.
— ¿Qué se celebra está noche? — Le pregunté.
— El baile de los novios. — Me dijo como si esa información lo explicara todo. — Trébol y Kurinji.
— Ah, entiendo. — Respondí con algo de incomodidad.
"Y yo tonteando con él".
— Y yo seré quien te prepare para esta noche. — Me sonrió dulcemente. Parecía una niña pequeña. — Es que el novio debe bailar con todas las mujeres y luego con su novia.
— ¿Y ya se casan? Creía que sus flores debían florecer. — Observé sus ojos.
— Aún no lo hacen, pero se espera que pronto florezcan. — Respondió y seguidamente me tomó del brazo y me llevó a mi cabaña.
Rosita es muy alegre y muy divertida, es un alma libre, juguetona y muy enamorada. Es una enamorada de la vida; así que me tomó muy poco caer en sus manos y convertirla en mi amiga. Reímos muchísimo esa trade y cuando cayó la noche ella se retiró a su cabaña para prepararse.
Salí de mi cabaña transformada en una ninfa, parecía haber caído del cielo. Rosita me había adornado con sus flores el vestido que habían tenido para mi. Parecía una princesa.
Llegué al gran árbol dónde todos estaban reunido y me senté esperando que todo comenzara. El gran jefe comenzó a llamar a las.mujeres una a una, los visitantes siempre debían esperar al final, porque así lo dictaba la tradición.
— ¡Carolina! Pasa al frente... — Llamó el gran jefe.
Caminé indecisa de lo que haría. Trébol me interceptó rápidamente. Tomó mi mano y me sonrió.
— No sé cómo bailar. — Le dije temblorosa.
— Es solo moverse alzando los brazos. — Me respondió divertido. — Haz lo que yo hago y ya está.
Bailamos unos pocos segundos, yo intenté seguirle el paso; pero solo me salían torpes movimientos, por suerte ambos nos divertimos riéndonos de mis dos pies izquierdos. El momento fue bello, parecía que solamente estábamos él y yo. Comencé a sentir un cosquilleo en mi estómago. Sí, me gustaba Trébol, pero como no gustarme si era encantador, era bello, y esos hoyuelos le quitaban el aliento a quine fuera.
Entonces la música paró y Trébol estiró su mano a su novia. Era bella, verde y perfecta, nadie podría competir con ella. Trébol era igual de perfecto así que estaban hechos el uno para el otro, por alguna razón la escena me puso triste. Ni siquiera era porque quería que ese compromiso terminara, más bien sabía que lo que sentía por Trébol pasaría, era solo un flechazo; sin embargo por alguna razón toda la escena me recordaba a Boj. Salí de allí y deambulé un poco, no quería estar en la ceremonia. Caminé um poco y entonces me topé con la celda de Boj.