Vermisst : The colorado project

VIII

Louis no era del tipo del que se desmoronaba fácil. No solía mostrarse vulnerable, no solía mostrarse triste, y en general solo irradiaba felicidad.

Sí, no era del tipo que se desmoronaba fácil, pero estuvo encerrado en soledad, sin ropa más que una sábana y drogado el diablo sabía cuánto, y no dejaba de ver cosas por el rabillo del ojo incluso en la oscuridad ni dejaba de escuchar ruidos y susurros que, esperaba, no fuesen reales.

Una voz que podría llamarse infantil repetía LouisLouisLouisLouis mientras le cubría la boca y los ojos, todo se oscurecía a partir de ahí, y solo sentía manos ásperas recorriendo su cuerpo de pies a cabeza.

Louis por instinto gritaba el nombre de Harry, pero esto moría en su garganta; Intentaba alejar a la nada misma de si, y la desesperación lo hacía querer golpearse contra la pared para quedar inconsciente.

No dejaba de sollozar y de sudar, y su cuerpo estaba como adormecido, no podría levantarse ni aunque quisiera. Necesitaba ver a alguien conocido, no quería estar solo nunca más, sentía que enloquecería. Quería que le recordaran que él era real, y que su estadía en aquel lugar no era una falla en un sistema de la cual no podría escapar jamás.

Sintió a alguien agarrarlo por los brazos que lo arrastraba hacia algún lugar que Louis no pudo ver, y estuvo a punto de rogar que lo soltaran, pero solo quería salir de allí, ya no importaba lo que le hicieran.

- Deja de llorar, joder – Una voz femenina le gruñó, golpeándole no muy fuerte el rostro con algo frío y duro. Louis exhaló pesadamente en un sollozo y cesó sus llantos por miedo a lo que pudiesen hacerle si no obedecía – Esto no es nada, acostúmbrate a estar aquí si vas a seguir yendo de rudo.

Al sus ojos entrar en contacto con la luz artificial de los pasillos, tuvo que parpadear bastante para poder acostumbrarse, sentía un fuerte picor en sus ojos como si estuviesen secos.

La mujer le quitó la sabana con rudeza que usaba para cubrir su cuerpo y lo dejó expuesto, luego soltando el agarre y poniéndose de pie frente a él.

- Prometo que no haré nada, lo juro – Sollozó observando con pavor a la mujer de cabello blanco y ojos extrañamente rojos que se movían involuntariamente de a milímetros – Lo juro, pero no quiero volver allí.

- Que bueno que hayas aprendido – Le sonrió con falsedad – Porque todo lo que pasó allí dentro, fue real, margarita – Louis negó frenéticamente, queriendo arrancarse cada centímetro de piel en su cuerpo y arrancarse los ojos para luego hacerlo con su cerebro.

Le rogó a su cuerpo que cediera y muriese, le rogó y rogó pero nada pasó.

-No, no, quiero irme a casa por favor, prometo que no le diré a nadie, por favor

– Cállate, mierda, o te meteré este fierro por la garganta y te daré razones para llorar – La rubia le tomó del brazo bruscamente, levantándolo y forzándolo a caminar desnudo por todo el pasillo.

 Nunca en su maldita vida se había sentido peor, como haber visto marcas rojas de uñas en sus caderas, cintura y brazos, o como saber que todo lo que le hicieron fue real.

 

e dejaremos morir.




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